'Line of duty' depura su juego de grises éticos en una estupenda segunda temporada

'Line of duty' depura su juego de grises éticos en una estupenda segunda temporada
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Hace unos días, los periódicos británicos se preguntaban qué estaba pasando en la BBC, que no era capaz de reconocer el éxito que tenía entre manos con 'Line of duty', una pequeña revelación en las audiencias de BBC Two con su segunda temporada y todo un éxito entre la crítica, que ya la ha saludado como, muy probablemente, el mejor drama británico del aún joven 2014. La cadena anunció, poco antes de que se emitiera el último episodio, que estaba renovada por una tercera temporada, pero no la han apoyado promocionalmente como deberían y, como suele pasar últimamente en el Reino Unido, no se sabe cuándo se podrán ver esos nuevos capítulos. Entre la primera y la segunda entrega pasaron dos años, por ejemplo.

'Line of duty' ha experimentado un fenómeno que no suele ser muy habitual, que es el de ir ganando audiencia semana a semana, prácticamente sólo a través del boca a boca de los espectadores que intentaban averiguar si la detective Lindsay Denton era culpable del crimen por el que la investigaba AC-12, la unidad de anticorrupción (o Asuntos Internos, si quieréis) cuyos agentes son los protagonistas de la serie. En algunos episodios, su audiencia llegó a experimentar un crecimiento del 50%, y finalmente pasó de los 1,8 millones de espectadores que vieron el primer capítulo a acercarse a los tres de su final, lo que para BBC Two es uno de sus mayores éxitos de los últimos años, con permiso de 'The Fall'. Las razones detrás de esta buena acogida están en una trama que ha ido desvelándose poco a poco, y en unos personajes repletos de defectos y claroscuros.

Lindsay Denton, el personaje

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El principal hallazgo de esta segunda temporada ha sido Lindsay Denton, interpretada con gran seguridad por Keeley Hawes, y que centra la investigación sobre una emboscada en la que mueren varios policías. ¿Está ella implicada de algún modo? ¿O sólo es una víctima, daño colateral por estar en el lugar menos apropiado en el momento más inoportuno? La ambigüedad con la que Hawes da vida a Denton, y la capacidad de ésta de ser vulnerable y, al mismo tiempo, resuelta le han proporcionado a estos episodios una columna vertebral sobre la que mover al resto de personajes, todos con sus secretos que guardar y sus debilidades que pueden comprometer su trabajo desde el punto de vista ético. Mientras Tony Gates, el objetivo de la investigación en la primera temporada, era un policía corrupto más convencional, las cosas no están tan claras con Denton. La investigación sigue unos caminos que los agentes de AC-12 no son capaces de predecir, y acabamos conociendo a su objetivo tan bien, o mejor, que a ellos.

La figura de Denton, además, ha permitido al creador de la serie, Jed Mercurio, continuar explorando las trabas burocráticas y los politiqueos entre los altos mandos que impiden que la policía pueda llevar a cabo su trabajo en las mejores condiciones posibles. Conseguir el favor de un jefe puede comprometer tu capacidad para llevar una investigación hasta el final, y la corrupción no es tan literal, y está extendida por todas partes. Puede ser la costumbre del detective Steve Arnott de ligar con las chicas menos adecuadas, o el secretismo con el que Kate Flemming lleva todos los aspectos de su vida, pero nadie está libre de pecado. El trabajo afecta todas las facetas de su existencia y casi no deja espacio para otra cosa.

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Trama bien llevada

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Mercurio, además, ha manejado con bastante acierto la trama, incluyendo alguna revelación o giro en cada uno de los seis episodios, y logrando que dichos giros no vinieran de ninguna parte, sino que hubiera algo previo que los preparara (excepto con uno en concreto al principio de la temporada). El trío principal de la serie (formado por Vicky McClure, Adrian Dunbar y Martin Compston) ha seguido manteniendo el buen nivel que mostraron en la primera entrega, con una dinámica de colegas de trabajo muy creíble (no son amiguísimos del alma, pero tampoco se dedican a no hablarse), y su método de investigación también resulta verosímil.

No disponen de toda la información para desenredar la madeja, se equivocan o se pelean con otros departamentos para que compartan con ellos datos que no conocen, y las escenas de interrogatorio están también muy bien manejadas, como pequeñas luchas de poder entre los interrogadores y el sospechoso, y en las que nunca sabes hasta qué punto se están ocultando información unos y otros. El mundo de 'Line of duty' es más complejo y gris de lo que estamos acostumbrados a ver en las series de policías convencionales (incluidas las británicas), y es una serie más interesada en las dificultades para sacar adelante una investigación como las que siguen en AC-12 que en desvelar al culpable al final de la temporada.

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Tras una primera entrega interesante, el título de Mercurio ha dado un salto notable en sus siguientes seis capítulos, sobre todo gracias a ese estupendo y complejo personaje que ha sido Lindsay Denton. Ninguno de sus protagonistas se libra de tener sus fallos y la historia que ha contado se ha movido por infinidad de tonalidades del gris, con personajes que podían ser al mismo tiempo villanos y personas decentes. Lo peor va a ser la larga espera hasta que veamos la tercera temporada.

En ¡Vaya Tele! | 'Line of duty', cuando una investigación interna se complica

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