Una conversación con un filósofo

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‘Vivir su vida’ (Vivre sa vie, 1962) conserva todavía la energía de las mejores obras de Jean-Luc Godard aunque su validez sea con frecuencia debatida. La validez, me refiero, de si es o no es de las mejores películas de Godard, no de que se trata de una película interesante, con una interpretación íntima y logradísima de Anna Karina (además de hipnótica) como la prostituta Nana. Dave Kehr, por ejemplo, escribió que la película no es “el trabajo más estimulante del Godard inicial, pero lo muestra empezando a alejarse de los patrones de montaje tradicionales y de la concepción de secuencias”. Para empezar, el film tiene doce viñetas, sin buscar una estructura más o menos convencional de tres actos.

Como todas las películas de Godard, hay mucho de ensayo. Y me parece hermoso que en este diálogo, Godard deje volar las palabras. Para ello usa una presencia cómplice de su escena intelectual, el filósofo Brice Parain. La conversación es también una muestra de la cultura vasta de Godard: Platón, el interés por las palabras, una obvia connotación poética. Pero todo fluye con harmonía en el diálogo, las conversaciones resultan frescas, naturales, pero llenas de una poesía maravillosa. Las mejores películas de Godard, en especial del Godard inicial, tienen una vitalidad insólita, admirable, que explica, al menos sociológicamente, la etiqueta arte y ensayo.: de repente, el arte importa, puede hablar de cualquier cosa, incluso de esos temas que parecían reservados. Claro que existían ya Vertov, Chaplin, Dreyer o Buñuel, por citar unos cuantos, pero el efecto de Godard cambió a una generación.

A nivel fílmico, Godard se muestra estratégico: cuando el diálogo se vuelve más hermoso, cuando llega a su clímax aforístico, permite a la voz hablar a un ritmo distinto de la secuencia. Es un efecto todavía sutil. Nick Pinkerton admiró la película y escribió que la composición era “cuidadosamente indiscriminada”, algo que me parece muy adecuado. Susan Sontag describió la película como uno de las obras de arte más originales, hermosas y profundas que conocía. Viendo solamente estos diez minutos, me basta para afirmar lo mismo. Y viéndola de nuevo, no puedo ser más contundente.

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