Tras el discurrir anodino de la sección oficial del Festival de Sevilla, una pequeña película, intimista, sencilla pero efectiva ha logrado animar algo la situación.
Y no es que precisamente se trate de una cinta para levantar ánimos. Muy al contrario, 'My father my lord' ('Hofshat Kaits') del isrealí David Volach deja consternado al espectador con esta adaptación libre de la fábula de Abraham y su hijo Isaac (pero con muy distinto final). Un drama en toda regla, realizado con especial fijación en los pequeños detalles, en el sentimiento palpable y con una realización resultona para tratarse de un debut con escasos medios.
La historia, que logra envolver con su estupenda puesta en escena (rodada en dos semanas y con un presupuesto ínfimo) nos adentra en el corazón mismo del judaísmo más extremo. En el entorno de una familia de tres miembros, que cumplen los parámetros dictados por la religión profesada.
Abraham, el padre rabino ultraortodoxo inmerso en su universo de estrictas normas, su esposa Esther relegada al papel secundario de mujer en una comunidad predominantemente masculina, y un niño llamado Menahen. Un pequeño que se ve inmerso en el complejo y aburrido mundo de las oraciones y las plegarias permanentes, que empieza a interesarse por lo ajeno como forma de rebelarse contra la autoridad impuesta por su padre. Así, su interés y su capacidad de observación, lo llevan a fijarse en los pequeños animales (una paloma, un perro, un pez...) que se va encontrando y por los que va sintiendo compasión y atracción.
A través del discurrir cotidiano del niño en ese mundo hermético y absorbente, vamos descubriendo sus sentimientos encontrados y sus tímidos intentos de salir del asfixiante y ascético comportamiento impuesto.
Al final, esa tangible y directa sensibilidad se extrema ante una resolucion trágica, quizás excesivamente remarcada, que pone la nota dolorosa en el lagrimal del espectador. David Volach consigue, a través de su mirada próxima (con abuso del primerísimo plano de sus protagonisas), mostrarnos la rigidez de la religión llevada al extremo, que no consigue evitar lo inevitable, ni siquiera paliar el dolor cuando se produce.
Lo más llamativo de todo ello, es que el retrato de esta faceta radical del judaísmo es realmente verídica, gracias a que el propio realizador lo vivió en sus carnes durante gran parte de su vida. Y eso se aprecia en numerosos detalles de la narración.
'My father my lord' es una cinta, como digo, sencilla, íntima y que invita a la reflexión y apela al sentimiento, de manera muy acertada. Por ella, Volach ganó el premio en el Festival de Tribeca de Nueva York, amén de haber paseado por más de una docena de festivales internacionales.
Al público presente, cada vez más entregado a la programación del festival, le emocionó la película y el director, casi adormecido (suponemos por una larga jornada en la ciudad) logró el aplauso tibio de los más entusiasmados.
Una vez sobrepasado el ecuador del Festival de Sevilla, las apuestas sobre las favoritas se van concretando. Aunque aún es pronto para mojarse.
En Blogdecine:
Ver 1 comentarios