Todos aquellos que sigáis de cerca a ese portento de la interpretación que es Tom Hardy, probablemente sepáis que es un ferviente amante de los animales y, particularmente de los perros. Además de esto, puede que, en más de una ocasión, hayáis visto al actor en photocalls y demás eventos —como la premiere del largometraje 'Legend', en el que dio vida a los hermanos Kray—, acompañado de Woodstock, su mascota durante los últimos seis años.
Lamentablemente, la entrañable y atípica imagen de ver a Hardy acompañado de su perro caminando por la alfombra roja junto a su dueño no volverá a repetirse, ya que Woodstock ha fallecido tras seis duros meses de lucha contra una enfermedad. El intérprete, como no podría ser de otro modo, está absolutamente devastado, y ha hecho pública la noticia acompañada de un vídeo conmemorativo, y de una emocionante carta de despedida que podéis leer a continuación.
La primera vez vi a Woodstock corriendo cerca de una cabina de peaje en la madrugada de una noche oscura en Peachtree, Georgia, Atlanta. Estábamos rodando ‘Sin ley’. Era un perro callejero. Once semanas. “Oh, no”, pensamos. Rápidamente fuimos a por él sin saber siquiera si era un perro. Paramos el coche. Estaba literalmente a oscuras. Utilicé mi teléfono para iluminar la carretera por si un coche viniese por la autopista y no pudiese verme. Huyó de mí. Intenté ganarle terreno, pero era muy rápido. Observé a esta cosa correr a través de la carretera en la oscuridad a muy buena velocidad, sorteando coches y camiones, y recuerdo ver lo que eran unas orejas caídas botando entre el tráfico.
No pude deducir cómo de grande era o su raza. Nada. Sólo esas dos orejas agitándose frenéticas, alejándose a toda velocidad de nosotros hacia una inminente fatalidad. Entré un poco en pánico, porque no tenía un nombre para gritarle, y estaba muy cerca de la autovía. Metí los dedos en la boca y silbé tan fuerte como pude. El silbido penetró la oscuridad y paró al perro en seco.
Se giró y posó sus ojos sobre mí fijamente, y en un rápido movimiento, sus orejas pasaron frente a su cara y el perro decidió correr directo hacia mí en la oscuridad, entre imágenes de dientes y gruñidos. A la mierda, pensé, eso no es un puto perro. Qué estoy haciendo. Corrió hacia mí y me golpeó en las piernas; no podía ver, pero podía escuchar su angustia, y me acerqué pensando que me iba a morder. Chillaba de forma muy ruidosa.
Me acerqué esperando sentir sus dientes, agarré con el puño un cuello recubierto de pelo suave, levanté su peso increíblemente ligero hasta mi cara y lo iluminé con mi teléfono. Era una cosita muy pequeña, colgando del pelaje de su cuello, con dos enormes ojos marrones mirando directamente a los míos. Aterrado y completamente callado.
Cuando volví al coche y me senté, se tumbó sobre mi hombro y se quedó dormido. Roncó; era obvio que había pasado por mucho, pero ahora, aquella dura experiencia parecía haberse calmado lo suficiente como para que pudiese relajarse. Jessica me preguntó si era un niño o una niña. —Es un niño. —le dije—. —¿Cómo lo sabes? —Ehm… puedo sentir su “Woodstock”. —¡Genial! ¡Llamémosle Woodstock! Y así fue.
Estaba cubierto de mierda. Y yo también. Condujimos y le llevamos directamente a la tienda de animales para limpiarle y comprarle cosas… Muchísimas cosas, cosas que los perros necesitan, y caminamos los tres juntos por los pasillos dejándole escoger juguetes, su correa y su collar. Nunca olvidaré aquella noche. Fue maravilloso. Hacía un momento estaba prácticamente muerto y aterrorizado, después le recogieron dos extraños, después se echó una siesta en el coche, y lo siguiente es tenerle caminando con sus piernas arqueadas a lo John Wayne por los pasillos iluminados de aquella tienda de animales gigantesca, feliz y juguetón.
