Ya habiendo cumplido 90 años, el propio Richard Donner anunció que volvería a dirigir la quinta y última entrega de su icónica franquicia de películas ‘Arma letal’ (Lethal Weapon, 1985) que hubiera sido su canto de cisne para concluir una carrera de décadas. Lamentablemente, el director nos dejó a los 91 años y puede que la última vez que le viéramos fue en la reunión por zoom con el reparto de ‘Los Goonies’ (The Goonies, 1984).
Un momento mágico de la pandemia que ahora cobra un nuevo sentido y valor por servir casi como despedida de sus chicos, y que podría haber sido replicado con la gran parte de sus grandes películas. Hace poco se le convocó para hablar de ‘La profecía’ (The Omen, 1976) en la serie ‘Cursed films’ (2020), no sería raro que hiciera una reunión con Bill Murray para celebrar una de las películas navideñas más célebres, ‘Los fantasmas atacan al jefe’ (Scrooged, 1988), o con Michelle Pfeiffer para recordar momentos de ‘Lady Halcón’ (Ladyhawke, 1985).
Sobre su ‘Superman’ (1978) no dejaría de hablar constantemente, y es que, sin Donner, el Universo Cinematográfico de Marvel tal y como lo conocemos podría no ser lo que es hoy. Donner fue un nombre que ejemplificó el éxito como director dentro del sistema de estudios, y aunque no es cuestión de socavar los tremendos impactos en Hollywood de los que él personalmente sería responsable a lo largo de su filmografía, es incuestionable que cuatro de sus películas, simplemente cambiaron el juego y han creado su propio legado.
Hablar de toda su carrera sería una cuestión fundamental si queremos adivinar el alcance de su impacto: tan solo rascando un poco ya solo en sus inicios televisivos encontramos uno de los episodios más famosos de ‘The Twilight Zone’, la adaptación de ‘Pesadilla a 20.000 pies’(Nightmare at 20,000 Feet, 1963), protagonizada por un frenético William Shatner que vislumbra un monstruo en el ala del avión de pasajeros en el que está volando. Hasta dos remakes del mismo, parodias y una versión apócrifa en forma de largometraje este mismo año con ‘Pasajero oculto’ (Shadow in the Cloud, 2020) nos da pistas de su influencia.
La maldición de la bestia
Pero para hacernos una idea de su huella en el cine basta con empezar centrarse en una de sus primeras películas, ‘La profecía’, un gran éxito en 1976 que marcó un punto de inflexión en la carrera de Donner y el comienzo de su dominio como uno de los directores estrella de Hollywood. A raíz del éxito de ‘La semilla del diablo’( Rosemary's Baby, 1968) y ‘El exorcista’( The Exorcist, 1973), aprovechando la histeria sociopolítica y religiosa de la década de 1970, el origen de Damien cerró la trilogía seminal de terror de temática religiosa y satánica.
Definitivamente una versión más comercial que las anteriores, perfeccionó muchos detalles como la inconfundible banda sonora de Jerry Goldsmith, cuya inversión maligna del canto gregoriano, invirtiendo frases del Rito Romano, implementó el concepto del bien contra el mal y de catástrofe Milenarista. Pocas películas de terror centradas en niños malignos, cuyo punto de partida es la subversión de la inocencia que a menudo se asocia a la infancia no tienen en cuenta ‘La profecía’, sus secuelas o remake oficial, de ‘Los chicos del maiz’ (1984) a ‘Hereditary’ (2018).
Pero no todo acaba en críos malvados. Todo el cine sobrenatural en el que hay un componente de slasher cuyo asesino son maldiciones y fuerzas ocultas le deben mucho al film de Donner, cuyas set pieces de muertes deberían acreditarse también como inspiración de toda la franquicia iniciada por ‘Destino final’ (Final Destination, 2000). Pero además la taquilla generada ayudó a que Alan Ladd Jr., quien tuvo un papel decisivo en la feroz negociación con Fox para lograr hacer ‘La guerra de las galaxias’ (Star Wars, 1977), tras arriesgarse con éxito ‘La profecía’, tenía una firme convicción en George Lucas y luchó por su visión, por lo que hoy, Disney le debe bastante al anticristo.
El emisario de Krypton
Antes de 1978, los cómics se veían como bromas, material para niños, o incluso fuente de comedia camp. Una percepción en gran parte deudora del ‘Batman’ de 1966 y los seriales de ‘Las Aventuras de Superman’ de bajo presupuesto de la década de 1950. Los superhéroes eran productos desechables. Hoy, los personajes de las páginas en cuatricomía definen la taquilla y ganan Óscars. Y su Superman había dado a luz al género en 1939 en papel, sería el destinado a definir la forma de las películas de superhéroes modernas, mano a mano con Richard Donner.
El guion escrito originalmente por Mario Puzo para ‘Superman’ (1978) fue reelaborado por varios guionistas diferentes como David Newman, Leslie Newman y Robert Benton y estaba más cerca de un episodio de la serie Batman de los años 60 que de la visión que tenemos hoy en la cabeza. La verdadera revolución en el género aparece cuando Donner insistió en que la historia se interpretara con un tono verosímil, serio y con los pies en la tierra. Aunque la película mantiene un tono relativamente jovial, con elementos cómicos definidos, su historia está contada con una dosis justa de gravedad emocional y honestidad.
