La llegada de 2017 supone que en España vamos a empezar a ver las películas que parten con grandes opciones a colarse entre las próximas nominaciones al Oscar. La primera en llegar es ‘Silencio’ (‘Silence’), el ansiado proyecto que Martin Scorsese ha tardado más de 25 años en poder hacer realidad y que supone una nueva inmersión en la religión, tema que ya había abordado de firma directa en cintas como ‘La última tentación de Cristo’ (‘The Last Temptation of Christ’) o ‘Kundun’.
Scorsese ha tomado como base para ‘Silencio’ una aclamada novela de Shusaku Endo que aborda la persecución que sufrió el catolicismo en Japón durante el siglo XVII. Una premisa muy potente -y también bastante espinosa- que ha dado pie a un largometraje con infinidad de virtudes y que en todo momento está rozando el cielo, pero que, por desgracia, nunca remata del todo la faena.
Impresionante salvo por un pequeño gran pero
“Apenas” 50 millones de dólares ha necesitado Scorsese para poner en imágenes su visión de la historia de una forma impresionante, consiguiendo un toque visual mucho más impactante que el de superproducciones que cuestan mucho más -por ejemplo, deja aún más en evidencia los 125 millones derrochados por la bochornosa ‘Monster Trucks’-. Eso sí, la espectacularidad no es nunca su objetivo, sino elevar o matizar su propio contenido.
De hecho, la propia composición de los planos da en ocasiones la sensación de querer remarcar la posible presencia divina en determinadas escenas, poniendo también al servicio otros aspectos técnicos como la iluminación. Todo está muy medido, quizá demasiado, para conseguir transmitir lo que está buscando, y además lo hace con un acercamiento calmado y contenido -aunque con arrebatos de violencia tan viscerales como necesarios-, dejando que la historia respire.
De esa forma se establecen los hechos y también se intenta ahondar en las motivaciones de sus protagonistas, en especial el personaje de Andrew Garfield. Ahí sucede algo curioso, ya que en todo momento se percibe una mayor preparación y una interpretación más matizada que la de ‘Hasta el último hombre’ (‘Hacksaw Ridge’), pero su efectividad es inferior y es que es ahí donde tenemos el detalle esencial para que ‘Silencio’ no sea magnífica.
En todo momento queda claro lo que el guion obra del propio Scorsese y Jay Cocks, que ya había colaborado con el primero en ‘La edad de la inocencia’ (‘The Age of Innocence’) y ‘Gangs of New York’, buscan transmitir con ellos y los actores se entregan literalmente en cuerpo y alma. ¿Qué es lo que falla entonces? Nunca logran alcanzar su ambicioso objetivo, en especial con los personajes interpretados por Adam Driver y Andrew Garfield.
El límite de ‘Silencio’
El principal problema con Garfield es que sus motivaciones y desarrollo nunca logran seducirnos tanto como las de otros personajes principales -pienso en los de Liam Neeson, inmenso en su primera charla con Garfield, y, sobre todo, Yosuke Kubozuka, y eso que el segundo puede llegar a resultar frustrante en ocasiones-, algo esencial cuando el verdadero corazón de la historia es su Rodrigues.
En el caso de Driver es todo directo, sin nada escondido, chocando en todo momento su profunda espiritualidad con el limitado material a su disposición. Él, como era de esperar, lo da absolutamente todo, pero lo que Garrpe aporta realmente acaba sabiendo a poco más que un contrapunto de la posible debilidad de Rodrigues, ayudando más a ir marcando los cambios de este último que a tener una evolución propia real.
El resultado de todo eso es cierta frialdad emocional no buscada que provoca cierto sabor agridulce en unas interpretaciones en sí mismas irreprochables y que además limita el techo de ‘Silencio’, incluyendo el alcance de su sensacional acabado técnico -no me olvido tampoco de la fotografía de Rodrigo Prieto que ayuda a que estemos ante una película bellísima en su apartado visual- y también su propio contenido.
Lo cierto es que ‘Silencio’ muestra con vigor todo lo referente a la persecución del cristianismo, pero esto es una especie de telón de fondo para mostrarnos el duro viaje emocional y espiritual de Rodrigues, de ahí que esos problemas con los personajes siempre estén tirando hacia debajo de la película. Nunca tan graves como cargársela en su integridad o tan siquiera parcialmente, pero sí para ser una debilidad constante cuando todo lo demás brilla a un nivel muy alto.
En definitiva, ‘Silencio’ es una muy buena película y hasta diría que es imprescindible para cualquier amante del séptimo arte. Sin embargo, ciertos problemas con sus personajes, que no sus actores, limitan lo que en otros aspectos alcanza un nivel extraordinario. De hecho, creo que por lo demás pocas pegas se le pueden poner si es que hay alguna…
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