Como espectadores, nos gusta formar parte del relato. Nos gusta prever lo que va a suceder, adivinar qué camino va a tomar una historia o anticipar grandes clímax. El guionista aprovecha esto para jugar con el espectador, quiere por su parte que forme parte de la historia y colocar pistas que le lleven por donde a él le conviene. Sean señuelos o no, estos ganchos atrapan al espectador y le mantienen interesados y conectados con la historia.
Por supuesto, es un recurso peligroso. En el mecanismo anticipación-cumplimiento, la resolución de ese gancho es esencial y lo es por dos motivos: la satisfacción del espectador de ver resuelta su expectativa y la consolidación de la relación entre audiencia y relato. Esto no quiere decir que un señuelo sea malo por definición, todo lo contrario. Utilizado correctamente, esa pista falsa hará avanzar la trama igualmente en otra dirección distinta a la prevista por el espectador, que seguirá disfrutando de formar parte del juego.
Suelo señalar ‘The Killing‘ como ejemplo para el mal uso de señuelos. En una serie como ésta, en la que toda la trama gira en torno a la búsqueda de un asesino, es habitual recurrir a pistas falsas; Linden no puede encontrar lo que busca en el segundo episodio. Sin embargo, una vez que se identifica un señuelo como tal, éste debe abrir una nueva puerta o, como mínimo, no anular todo lo vivido en los cuatro capítulos anteriores, obligando a la investigación a partir de cero. Como espectadora, algo así a mí me frustra y provoca mi abandono de la serie.
Aunque la anticipación sea un recurso narrativo, con el tiempo se ha convertido en un concepto clave en la lucha contra ese gran villano televisivo: El mando. Al contrario que la audiencia cautiva de las salas de cine, los espectadores televisivos tienen al alcance de un botón una variedad prácticamente inabarcable de contenido para elegir, lo que condiciona la forma de estructurar cada programa, sea un concurso, un talk-show, un reality (esos COMING UP tan habituales) o una serie.
En los guiones cinematográficos, las formas de aplicar la anticipación son variadas pero todas siguen ese objetivo de captar al espectador, hacerle parte de la historia, jugar con él, crear un suspense y proporcionar la satisfacción del cumplimiento. Pueden ser diálogos que hagan referencia a un acontecimiento futuro (en los buenos guiones será algo sutil o en subtexto) o un simple plano detalle de una carta vital para un personaje que cae accidentalmente en mitad de la alfombra, pero siempre nacerá de lugares comunes familiares y reconocibles por el espectador. Si no fuera así, el gancho sería infructuoso.
La anticipación en televisión
En la ficción serializada, la anticipación adquiere nuevas dimensiones. Ya he mencionado en otros artículos cómo factores externos al relato condicionan mucho el contenido en televisión. Los ganchos son vitales a varios niveles en una narración por fascículos pero es algo a lo que le dedicaré la columna de la semana que viene, ya que antes he de hablar de los diferentes niveles de anticipación en las series. Pero antes, un ejemplo MUY simple.
Estoy tan enganchada al libro que estoy leyendo que no sabes lo que me pasó el otro día (primera anticipación). Iba yo feliz leyendo mientras caminaba hacia la boca del metro (segunda anticipación), el metro de Ciudad Universitaria, ya sabes, ese que tiene las escaleras más empinadas que Cirith Ungol (tercera anticipación)
Las dos primeras anticipaciones son sencillas y casi automáticas. Si el narrador parase justo antes de la segunda, probablemente el interlocutor reaccionaría preguntando qué pasó; para cuando llegase a la tercera, el receptor ya habría anticipado el final, provocando una expectativa en torno a cómo sucedió en concreto y qué pasó después.
Aunque generalmente sea un énfasis subrayado y creado específicamente, la anticipación es una herramienta muy orgánica que puede incluso surgir de forma automática o inconsciente (escaleras empinadas = porrazo importante). En la anticipación (como en muchos conceptos relacionados con la narración de historias) entra en juego el universo cultural, el conocimiento, la lógica y la experiencia del espectador.
Si un personaje avisa a otro de que está cosiendo fatal los botones del pantalón, una intención posterior de ir a una discoteca creará una anticipación relacionada con un ligue potencial viendo sus calzones de Hello Kitty. Este tipo de anticipación es muy efectiva y en general más sencilla, pero el guionista de televisión cuenta con una ventaja única: la serialidad.
Una narración seriada permite crear y construir una dinámica concreta, perfilar personajes y evolucionarlos junto a las historias, creando un entramado sólido y consecuente con el que trabajar. El espectador conoce este mundo creado y ha sido parte de su desarrollo, conoce cómo reaccionan los protagonistas y la dirección que suelen tomar las tramas por lo que cierto tipo de premisas cómicas y dramáticas se convierten en cierto modo en predecibles. Este adjetivo que habitualmente se usa con connotación peyorativa, no deja de ser en cierto modo sinónimo de la anticipación.
Previsible es negativo cuando el recorrido hasta el cumplimiento y las consecuencias del mismo no aportan nada más del significado en sí mismo el hecho predicho. Cuando el espectador conoce tan bien la serie, su tono y a los personajes, esa previsibilidad se convierte en un deseo por ver y disfrutar lo anticipado, por descubrir desviaciones, sorpresas y consecuencias.
Al contrario que en los mecanismos creados ex profeso que comentaba al principio, esta expectativa nace del espectador y de su estrecha relación con la serie, lo construye él mismo sin necesidad de un hincapié por parte del guionista, que conoce de esta conexión espectador-serie y juega con ella. Pero todo tiene su parte negativa y, como ya comentaba cuando hablaba de la accesibilidad de las series, abusar de estos mecanismos tan internos y autorreferenciales puede provocar que una serie sea demasiado impermeable para el espectador casual, que no posee la información previa ni forma parte de esa dinámica como para conectar con lo que se está contando.
En un negocio en el que es tan importante retener a los espectadores, la anticipación es una herramienta esencial y encontrar el equilibrio entre las diferentes vías para provocarla es complicado. También es delicada, ya que un hincapié extremo puede ser contraproducente, las dos primeras viñetas de la tira cómica del inicio van en esa línea.
‘Cómo conocí a vuestra madre’ es una serie que recurre a ambos tipos de anticipación. Por una parte, construye planteamientos para aprovechar la familiaridad con sus personajes. Por otra, crea expectativas en torno a la identidad de la madre. A este respecto, ha acabado abusando de este tipo de anticipación convirtiendo a la madre en una pieza esencial que, de otra forma, habría sido fácilmente aceptada como un simple punto de partida o excusa para contar lo demás. Le gusta hacerlo por guiños (que si la cabra, que si el paraguas…) provocando expectativas en el espectador que luego ha demostrado ser torpe resolviendo de forma satisfactoria, cuando podría limitarse a crear sus premisas cómicas a corto plazo aprovechando su ya bien establecida dinámica de personajes.
Por cierto, la del metro de Ciudad Universitaria fui yo, y las cosas no se desarrollaron como cabría esperar…
Tira cómica | Chaospet
En ¡Vaya Tele! | La accesibilidad de las series
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