Hay un denominador común detrás de muchos de los fracasos de Disney en su historia con los parques de atracciones y es Michael Eisner. El controvertido CEO fue responsable de muchas de las ideas más locas que la compañía ejecutó durante los noventa, incluidas algunas que parecían completamente contraintuitivas para la marca como hacer una atracción de 'Alien' pensada para adultos que aterrorizó a los niños.
Tampoco se le puede culpar demasiado, eran tiempos difíciles para Disney que demandaban pensar fuera de los límites. Pero en ocasiones Eisner se iba demasiado fuera. Le pasó también con 'Superstar Limo'. Una atracción que en total no llegó al año de vida antes de que la cerraran y que en el camino pasó por todos los problemas que puede pasar una atracción, incluido tener que replantearse por completo por culpa de un gran evento político, como la muerte de la princesa Diana de Gales.
¿Quién quiere ser una superestrella?
Se desarrolló durante los noventa y se basaba en una de las cosas que más le gustan a los fans de Disneyland: Hollywood (o eso pensó Eisner). La atracción quería hacer de los visitantes una estrella, e introducirlos en un vehículo que simularía una limusina y que conduciría por una versión simulada de Los Angeles. Tras un mensaje personalizado nada menos que por el propio Esiner, los visitantes trataban de llegar a un restaurante donde podrían completar su contrato con Disney, mientras huían a toda velocidad de los paparazzi.
En 1997 Diana de Gales murió a causa de un accidente de coche. Un evento que conmocionó a la comunidad internacional y que en su momento se achacó en gran medida a la presencia de papparazzis que estaban persiguiendo el vehículo. De repente la idea de Disney de tener una atracción específicamente dedicada a lo divertido que era huir de paparazzis no parecía tan buena.
Tenían que cambiar los planes y hacerlo en tiempo récord, porque 'Superstar Limo' era el reclamo que acompañaría a Hollywood Land, la expansión de Disneyland California planeada para su apertura en 2001. Sin tiempo ni espacio físico para crear algo radicalmente distinto la solución fue eliminar dos de los conceptos que hacían que aquello tuviera un mínimo de interés: los paparazzi y la velocidad.
Ahora se convertiría en una atracción de interior que sería un mero paseo por un Hollywood de mentira. Sin el factor velocidad, los creadores necesitaban llenar el espacio con algo que mirar. Así que tuvieron que redecorar gran parte de los escenarios llenándolos de clichés del mundo del cine. Y sin tiempo ni dinero para negociar contratos ni para construir buenos animatrónicos, la solución fue hacer figuras de actores que ya tenían contrato con la compañía.
Cuando abrió en 2001 los visitantes se encontraron con algo que no era para nada lo que esperaban de una atracción de Disneyland. No solo su temática no tenía nada que ver con Disney. Era además una experiencia lenta, que se veía barata y que carecía de propósito claro como atracción. En lugar de un viaje lleno de adrenalina, en aquellos soporíferos pasillos les esperaban saludando figuras estáticas de Tim Allen, Jackie Chan o Antonio Banderas que ni siquiera se parecían demasiado a los actores reales.
"Quemad la atracción hasta los cimientos y empezad de nuevo", decía una de las críticas del momento. Se convirtió rápidamente en la atracción más odiada del parque, y 11 meses después de que se abriera, en febrero del 2002, vio su cierre. Quemar no se quemó. Tras estar desmantelada durante 4 años su fin fue mucho más divertido y apropiado. En 2006 se abrió en la misma localización una atracción interior de 'Monstruos S.A.' que reutilizó todo lo que pudo de la anterior y donde, junto con la nueva decoración con Mike y Sulley, se encuentran las viejas figuras de Jackie Chan y otras vestidas por encima de agente de la ADN.
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