Puede que nunca hayas oído hablar de ‘Messiah of Evil’, una película que ni siquiera muchos fans del terror todavía conocen, pero cumple 50 años este año y la conversación a su alrededor ha aumentado gracias a sus reediciones, quizá no en la medida en la que se merece, porque no solo es un clásico oculto del cine USA de los 70, sino una de las mejores películas de género de la década. Ahora puede verse gratis —aunque no es su formato panorámico correcto, solo en ediciones físicas— en plataformas como Plexo Classic.
Con elementos folk, oníricos y vocación arthouse, difiere del tipo de película que se hacía en la época en Estados Unidos, resultando más afín a una tradición europea que puede definirse como si Dario Argento adaptara un relato costero de Lovecraft. Otro dato destacable es que es la primera película de terror codirigida, escrita y producida por una mujer. Aunque como director figura solo Willard Huyck, su esposa Gloria Katz, que no aparece acreditada, compartió sus mismas funciones. La pareja es más conocida por haber hecho equipo para George Lucas, escribiendo 'American Graffiti', 'Indiana Jones y el templo maldito' o 'Howard el Pato', también acreditada solo a Huyck.
Del Lovecraft a Howard el Pato
Ambos también revisaban guiones de otras películas de Lucas. Uno de ellos, por supuesto, el de la primera entrega de ‘Star Wars’; mucho del desparpajo y humor de la princesa Leia se atribuye a ideas de Gloria Katz. El malditismo de su primera obra es bastante legendario y explica bien por qué no se ha predicado en listas y bibliografía hasta pasado mucho tiempo. En 1971, Katz fue abordado por un amigo productor que le sugirió financiar un largometraje con la única condición de que tenía que ser de terror. Le pidieron un margen de dos semanas en las que rodaron la mayor parte del material.
Bajo un primer título de ‘Second Coming’, todo iba sobre ruedas hasta que al final del rodaje los inversores retiraron su dinero de golpe y nunca pudo terminarse. Hay algunas versiones diferentes sobre las razones, desde que los productores tuvieron que buscar una empresa asociada que exigía que se reescribiera el guion para que se pareciera más al cada vez más popular género de muertos vivientes, a que simplemente se quedaron sin dinero y los miembros del equipo, que se cuenta que usaron metanfetamina para poder completar duras sesiones de rodaje, fueron abandonando.
Katz y Hyuck quedaron solos, tuvieron que arremangarse y, después de perder el control financiero, decidieron robar las bobinas de su trabajo a Technicolor para terminar la edición a escondidas, por su cuenta, con el problema de que algunas escenas clave, en donde se explicaba con más claridad la historia, nunca llegaron a rodarse. Esta fue la versión que se proyectó en cines de forma limitada en recorridos limitados bajo varios títulos, como ‘Dead People’ en 1983, o ‘Revenge of the Screaming Dead’. Incluso los distribuidores fueron demandados por George A. Romero por llamarla durante un tiempo ‘Return of the Living Dead’, en 1978.
Curiosamente, ‘Messiah of Evil’ fue producida el mismo año que ‘The Crazies’ y comparte con la obra del autor de ‘La noche de los muertos vivientes’ no solo a antropófagos como los de aquella, sino un ADN crudo de cine regional americano que las emparenta, aunque la sensación aquí sea más experimental y sombría. Ya en 2003, un francés compró el metraje sin editar, lo remontó con una partitura nueva y lanzó lo que ahora conocemos bajo el título de 'Messiah of Evil', y es que, aunque tenga 50 años, tan solo ha tenido menos dos décadas para reintegrarse en la tradición conocida del género.
Madera de cine de culto
Así, el siglo XXI vio empezar su viaje hacia la reevaluación crítica cuando se lanzó en DVD en 2009, cuando el Instituto Británico de Cine la aclamó como “una rara obra de verdadero genio cinematográfico". Desde entonces, tanto los expertos como los aficionados del género han llegado a apreciarla como una obra maestra de culto accidental, ya que gran parte de su extrañeza se debe a esa falta de escenas cohesivas que contribuyen a que el misterio en sus imágenes perdure en el tiempo, pero precisamente es esa carencia lo que le da esa cualidad enigmática que la hace tan moderna.
