Ya he visto 'Venom 3'. 'El último baile' no decepcionará a los fans de las películas anteriores con Tom Hardy, pero ni sorprende ni lo intenta

Ya he visto 'Venom 3'. 'El último baile' no decepcionará a los fans de las películas anteriores con Tom Hardy, pero ni sorprende ni lo intenta

Hardy se despide del personaje de una manera agridulce. Es mejor que otras películas del Sonyverso pero se queda en simple contenido

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Venom 1

Si entras a ver 'Venom: el último baile' sabes perfectamente a lo que te enfrentas. Es una más de una saga que se presupone que acabará de forma épica para los fans irredentos del personaje y supondrá otra mediocridad más del Sonyverso para los que vieron las otras dos a regañadientes. En última instancia, este es un final con más sombras que luces para un antihéroe que merecía mucho más que esta conclusión que no sabe elegir su camino entre la epicidad convertida en contenido y la buddy movie noventera (con todo lo que ello conlleva), pero que tiene detalles que merecen cierta atención.

Dame Veneno que quiero morir

No somos pocos los que nos quejamos de que en los blockbusters de Hollywood cada vez se prioriza más el contenido que la película en sí misma. Y 'Venom: el último baile' es uno de los mejores ejemplos: no aburre, claro, pero está pensada para ver con el móvil en la mano un domingo por la tarde. Los personajes repiten los puntos clave de la trama hasta seis veces, las situaciones son de una simpleza ramplante, los sentimientos inexistentes y el guion, más allá de un par de buenos chascarrillos del simbionte protagonista, no tiene mucho ya que rascar.

Puede que esta tercera parte sea la película más noventera (y más propia de Avi Arad) en una saga que ya es, de por sí, muy propia de aquella década. La acción está repleta de explosiones continuas, los personajes secundarios son perfectamente reemplazables por otros, hay un trasunto de cine blanco y familiar, las supuestas gamberradas son bromas dignas de primaria (hay un momento en el que un niño dice "culo" con la esperanza lejana de que la platea se parta de risa) y, al final, termina, sin quererlo, siendo una parodia de sí misma. 'Venom: el último baile' podría estar perfectamente creada por una inteligencia artificial y retocada in extremis por un par de guionistas sin muchas ganas de guasa.

Eso no quita para que tenga partes muy solventes: el viaje de Eddie y Venom formulado como "buddy movie" por Nevada es constantemente entretenido, con algunos momentos hilarantes. La película sabe a la perfección que la gran mayoría del público de esta saga, a estas alturas, va a volver a pagar la entrada tan solo por ver a este personaje doble haciendo chanzas. La mayoría, eso sí, están en el tráiler pero de vez en cuando se cuela algún ingenio (Venom cantando 'Space Oddity', el baile en Las Vegas, la preparación del bloody mary) que hace que la mediocridad se esfume ligeramente. Y en este mar de mediocridad en el que es fácil ahogarse, se agradece muchísimo.

This is ground control to major Brock

Por algún motivo, 'Venom: el último baile' se cree en la potestad de poder empezar una macro-saga basada en una de las mejores historias de la última década de los cómics Marvel (el Rey de Negro), pero sin explicar cómo se va a desarrollar a partir de ahora. Esta película es un simple prólogo de un universo mayor, de una franquicia de la que aún desconocemos sus mimbres, y tiene la enjundia que uno podría esperar de un universo que parece creado al buen tuntún, improvisando en cada nueva película.

Hay una película interesante en esta secuela, pero para encontrarla hace falta extirpar todo el simple contenido de la misma, creado para llegar a todos los segmentos de población, y amplificar lo que realmente la hace especial: la relación entre sus dos protagonistas. El núcleo de 'Venom: el último baile' tiene corazón, es emocionante y hubiera sido increíble verlo en las manos de una voz propia de Hollywood manufacturadora de blockbusters, en lugar de dejarlo en las de Kelly Marcel, guionista de las dos anteriores y que no ha aprovechado su debut en la dirección para hacer algo realmente especial.

Si lo que estás buscando es una película para matar el rato, lo consigue con creces de manera poco reprochable. Hay explosiones, efectos especiales totalmente alejados de lo artesanal, un buen puñado de simbiontes (cogidos de cómics que no tantos espectadores habrán leído), gracietas constantes y recordatorios de la trama para ese momento en el que te pusiste a mirar Instagram. Y al final, un par de escenas postcréditos que insinúan que en Sony aún les quedan ganas de seguir rebuscando en el universo de Marvel. Las palomitas se han terminado, al refresco solo le quedan hielos y ahora vamos a cenar a La Tagliatella. Qué más quieres para un sábado.

Este último baile se siente como los dos anteriores: una colección de clichés para los fans más irredentos de los superhéroes que supera en entretenimiento a 'Madame Web' y 'Morbius' (no es que tenga mucho mérito), pero continúa escarbando en un guion mediocre rodado con la típica falta de cariño de unos señores encorbatados siguiendo las sugerencias de un algoritmo. Al final, no deja ni poso, ni ganas de ver la siguiente, ni emoción por la aventura, pero sabes que la próxima vez que veas a Venom (donde sea, con la cara del actor que sea) volverás a picar. Porque los fans de los superhéroes somos expertos en tropezarnos veinte veces en la misma piedra.

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