Esto se logró cuando Donner reclutó a Tom Mankiewicz, sobrino del creador de 'Citizen Kane', para reescribir el guión de nuevo y lograr que la idea del tipo en leotardos fuera tomada en serio, aderezando la aventura con un tono místico que se hace especialmente hermoso, incluso melancólico en el magistral tramo en Kansas, realmente el aspecto que pocas cintas de superhéroes, solo quizá ‘Logan’ han logrado replicar. Detalles técnicos, y los grandes logros de efectos especiales también tuvieron aportación del propio Donner, que era piloto y tenía una comprensión del vuelo que había trabajado en su film ‘X-15’ (1961).
Esta pasión por la aerodinámica – que continuaría en el maravilloso coming of age ‘Radio Flyer’ (1996)–, influyó en la planificación necesaria para que el público creyera realmente que un hombre puede volar. ‘Superman' fue la primera película moderna de superhéroes, tuvo una secuela truncada, que hoy podemos ver más o menos como ideó Donner, y otras dos entregas y un spin-off de ‘Supergirl’ (1984) y sin ella, el cine de cómics que culminó en MCU no sería lo que es, y ha tenido homenajes directos a su estilo en ‘Superman Returns’ (2004) o ‘WW 1984’ (2020).
Los Goonies nunca dicen muerto
Entre los varios clásicos de la carrera de Donner, se impone, entre ellos ‘Los Goonies’, una aventura juvenil protagonizada por un joven Sean Astin y Josh Brolin. La historia fue concebida por Steven Spielberg, quien luego actuó como productor ejecutivo y desarrollada por Chris Columbus, recién salido de escribir el guion para el gran éxito ‘Gremlins’ (1984) y debía partir sobre niños que se embarcan en una búsqueda del tesoro en una tarde de lluvia. Spielberg eligió a Richard Donner para dirigir la película y fue un éxito de taquilla, recaudando 124 millones de dólares frente un presupuesto de 19.
Trampas explosivas al estilo de ‘Indiana Jones’, mapas secretos del tesoro pirata, una familia criminal y un hombre con deformidades faciales crearon un relato inolvidable que en su fondo reflejaba la ansiedad económica de clase media ante el avance del capitalismo salvaje, la despoblación y la imposibilidad de las propiedades, en una película que inoculó un sentimiento antineoliberal en un montón de niños de los 80, que, con razón, idolatran el film y su significado de conexión intergeneracional, hoy ausente.
A ‘Los goonies’ debemos la mayor parte de lo que entendemos como el espíritu de la nostalgia de Amblin de los 80 que nos ha llevado a la gran ola reciente de revisionismo con neón, con ‘Stranger Things’ de Netflix a la cabeza, la adaptación a la pantalla grande de ‘It ambas muy centradas en replicar paso a paso el éxito de ‘Super 8’ (2011), que en sí misma es una película producida por Amblin. Desde 'Attack the Block' (2011), ‘El niño que pudo ser rey’ (The Kid Who Would Be King, 2018) a ‘Shazam!’ (2019), e incluso el spin-off de Transformers, ‘Bumblebee’, el legado Goonie es incalculable, pese a ser la única de las 4 grandes piezas de este puzzle que no tuvo su propia franquicia.
El Big Bang de la Buddy Movie moderna
‘Arma letal’ es una de esas películas de acción de los 80 que han llegado a definir sus respectivos subgéneros sin necesariamente intentarlo. Escrita por Shane Black, la buddy movie de Richard Donner acabó definiendo las dinámicas del género policiaco y de acción tras su estreno. Cambió las reglas del juego, no solo por su puesta en escena espectacular, fotografía y música de Michael Kamen y Eric Clapton, sino por la dinámica única entre Riggs (Mel Gibson) y Murtaugh (Danny Glover) que es lo que hace que sea considerada un clásico incuestionable.
Su segunda parte la convierte en una de las mejores franquicias de todos los tiempos, pese a que la 3 y la 4 no estuvieran a la misma altura. Mucho de ese éxito proviene de la interpretación de Danny Glover que aportaba corazón y alma a la historia, en contraste con el trastornado Riggs, dándole una humanidad sorprendente que creó también un referente de representación afroamericana en una gran producción, que ha tenido hasta una serie de televisión.
‘Arma Letal’ influyó en varias películas similares que se hicieron en los años siguientes, como ‘Tango & Cash’ (1989) o ‘El ultimo boyscout’ (The Last Boyscout, 1991), pero su sello se ha ido perpetuando en el cine de acción de los 90, como ‘Dos policías rebeldes’ (Bad Boys, 1995) y ‘Hora punta’ (Rush Hour, 1998), hasta las variaciones de nuevo milenio desde ‘Sin tregua’ (End of Watch, 2012), la reciente ‘El otro guardaespaldas’ (The Hitman's Bodyguard, 2017) o hasta 'Iron Man' 2 y 3 o 'Falcon y el soldado de invierno', Todas tienen una deuda pendiente con Richard Donner.
Pese a que hasta su último esfuerzo, ’16 calles’ (16 blocks, 2006) fue una gran pieza de neonoir impecable, a menudo no se ha reconocido a Richard Donner más que como un artesano, quizá porque era el tipo de director cuyo estilo no dejaba saber fácilmente que era él quien estaba detrás de la cámara. La pista principal de su huella es que probablemente todo está muy bien rodado, perfectamente narrado y con una historia impulsada por sus personajes y no por la mano negra del que escribe o rueda. Tal vez sea eso lo que hace falta para cambiar no solo la historia del cine sino levantar pilares de la cultura popular.
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