La escena inicial muestra a un hombre que es atraído a un parque por una mujer, quien inesperadamente le corta la garganta con una navaja. Esto ocurre antes de que aparezcan los créditos y aparentemente no tiene nada que ver con el resto de la película. El señor que huye de algo terrible es nada menos que el director Walter Hill. Tras su aparición, Thom (Michael Greer) pronuncia las palabras "Nadie te oirá gritar" y es curioso que Hill fuera a producir ‘Alien, el octavo pasajero’ (1979) unos años después, cuyo lema icónico era "En el espacio, nadie puede oírte gritar".
Tras ese momento vemos un manicomio donde una mujer encerrada advierte con una inquietante voz en off “te están esperando”, hablando de un pueblo en la costa que “solían llamar New Bethlehem, pero cambiaron el nombre a Point Dune después de que la luna se pusiera roja como la sangre. No es diferente a miles de otras ciudades, pero lo que sucedió allí, lo que me hicieron, lo que están haciendo ahora...". Un comienzo que recuerda a muchas obras de terror clásico como ‘Matango’ (1963) pero en especial el de la contemporánea ‘La noche de los diablos’ (La notte dei diavoli, 1972) de Georgio Ferroni, adaptación de ‘La familia Wurdalak’ que también se adaptaba a los nuevos aires del cine de zombies.
La sombra sobre Point Dune
La mujer encerrada es la protagonista Arletty (Marianna Hill) y seguiremos el momento en el que viaja a Point Dune en busca de su padre, Joseph Lang (Royal Dano), un artista de renombre que ha establecido su residencia permanente allí desde su esposa falleció. Pronto asistimos al primer aviso de que las cosas en el pueblo son más extrañas de lo que parecen, cuando el mecánico (Charles Dierkop) que atiende la gasolinera de la entrada le recomienda que vuelva por donde ha venido. Después, vemos cómo un hombre grande y albino (Bennie Robinson) llega a la estación con una camioneta donde tiene varios cadáveres para asesinar al trabajador.
Arletty llega a la casa de su padre ausente y descubre sus anotaciones en un diario con inquietantes y alucinantes descripciones de rituales y seres perversos en la playa, y la sensación progresiva de que su cuerpo está siendo tomado por una fuerza malévola, de nuevo, al más puro H.P. Lovecraft. Pronto entrará en contacto con otros personajes como Thom, Laura y Toni y la trama deja de seguir el patrón esperado abandonando parcialmente a la protagonista para seguir a las otras dos chicas en dos de las escenas más memorables de la película.
En una, Laura entra en un supermercado local cuyos pasillos están vacíos, donde se encuentra con una horda de lugareños comportándose como vampiros o zombies. Es aquí cuando la película alcanza una capacidad espeluznante casi inigualable, ofreciendo un curso intensivo sobre cómo filmar una escena de muertos vivientes aterradora. La iluminación de la tienda es como la de un manicomio y transmite la idea de ser el único ser humano en un espacio cerrado mientras te persiguen, con un escuadrón de ghouls reunidos alrededor de congelador de carne cruda como revelación de los horrores del pueblo.
Un gótico de vanguardia
La escena del cine es aún más aterradora e inolvidable, puede que una de las mejores del cine de género de su década. Toni se sienta en la primera fila mirando la pantalla comiendo palomitas de maíz y gradualmente percibe que se sientan a su lado. Mientras mira a un hombre y una mujer en butacas cercanas se da cuenta de parecen fríos, pálidos y sin vida, poco a poco, como de la nada, más figuras siniestras se amontonan en los asientos. Huyck y Katz representan deliberadamente la famosa escena de los cuervos amontonándose tras Tippi Hedren en ‘Los pájaros’ (1963), tal vez a modo de guiño, pero no es una referencia aislada.
La película de Hitchcock también planteaba la costa de California y el escenario un pueblo pequeño como escenario para el terror y en ‘Messiah of Evil’ se traslada tanto para construir esas dos escenas como para desarrollar una atmósfera única. El estilo busca actualizar los sobrios e inquietantes mundos nocturnos de las películas de Val Lewton, como una evolución de los trabajos regionales del terror independiente de los 60, como ‘Night Tide’ (1961) de Curtis Harrington con la que comparte ubicación costera y una sensación irreal de fatalidad lenta e inevitable que no se puede comprender.
