Primero de todo, decir que ‘Criadas y Malvadas’ probablemente es la mejor traducción de una serie desde que ‘Drop Dead Diva’ llegó a España como ‘Divina de la muerte’. Es un título que comprende perfectamente qué es ‘Devious Maids’ y que tiene un toque ambiguo bastante coherente. Puede que alguna de las mujeres ricas para las que trabajan estas asistentas del hogar sea especialmente vil, pero las cinco protagonistas también tienen su faceta oscura y pocas veces se detienen ante nada. Sobre todo Flora, la empleada que murió asesinada en el piloto y que demostró no ser precisamente una pobre chica inocente.
El punto de partida de la serie era claro: Marisol Suárez se instalaba en Beverly Hills para descubrir la verdad tras el asesinato de Flora Hernández, del que habían responsabilizado a su hijo. Y, como no era todo lo que relucía en el vecindario, se acercaba a las demás mujeres de la limpieza para averiguar los trapos sucios. Un esquema que los espectadores de ‘Mujeres Desesperadas’ ya conocían porque así se estructuraba también esa ficción: un misterio o macguffin que servía de eje o excusa y después la ficción se centraba en las vidas personales y las anécdotas de sus protagonistas.
El mismo esquema, otra serie
El creador de la serie, Marc Cherry, que parecía que iba a dedicarse al proyecto de forma prácticamente simbólica, prestando el nombre y la filosofía de las desesperadas, finalmente se ha volcado con ‘Devious Maids’. Ha firmado varios episodios y sinceramente podía verse que la copia era muy fiel a la original, que tenía el mismo gancho a la hora de soltar frases contundentes y pequeñas bromas. Pero también evidenció que era menos refinada.
‘Mujeres Desesperadas’ fue una buena serie. Tuvo sus más y sus menos, pero es una de las obras maestras de la televisión, ni que sea porque sus primeras temporadas fueron sensacionales y las demás siempre fueron divertidas. Siempre hubo toques de genialidad (al final quizá menos) y tenía un discurso interesante y original. Pero esta especie de reboot (es la adaptación de una serie suramericana que copiaba a las desesperadas) solamente tiene sentido como placer culpable. Mucha actitud por parte de las actrices, pero todo está rebajado.
La inteligencia, el desarrollo del misterio, el talento del reparto, la dirección de actores y hasta los decorados (y eso que Wisteria Lane era todo cartón y plástico), como dije en su día, son de rebajas y no tienen gusto. Pero esto no quita que con la predisposición adecuada haya servido para entretener en verano y que (con su falta de talento) la mayoría de las actrices estén a la altura de lo que se espera de ellas. Como toda está en la línea, sale algo coherente y resultón. Otra cosa es que se trate de una buena serie, lo que claramente no es.
Lo mejor y lo peor
Dentro de los highlights podría destacar, por ejemplo, la soltura con la que las actrices se hicieron con sus papeles. Todas ellas saben soltar las locuras que les escriben con todo el desparpajo necesario. Susan Lucci, por ejemplo, no puede ser más afectada y sobreactuada pero tiene mucha gracia interpretando a Genevieve DelaTour y soltando comentarios ignorantes, elitistas y conservadores. El sentido del humor, que puede ser poco refinado, funciona. Y hasta alguna de las relaciones personales, la de Taylor y Marisol o la de Spence y Rosie, despertaban ternura. Eso sí, también la serie se encargó de tirar alguna de estas cosas por el retrete. En el caso del romance ilícito, aceleró la situación y las declaraciones de amor eterno que también quemó muy rápido este cartucho. No hubo una progresión lógica: fue de cero a cien. Pero casi siempre ha sido así. También ocurrió con Remy y Valentina y con Carmen y Sam. Como espectador a menudo veía los avances y pensaba: ¿qué vamos a ver el resto de temporada? Pero no le preocupaba al señor Cherry ni a Eva Longoria, en la producción y muy comprometida con que le funcione, y tiraron adelante. Poca inversión emocional, entretenimiento correcto.
Para lo que tuvieron todavía menos tacto es para el misterio de Flora Hernández, una fulana de tres al cuarto que recibió una lección de muerte. Si decides jugar con fuego y quedarte embarazada del primer rico que se te cruce para luego chantajearle, es normal que acabes muerta en la piscina y con el uniforme puesto. Y, cuando vi que Phillipe era interpretado por Stephen Collins, tuve claro que sería él el asesino. Es una cara muy conocida para el público norteamericano y no se iba a conformar con un simple secundario episódico en una serie floja. Pero, más que decepcionar que se resolviera tan fácilmente, me molestó que la promo del último episodio nos hiciera creer que todavía había un último giro y que el malo sería otro. No fue así. Y todo el clímax final fue muy descafeinado. Fue divertido ver a las chicas trabajar juntas para capturar a un asesino, pero tampoco se esforzaron a crear tensión (¿era mucho pedir, ni que fuera algo esporádico?), de la misma forma que durante la temporada tampoco buscaron crear excesiva complicidad entre todas ellas. Si ‘Mujeres Desesperadas’ brillaban cuantas más protagonistas juntas había, ‘Devious Maids’ perdía fuerza. Lo cual demuestra hasta qué punto da sus frutos como comedia dramática. Donde debería emocionar, deja tibio y solamente tiene sentido cuando busca nuestras risas a base de comentarios viperinos y situaciones absurdas. Vamos, que si tuviera que buscarle un hueco en invierno, ni en broma se lo encontraría pero para verano fue como un caramelo: uno de vez en cuando no hace daño.
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