Tras la luminosidad de 'El niño', debido a que se ambientó en el desértico Arvala-7, volvemos a las penumbras (quéjate tú del episodio de la Batalla de Invernalia de 'Juego de Tronos') en 'El pecado', el episodio que cambia previsiblemente las cosas para nuestro mandaloriano (Pedro Pascal). Y es que uno no termina de quedarse tranquilo cuando un encargo no da buena espina.
Jon Favreau tiene clara la estructura de 'The Mandalorian' y parece increíble que deba destacar esto hoy en día ya que la convierte en una serie algo inusual en el mundo del streaming en cuanto a cómo marca y delimita cada episodio y nos construye claramente el arco de la serie. O, al menos, de temporada.
Pero vayamos al tercer episodio, dirigido por Deborah Chow, que se convierte en la primera directora de una obra "live action" de 'Star Wars'. Y lo hace con un episodio más recogido, de decorado y escena pequeña con iluminación la justa y necesaria.
La entrega del niño
Regresamos a Nevarro para entregar la mercancía, aka el niño, aka Baby Yoda. Entrega realizada y el sentido del deber completado... pero el del honor no del todo. Claro, ya desde el minuto uno sabemos qué va a pasar y que en algún momento veremos el esperado rescate... lo que nos interesa más es el cómo.
Teniendo en cuenta el género de la serie, el guion de Favreau nos va llevando hacia ese momento de renunciar. Colarse en la casa del "villano" (Werner Herzog) y a un final repleto de acción en la que vamos hacia una muerte segura. Y aquí el giro, con los camaradas mandalorianos acudiendo a la salvación en un momento tan manido como efectivo.
Pero también hay tiempo de detenernos un poco para "conocer mejor" a los mandalorianos. "El camino del mandalore" y "la Gran purga" que forzó a los mandalorianos a ocultarse en este sector de la galaxia. Un rencor hacia el imperio que hace que haya revulsión en torno al aceptar la fortuna sellada con el sello del imperio que trae nuestro protagonista.
Sin embargo, todo lo demás lo deja bajo un misterioso velo, incluyendo por qué es tan importante este Baby Yoda de cincuenta años. Claro, los curtidos en el universo de 'Star Wars' podemos llegar a sospechar cosas en el equilibrio del poder de la fuerza, pero para nuestro mandaloriano y su entorno se encuentra con que su instinto (y su honor para sus camaradas) le dice de protegerle a toda costa.
Código y pecado
Las intenciones del mandaloriano son, quizás, lo que más podamos discutir y debatir. Por lo menos a estas alturas de la serie. Lo poco que conocemos de él nos dice que el camino del mandalore es lo único que ha conocido; que es su única familia, si se le puede llamar así, y que un trabajo es un trabajo. Son mercenarios y cazarrecompensas. Esa es su vida.
En líneas generales, este episodio me ha resultado algo más pesado y el no salirse del arquetipo de historia ha resultado algo previsible. Aun así deja un sabor de boca ya que sabe perfectamente cómo distribuir sus tiempos y darnos en cada momento la dosis necesaria para tenernos pendientes de la pantalla.
¿A dónde irá ahora el mandaloriano y su rescatada cría de yoda? El pecado ha sido cometido y será perseguido, presumiblemente, por ello.
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