Tras estar asociados en sus últimos films con la pareja Andrew G. Vajna y Mario Kassar, y que le reportaron no pocos beneficios, Walter Hill pasó a asociarse con otra singular pareja, Bob Gale y Robert Zemeckis, que venían de cosechar un gran éxito de público y crítica con la trilogía de 'Regreso al futuro' ('Back to the Future') entre otras cosas. Ambos sirvieron a Hill, de quien me resisto a creer que no metiese mano en el guión, como casi siempre hacía, una historia que le iba como anillo al dedo. Una especie de aventura urbana, nada complaciente y que versa sobre la avaricia, a través de la búsqueda de un tesoro escondido cuya inspiración hay que buscarla en la mítica 'El tesoro de Sierra Madre' ('The Treasure of Sierra Madre', John Huston, 1948) y cómo no, en el universo del western en general. Walter Hill en su salsa, una vez más.
El film cambió su título original 'The Looters', que significa los saqueadores, por 'Trespass', que es algo así como violación de la propiedad privada. La razón fue que, debido a los famosos disturbios acaecidos en Los Angeles a principios de los 90, se creyó que era un título demasiado provocativo, por lo que decidieron cambiarlo por el segundo. Algún iluminado en la productora debió pensar que era más adecuado. Dejando a un lado esta curiosa anécdota, lo cierto es que nos encontramos ante uno de los trabajos más sólidos y locos al mismo tiempo, en los que la mano de su productor y guionista, Zemeckis, se nota bastante, pero sin anular en ningún completo la mirada personal de Hill, de nuevo inmerso en un mundo viril. Un thriller de acción con muy pocas concesiones al espectador. Tal vez por eso, sólo tal vez, no obtuvo el éxito que merecía.
(From here to the end, Spoilers) Bill Paxton, maravilloso actor con un registro muy amplio y para quien esto firma merecedor de un status muy superior al que ha tenido durante todos estos años, y William Sandler, otro eterno secundario más especializado en papeles de villano, dan vida a dos bomberos que realizando su trabajo encuentran lo que parece el mapa de un tesoro. Este se encuentra escondido en un edificio abandonado, por lo que hacerse con el mismo parece tarea fácil para dos hombres acostumbrados al riesgo. Lo que en un principio debería no suponer ningún peligro se va convirtiendo en una auténtica pesadilla. Un sin techo (Art Evans) y una banda de gangsters serán los inconvenientes que los dos bomberos tendrán que solventar si quieren hacerse ricos. Poco a poco las cosas se irán complicando hasta llegar a una conclusión nada esperada. Es probable que nos encontremos ante el film de Hill con el final menos complaciente de todos.
Prácticamente toda la acción del filn transcurre en el interior del edificio abandonado, un auténtico laberinto de escaleras, habitaciones, túneles y más sorpresas que irán mermando en el ánimo de dos hombres a los que enseguida la situación les supera. De caracteres completamente distintos, aunque sean compañeros de profesión, sus verdaderas personalidades saldrán a la luz cuando las cosas se pongan feas. Don (Sandler) no está dispuesto a irse de allí sin el tesoro, y Vince (Paxton), menos atrevido y un poco más inocente, enseguida se dará cuenta de que el mayor tesoro de todos es la propia vida. Intereses enfrentados que se extendrán a los gangsters que los tienen rodeados en una de las habitaciones, donde permanecen con un rehén —personaje que en principio iba a ser para una mujer, la novia de uno de los villanos—. El tesoro, ansiado por todo, se convierte en un poderoso mcguffin con el que Hill explora a modo de relato de acción lo peor del ser humano.
Ice T y Ice Cube eran conocidos por su carrera musical, y 'El tiempo de los intrusos' supone uno de sus primeros trabajos para el cine, con el aliciente de coincidir en el reparto. T como el cabecilla de la banda y Cube como uno de sus hombres, puede que sean el punto flojo del film debido a sus interpretaciones. Ni siquiera imponen o atemorizan por sí solos, dejando esa función en manos de alguno de los secundarios. En cualquier caso a Hill le interesa la acción, el enfrentamiento entre los personajes, las traiciones, el interés personal de muchos por hacerse con el tesoro aunque para ello tengan que deshacerse de sus compañeros. En ese aspecto la labor de Hill es ejemplar, llevando a su propio terreno un material ajeno, marcando muy bien el crescendo dramático hasta una parte final totalmente desmadrada. Violencia y destrucción como en otros de los trabajos del director.
Resulta curioso como este film, que repetimos apenas tuvo éxito taquillero, ha influenciado poderosamente en el cine posterior. Atención al detalle del personaje que lleva todo el rato una cámara de vídeo con la que va filmando lo que sucede, optando Hill en varios momentos por la cámara subjetiva, pero sin cargar las tintas. ¿Cuántas veces hemos visto eso mismo hoy día en infinidad de films? Y voy más allá, un edficio, tres personajes encerrados luchando por sus vidas mientras buscan algo, bomberos, cámara en mano. Estoy plenamente convencido de que Jaume Balagueró y Paco Plaza la tuvieron muy presente en su exitoso film sobre infectados. La gracia del film de Hill está en su extraordinario equilibrio entre géneros, tan conseguido que el film posee vida propia más allá de sus innegables influencias.
Una gozada de principio a fin, en la que nunca decae el interés. Y una ironía final. El tesoro se lo lleva el sin techo, el que realmente más lo necesita, mientras Vince, uno de los pocos que han sobrevivido al estallido de violencia, escapa de allí asustado.
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