Hoy a las 18.38 el canal Fox emite el capítulo de Buffy, cazavampiros titulado Mentiras que me contaron mis padres. Acercándose al final de la séptima temporada y de propia serie, este capítulo permite a un personaje realizar un ajuste de cuentas con el pasado, al igual que Willow, Andrew y Buffy en los inmediatamente anteriores. Mañana será el turno del regreso de Faith y con ella el relato tomará el rumbo definitivo hacia el combate con el Primero. Mentiras que mis padres me contaron es por ello el último gran capítulo de lucimiento de James Marsters como Spike, el diabólico vampiro introducido en la segunda temporada que se había redimido por su amor por Buffy hasta decidir luchar por recuperar su alma creyendo que esa sería la clave para que la cazavampiros lo amara como amaba a Ángel.
Obviamente las cosas no salieron como estaban previstas. El alma llevó a Spike a la locura durante meses y, cuando se recuperó, Buffy, para entonces ya trastornada por la amenaza a la que se enfrentaba, no estaba por devolver sus afectos. Mientras el Primero encontró una manera de controlar a Spike y convertirlo de nuevo en un brutal asesino utilizando un catalizador, una canción que sacaba lo peor del vampiro. Para colmo, Giles, el mentor de Buffy, y el Director Wood, el hijo de una cazavampiros asesinada por Spike en el pasado, conspiran para matarlo a espaldas de Buffy, para la que ante todo es un aliado en la lucha que se avecina. Las relaciones entre padres e hijos siempre han sido uno de los elementos más importantes de la serie. Joss Whedon, su creador, apostó por reivindicar un nuevo modelo de familia alejado de su estructura tradicional y en la mayor parte de los casos la familia biológica de los protagonistas no ha salido bien parada en su retrato. Joyce Summers siempre deseó que su hija fuera normal mientras que la madre de Willow intentó quemarla en la hoguera. En Las campanas del infierno ya conocimos a la desastrosa familia de Xander, cuyos padres son una perspectiva de futuro insoportable, mientras que en Familia el padre de Tara desea que regrese al redil familiar y negar así su monstruosa doble naturaleza de bruja y homosexual.
En Mentiras que me contaron mis padres vemos que en el pasado Spike no tuvo mejor suerte. Un niño de mamá incapaz de salir de sus faldas, el vampirismo (y la sexualidad aparejada) le abrió las puertas a una nueva vida. Pero incapaz de alejarse de su madre, ya moribunda, la convirtió en vampiresa revelando una personalidad maligna que no sólo no podía satisfacer su sed de sangre sino que cometió el tabú absoluto de intentar seducir a su hijo. Sumando Edipo a una estaca de madera, digamos que el trauma de Spike dura siglos. Sin embargo, la parte más dolorosa de este capítulo, uno de los más brillantes de toda la serie, es que también queda desacreditada la única figura paternal positiva de la serie, Giles, que traiciona a Buffy y pierde para siempre el respeto de ésta. Con todos sus juegos de palabras, chistes y situaciones cómicas, los mejores episodios de Buffy, cazavampiros siempre tienen una forma de helarnos la sonrisa.