Desde aquella noche vistió una bandana roja, y bebió religiosamente del váter a pesar de tener unos cuantos boles de agua en el apartamento; era todo un superviviente. Nunca hizo sus necesidades fuera, aunque estuviésemos casi todo el tiempo al aire libre, se comía las puertas de los tráilers e hizo muchos amigos; se convirtió en nuestro perro durante el rodaje. Siempre estaré eternamente agradecido a Georgia.
La primera mañana que lo tuvimos, se comió una mierda y le perseguimos para que la tirase, pero se la tragó porque debió pensar que queríamos que se la comiese, así que se la comió lo más rápido que pudo. Queríamos que comiese comida de verdad, ahora tenía de sobra, pero llevaba un auténtico superviviente dentro. Estaba claro que había tenido que comer lo que podía, y tenía claros problemas alimenticios, pero nunca más pasaría hambre. Su apodo fue Yamaduki, así que Woodstock Yamaduki fue su nombre completo. Luego le llamamos Woody Thomas, después “Woody dos zapatos”, y, finalmente, Wu para abreviar.
Woody llegó al Reino Unido después de que los padres de Jessica le cuidasen para evitar la cuarentena y le adiestraron. Tenía mi camiseta de Warrior. Le recogí en California cuando estuve rodando ‘El caballero oscuro: La leyenda renace’ y les di las gracias. No me había olvidado, y a pesar del esfuerzo incansable y del duro trabajo que la madre y el marido de Jessica volcaron en Woody, escuchó mi silbido de nuevo, se giró, y corrió hacia mi sin mirar atrás. Lo sentí por ellos, pero, en secreto, estaba muy feliz de que mi amigo y yo volviésemos a conectar. Tuvimos un picnic, nos tiramos a un lago, y quedó claro que Woody no podía nadar, así que arrastré su culo fuera del lago. Eso creó un patrón. Le he arrastrado fuera de ríos y estanques en más de una ocasión, porque le encantaba perseguir patos.
Era un ángel. Y era mi mejor amigo. Pasamos por mucho juntos. Charlotte trabajó de forma incansable con él para sacarle de un caso duro de ansiedad por separación. La quiso como si fuese su madre, y cuando estuvo embarazada la protegió con fiereza.
Ha estado en muchos sets. Ha conocido a muchos equipos de rodaje. Hizo muchos, muchos amigos en los pohotocalls y las premieres, y fue el animal número 73 más influyente en la revista TIME. Superó a ‘Tiburón’, lo cual creíamos que era brillante. Ha estado en ‘Peaky Blinders’ y en ‘Legend’, y todos los que le conocieron le adoraron. Todo lo que conoció fue amor.
No suelo hablar sobre la familia o los amigos, pero esta es una circunstancia inusual. Woody influyó a mucha gente, así que con gran respeto hacia él, y como un rostro familiar para muchos de vosotros, es con una gran tristeza y un profundo pesar que os informo de que, después de una corta batalla de seis meses contra una agresiva polimiositis, Woody ha fallecido hace dos días. Sólo tenía seis años. Era demasiado joven para dejarnos, y estamos devastados por su pérdida. Estoy muy agradecido por su leal compañía y amor, y es un gran alivio saber que no sufrirá más. Por encima de todo estoy destruido; el mundo ha sido para mí un lugar mejor con él a mi lado.
El mejor amigo que pueda tener. Para mí y mi familia, quienes le hemos querido más allá de las palabras, y a quienes él quiso sin dudarlo, más de lo que jamás hubiese imaginado. Woody fue el mejor compañero de viaje que jamás pudiésemos soñar. Nuestras almas se entrelazaron para siempre.
Un amigo me dijo que era especial, un brillante ejemplo del mejor amigo del hombre. Gracias, Woody, por elegir encontrarnos. Te querremos y estaremos contigo, y tú con nosotros para siempre. Nunca, nunca jamás te olvidaremos. Tu chico Tom. Te quiero por encima de todo. Hasta la luna, y otra, y otra vez, hasta el infinito y más allá. Corre ahora con Max y los ángeles. Te veré cuando llegue allí.
Te quiero con todo mi ser. Gracias por tu amor.
La pérdida de una mascota no es un trago en absoluto sencillo de digerir. La reacción de Tom Hardy, exteriorizada mediante un texto salido directamente del alma, demuestra que el actor británico posee un corazón tan grande como sus inmensas cualidades interpretativas.
Descansa en paz, Woodstock.
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