La mayoría de la película transcurre de noche, alrededor de edificios bien iluminados, como la estación de servicio, o los callejones, que adquieren una sensación de otro mundo que la hacen heredera directa de ‘El carnaval de las almas’ (1962), siguiendo aquella relectura del cine gótico bajo una óptica de sueño febril con fronteras de la realidad difusas, cambiando los espectros por entidades caníbales, pero modernizando algunos de sus momentos clave. Ahora se considera a ‘Messiah of Evil’ una de las mejores representantes de la ola American Gothic, pero también introducía el terror multicolor italiano y notas de horror cósmico.
Del Giallo a Rob Zombie
Los directores han confirmado que sus influencias fueron el giallo y el cine de Antonioni, algo que se percibe en la combinación de azules, rojos, verdes y violetas eléctricos, seis años antes del estreno de ‘Suspiria’ (1977), aunque también se percibe cierta lírica de la imagen afín a Jean Rollin. El resultado es una propuesta visualmente impactante y artie que contribuye a la atmósfera única e inquietante. La dirección de arte de Jack Fisk y y Joan Mocine, que posteriormente harían ‘Malas tierras’ de Terrence Malick, brilla sobre todo en el estudio del padre, lleno de montajes fotográficos, pinturas que crean ilusiones ópticas ocultando puertas o frescos fotorrealistas de personas de otra época, dan a la localización un carácter de vanguardia que puede que Rob Zombie quisiera replicar en el apartamento de ‘Lords of Salem’ (2013).
Detalles como las magníficas tomas de criaturas a través de un tragaluz indican una vocación de trascender más allá del material de explotación del cine zombie que se le podría presuponer a la película, pero más allá de lo formal, es su argumento opaco el que acaba consolidando su aire experimental. Nunca sabemos exactamente lo que está sucediendo con la gente de Point Dume. Queda claro que todo está relacionado con la “luna de sangre” y el inminente regreso del “forastero oscuro”, del que solo sabremos a través de un flashback del tercer acto donde vemos que el pueblo fue infectado por una maldición de 100 años provocada por ese misterioso hombre.
Su enigmática figura es un guiño a la historia y la mitología estadounidenses, ya que se afirma que era uno de los miembros de la Expedición Donner, en la que habría adquirido una inclinación por el canibalismo y una nueva y malévola fe al sobrevivir a la experiencia. Esto ofrece un ángulo diferente a la base folclórica del país, sustituyendo el clásico cementerio indio olvidado para subrayar el germen enfermo del propio proyecto de colonización y construcción de la nación, también acotando la figura del falso profeta, los pastores con segundas intenciones e incluso la paradoja de la creación de religiones asociada al territorio deslocalizado.
El cine de terror de la era del Vietnam
Pero una vez conocemos esto, seguimos sin saber quién es o qué está pasando realmente, la razón del miedo Arletty o su advertencia final. ‘Messiah of Evil’ deja muchas preguntas e invita a crear asociaciones de ideas intuitivas, por ejemplo relacionar de alguna manera al forastero con entidades mitológicas como el Wendigo, asociado también a la Donner Party. Pero la película va más allá y sienta un precedente americano a las tramas de conspiración rural, que se suelen atribuir a su coetánea ‘The Wicker Man’ (1973), compartiendo con ella una sensación inquebrantable de que algo extraño acecha debajo de una comunidad aparentemente familiar.
De forma consciente o inconsciente Huyck y Katz enlazan con las inquietudes y temores que reflejaban el entorno cultural de la era de la Guerra de Vietnam. La presencia constante en la televisión de soldados traumatizados y camaradas muertos representaban el fracaso del sueño americano de los 50 y el pesimismo tras la era del amor fracasada, en un periodo para la cultura pop que se ha bautizado como “la pesadilla americana”, perfectamente reflejada en ‘Deathdream’ (1972) de Bob Clark y una serie de títulos que reflejaban el subconsciente colectivo con grano áspero y pesimismo, como ‘La maldición de los Bishop’ (1971), ‘Maletesta’s Carnival of Blood’ (1972), ‘The Child’ (1977), ‘Dark August’ (1976) o ‘Warlock Moon’ (1973), que afrontaban lo sobrenatural como un mal sueño captado en celuloide dañado.
