La música de una ficción existe por y para la historia que acompaña. Una buena banda sonora complementa y acompaña las emociones que siente el espectador durante el relato; a veces enfatiza e incluso guía esos sentimientos. Cuando más estimula la música es cuando consigue condicionar la forma en la que el espectador se relaciona con el conjunto narrativo, un efecto que 'The Leftovers' ha perfeccionado con el paso de las temporadas.
Max Richter es un compositor de música instrumental contemporánea con un estilo que sólo puede describirse como melancólico, sea en sus partituras originales o en las múltiples recomposiciones que realiza de otros trabajos -o los suyos propios-. La languidez y el pesar que transmite con el violín y el piano como máximos exponentes encaja a la perfección con la desgarradora e intensa historia de este singular drama de HBO.
Contundente cabecera de la primera temporada.
Un día de octubre tuvo lugar La Ascensión (o Sudden Departure), evento en el que de forma inexplicable y simultánea desaparecía el 2% de la población mundial. 140 millones de personas que se esfuman en el aire dejando al resto preguntándose por qué, a dónde han ido o si les tocará a ellos. La humanidad queda destrozada, sumida en la tristeza y la frustración.
La culpa, la desesperación e incluso la locura mueven este relato cuyo nihilismo penetra en el espectador en parte gracias a la música. Es como si Max Richter abriese los poros de nuestra piel y la empapase de todos esos sentimientos. Esta puerta sensorial se abre ya desde la cabecera, con una composición instrumental que transmite con contundencia la desolación y la angustia provocadas por el catastrófico evento.
La orquestación y el tempo son la clave del trabajo de Max Richter en 'The Leftovers', unas frases musicales que por sí mismas ya son increíblemente efectivas manipulando el ánimo del que escucha, al que arrastran con el trágico violín y una cadencia abatida. Cuando el pesar característico de este drama y sus personajes se entemezcla con esa notas, se multiplica el efecto. No en vano existen estos vídeos en youtube que demuestran que TODO es más triste con la música de 'The Leftovers'.
Con el paso de las temporadas -y de las tragedias- los temas principales se han convertido en un diamente al que recurrir en los momentos más significativos y catárticos de la historia. Richter ha dado paso a un soundtrack formado por temas preexistentes seleccionados con cuidado (y también sarcasmo y mala leche) para manipular el tono de los eventos con diferentes objetivos.
Esta evolución en la música se hizo evidente ya en la cabecera de la segunda temporada. Ese juego entre el tono y las sensaciones se establece combinando la letra de la canción, el alegre estilo musical y las imágenes de momentos felices y cotidianos rotos para siempre por el efecto de la Ascensión. Recuerdos radiantes empañados por el dolor de la pérdida.
Ese efectivo contraste emocional impulsado por una contradicción entre música e imágenes se ha intensificado en la tercera temporada, empezando por la cabecera. Lo que inicialmente fue una cuestión de presupuesto ya que no se podían permitir unos nuevos títulos de crédito, les impulsó a aprovechar la oportunidad de hacer algo diferente y que de alguna forma evitase que el espectador se saltase los créditos de apertura.
Pensé que nos daba la oportunidad de elegir una música temática para el episodio que vas a ver. Tiene el efecto de transformar las imágenes que vas a ver (...), establece un tono distintivo para cada episodio. Tienes una reacción emocional diferente cuando ves esas imágenes acompañadas de la música de 'Primos lejanos' a cuando las ves con 'Personal Jesus' o cualquiera de las otras canciones que hemos usado en la temporada. Quizá no todas funcionen. Es un experimento, pero me resulta muy interesante. Damon Lindelof.
Esta capacidad condicionante se aprecia más allá de la cabecera. Aquel Where is my mind en el momento preciso, Take on Me sonando en uno de los momentos más devastadores de los últimos capítulos, con ese plano final que te parte en dos, o la canción de un grupo folk cristiano en el prólogo de la tercera temporada que rezaba «no hay tiempo para cambiar de idea, el Hijo ha llegado y a ti te han dejado atrás» son algunos ejemplos del impredecible, peculiar y arriesgado uso de la música en 'The Leftovers'.
Es loable cómo además otorgan un pequeño papel dentro del relato al espectador, cuyas referencias musicales también entran al juego en algunos momentos. En este sentido recuerda al uso anacrónico de la pianola en 'Westworld', que reproducía Radiohead reforzando la idea de que ese Saloon formaba parte de un Viejo Oeste fabricado.
En 'The Leftovers' los temas pueden funcionar a dos niveles: si no reconoces la versión instrumental de Enter Sandman de Metallica te quedas con la sensación que transmite esa melodía a chelo en el flashback de Laurie. Si la reconoces y rescatas la letra (cuyo estribillo reza: «Fuera luz, dentro oscuridad, coge mi mano que nos vamos a never-never land»[1]), toma otra dimensión aún más profunda.
En cierto modo este uso de la música también juega con el identificable concepto del soundtrack de una vida y cómo asociamos canciones a determinados momentos vividos. O las preferencias a la hora de escuchar cierto tipo de música dependiendo de nuestro estado de ánimo.
En 'The Leftovers' la música incluso ha pasado a ser diegética (está dentro de la historia, no sobre ella o acompañándola). La narración le da así una presencia especial, significativa e incluso catártica en el relato, como en aquel brillante, valiente y sorprendente capítulo que fue International Assassin y la salvación alcanzada a través de la representación de Kevin del tema de Simon & Garfunkel.
La música forma parte incluso del proceso creativo. Liza Richardson es la supervisora musical de la serie, y en algún momento ha revelado que suele hacer selecciones de temas para que funcionen como música de referencia para inspirar a los montadores. Incluso elaboró una mezcla de más de cien temas para Lindelof, creador y guionista, antes de que empiece a preparar cada temporada para que le acompañe mientras escribe y realiza los episodios.
Richardson elige junto a Lindelof estas canciones tan simbióticas para cada capítulo, un aspecto que ya se ha confirmado como uno de los más atrevidos y originales de 'The Leftovers' (que es decir mucho). Esperemos que tras dos temporadas de ser ignorada por completo por los premios televisivos al menos puedan estrenar la nueva categoría de los Emmy referente a la supervisión musical; se me ocurren pocos ejemplos de música que hagan tanto por la experiencia y la identidad de una ficción televisiva.
[1]: En inglés, never-never land hace referencia a un lugar imaginario donde todo es tan perfecto y placentero que es imposible que exista en el mundo real.
En ¡Vaya Tele! | La música en ‘Westworld’, o por qué escuchamos Radiohead en la pianola
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