Si hay un título mítico dentro del género de western es 'Solo ante el peligro' ('High Noon'). Y no sólo porque se convirtiera en una película de éxito inmediato, con varios premios Oscar y con una fama acumulada a lo largo del tiempo, sino porque su excelente factura y sus ingredientes, suponen la esencia misma del género. Aunque, también es cierto, que la obra de Fred Zinnemann es de puro suspense usando el escenario y los personajes habituales del oeste.
Zinnemann alcanzó con este título y su siguiente obra 'De aquí a la eternidad' su cenit, y demostró su sobrado talento y su enorme capacidad para manejar el tiempo en la narración. Junto a su brillante dirección, hay que destacar de forma sobresaliente a su protagonista, un Gary Cooper crepuscular y colosal, así como un montaje perfecto (obra de Elmo Williams) acompañado de la inconfudible música de Dimitri Tiomkin. Todo ello bajo la producción del avispado Stanley Kramer.
También es cierto que ayudó enormemente al éxito en su época el tema principal de la banda sonora, interpretado por el cantante y actor Tex Ritter, que alcanzó enorme popularidad. Y aunque en la actualidad estemos acostumbrados a que una canción ayude a la promoción de una película, en aquellos tiempos no era lo habitual. Sobresaliente se puede calificar del trabajo de Gary Cooper, que recuperó su aletargada fama y prestigio para convertirse en el sheriff Will Kane, uno de los más famosos para la posteridad del cine del oeste.
Además de sus valores puramente cinematográficos, este título es emblemático porque ayudó sobremanera a estimular el género, alcanzando la cumbre del western psicológico, que naciera con 'La diligencia'.
Si recordamos, la película nos cuenta la historia de un sheriff a punto de jubilarse al que vemos contraer matrimonio con su dulce esposa (una bellísima Grace Kelly), y que tras la breve ceremonia conoce como una banda de tres forajidos han llegado al pueblo esperando que su jefe, el temido Frank Miller regrese en el tren de las doce a Haydeville, para vengarse. Tiempo atrás el sheriff Kane le atrapó y el juez lo mandó a prisión. Ahora se encuentra libre y el pánico se adueña de todos y cada uno de los habitantes del lugar, pronosticando drásticas consecuencias que acabarán con la tranquilidad cotidiana.
Esto ocurre sobre las diez y media y al mediodía llegará a la estación el tren con Miller. A partir de aquí la película está narrada en tiempo real y vamos contagiándonos de la agonía del protagonista, que abandona sus pensamientos de marcharse de luna de miel para hacer frente a la situación y defender a los conciudadanos a los que les debe su honor.
En una desesperada peregrinación en busca de ayuda, el sheriff se va encontrando como todos le dan la espalda (incluso su reciente esposa), temiendo lo peor y dejando a Kane en una crítica situación moral y ética, que afronta con valor, dudas, miedo pero con profunda convicción. Vivimos con enorme tensión, cada conversación, cada intento de reclutar ayuda, mientras las manecillas del reloj nos van mostrando periódicamente el tiempo restante hasta que el tren fatítico llegue. Atmósfera asfixiante y agónica, que genera una enorme emoción. Sublime narración que genera un suspense que te atrapa, contando sólo con la interpretación de Cooper (y los impresionantes secundarios, destacando la latina Kathy Jurado), el montaje y la partitura.
El sheriff se debate en un conflicto moral que Cooper sabe demostrar con simples gestos (miradas dudosas, limpiándose el sudor provocado por el calor asfixiante,...). Una desgarrada lucha interior entre el cumplimiento del deber y el instinto de conservación. La precisión en la narración consigue que nos quedemos sin parpadear y que los permanentes planos del reloj nos incremente el sudor que compartimos junto al protagonista.
Hay mucha secuencias inolvidables en la hora y media de metraje. Pero, si me tengo que quedar con alguna, que además destaca por antológica, y su enorme síntesis esencial de la historia, es ese plano donde vemos, ya desesperado a Cooper, acercándose la hora de llegada del tren, en medio del poblado. El escenario es silencioso, polvoriento y desolador, el sol calienta y es su única compañía. Vemos su semblante sereno, pero palpamos su indefensión, traicionado y asumiendo las irreversibles consecuencias de su situación mientras mira a su alrededor. Y, en el plano siguiente, con un gran movimiento de cámara que se aleja, lo vemos solo ante el peligro.
Hay muchas interpretaciones de la película, como que se trata de una punzante parábola sobre el maccarthismo: una comunidad paralizada por el miedo que ha perdido su sentido moral y capacidad de acción. El guionista fue procesado en la caza de brujas por su supuesta vinculación comunista y también se vio, como el protagonista, completamente solo.
Pero lo cierto es que se trata de una película que uno no se cansa de ver, es de esas que concentra en su corta duración, una intensa carga psicológica, un suspense y un ritmo inolvidables.
Avalon pone a la venta esta semana la edición para coleccionistas. Una inmejorable opción para revivir este sensacional western.
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