El legado de ‘Messiah of Evil’ apenas hizo mella en sus primeros años, aunque se puede rastrear en pequeños detalles. Aparece en una marquesina de cine de ‘Annie Hall’ (1976), junto al apropiado programa doble con ‘El diablo se lleva a los muertos’ (1973), en ella el personaje de Hall, Alvy Singer, detestaba California y Hollywood, por lo que Woody Allen eligió los nombres de dos películas reales que, en su opinión, representaban “la insipidez de la industria cinematográfica”. Puede que el primer rastro se encuentre en ‘El misterio de Salem’s Lot’ (1979), para la que sirve como precedente oculto.
El legado del mesías
No solo por su trama común de un pueblo en el que sus habitantes son zombies/vampiros — por cierto, muchos de los extras que los encarnan eran trabajadores desempleados de la NASA— sino por sus reminiscencias de cultos lovecraftianos presentes en el relato precuela ‘Jesusalem's Lot’ y el detalle de que la novela de Stephen King tuvo como primer título precisamente ‘Second Coming’. La principal diferencia con la obra de King es que Huyck nació en Los Ángeles y parece buscar capturar una forma particular del gótico californiano.
Una extrañeza debajo del estado más relajante de Estados Unidos más allá de los límites de sus grandes metrópolis. Aunque con puntos en común con las películas que exploran los misterios de Los Ángeles, ‘Messiah of Evil’ refleja la tranquilidad enrarecida de los pequeños municipios de costa a través del silbido del oleaje californiano o la noche cálida captada por la fotografía de Stephen Katz, regurgitando la visión de Edward Hooper para adelantarse a fotógrafos contemporáneos que reflejan la decadencia urbana como Gregory Crewdson.
El horror del neón por la noche, las estaciones de servicio y el brillo fluorescentes de tiendas de comestibles las 24 horas habitadas por noctámbulos deambulantes en calles llenas de franquicias extintas. La turbia partitura de sintetizador de Phillan Bishop hace eco de este sentimiento con sus temas letárgicos y de ensueño. No hay a donde ir y los personajes permanecen en este lugar no tanto por elección, sino por destino.
La pieza de oro de los pueblos malditos
El propio desierto suburbano de Detroit de ‘It Follows’ es deudor de la idea de la América enferma que refleja el paisaje desarraigado de Huyck. “Si las ciudades del mundo fueran destruidas mañana, todas serían reconstruidas para parecerse a Point Dune”, se lee en el diario de Joseph. Pese a una modernidad que no se alcanzaría mucho más tarde, la película marca unas pautas de atmósfera y temática del "pueblo abandonado embrujado" que resultarán clave en películas posteriores, como la italiana ‘Miedo en la ciudad de los muertos vivientes’ (1980), con la que no solo comparte zombies, inspiración lovecraftiana e incoherencias inexplicables.
Como en aquella, una de las formas en que puedes saber que alguien se está convirtiendo en uno de los secuaces del Mesías es que lloran lágrimas de sangre. También coincide en muchas situaciones y texturas con ‘La niebla’ (1980) de John Carpenter, con quien también converge en una escena especialmente repugnante en la que Arletty vomita escarabajos, gusanos y una lagartija, como señal de que ha sido infectada y que tiene cierta resonancia con los mendigos zombies de ‘El príncipe de las tinieblas’ (1987), en particular unos síntomas similares en sus víctimas.
La atmósfera neblinosa y húmeda también nos lleva al pueblo con secretos de ‘Muertos y Enterrados’ (1981) mientras que la inspiración común en ‘La sombra sobre Innsmouth’ la acerca a ‘Dagon’ (2001), aunque probablemente la película con más referencias directas —hasta el punto en que parece un remake de ‘Messiah of Evil’— es la reciente ‘Offseason’ (2022), una sencilla rendición a su clima etéreo que certifica su identidad actual como título de culto, a la espera del impacto de la nueva edición de Radiance a partir de metraje rescatado de la academia, que puede lograr darle una nueva vida a un clásico con vocación de transcender distintas épocas.
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