Da la sensación de que Netflix está apostando con cierta fuerza por las comedias románticas dentro de sus películas originales. Durante los últimos meses han estrenado títulos como ‘La primera vez que nos vimos’, ‘Feliz aniversario’ o ‘Cómo deshacerte de tu jefe’ y tiene unas cuantas más en la recámara, aunque la que ahora nos interesa es ‘Sierra Burgess es una perdedora’, estrenada por la plataforma el pasado 7 de septiembre.
Sobre el papel, ‘Sierra Burgess es una perdedora’ parecía un mero vehículo para el lucimiento de Shannon Purser, actriz que gozó de cierta notoriedad por dar vida a Barb en la primera temporada de ‘Stranger Things’, aunque después transmitía más la idea de ser una especie de actualización del cine de John Hughes de los años 80. Algo tiene de ambas cosas, pero acaba siendo una propuesta fallida en la que incluso sus buenas intenciones resultan un tanto problemáticas.
Cuando el mensaje no lo es todo
He notado que a veces se valoran más ciertas obras por el mensaje que transmite que por la forma de hacerlo. Ya sea porque se parte de una historia real de indiscutible importancia o porque hace llegar al público unas ideas integradoras que hay que potenciar. Todo eso está muy bien, pero eso lo puedo leer sobre el papel y quedarme igual. Para convertirlo en una obra audiovisual hay que aprovechar sus posibilidades y ‘Sierra Burgess es una perdedora’ empieza a fallar por ahí.
Esta especie de puesta al día de ‘Cyrano de Bergerac’ se asienta sobre la idea de que dos estudiantes de instituto con personalidades opuestas llegan a conectar hasta el punto de convertirse en poco menos que las mejores amigas del mundo. Toda la credibilidad de la película reside en una idea ya explorada en otras ocasiones y que aquí solamente funciona durante el inicio de la relación entre ambas.
No es que se eche mano de ningún recurso revolucionario, pero la conflictiva vida familiar de la popular animadora sirve como efectivo punto de partida para que surja una amistad con la chica a la que estaba haciendo la vida imposible hasta hace bien poco. El problema llega cuando realmente se potencia el elemento de ‘Cyrano de Bergerac’ y se presta a ayudarla, creándose ahí una curiosa contradicción que es lo que realmente limita la película.
'Sierra Burgess es una perdedora' alterna aciertos y errores
Por un lado, el guion de Lindsey Beer busca la emoción genuina, apoyándose en las convincentes interpretaciones de Purser, Kristine Froseth y Noah Centineo -en cambio RJ Cyler está bastante desaprovechado- y un trabajo de dirección de Ian Samuels que sabe dejar que todo fluya, sin recrearse gratuitamente en ciertas escenas que se prestaban a ello. Hasta ahí todo parece ideal, pero ya apuntaba antes que hay detalles que impiden creerse lo que sucede y rompe cualquier intento de magia cinematográfica por su parte.
Y es que simplemente es imposible asimilar como algo natural que Sierra reciba la ayuda de Veronica hasta los extremos que lo hace. Ya es dudoso cuando lo hace por primera vez, pero la implicación llega hasta tal punto que exige que el espectador integrarlo dentro de la historia sin dar una justificación convincente. Simplemente la evolución argumental lo demanda para vendernos su propuesta.
Además, ese intento de encanto romántico se cimienta en una base muy poco verosímil -¿en serio debemos creernos que Jamey no conoce lo suficiente la voz de Veronica de antemano?- en aras de lo positivo del mensaje. De hecho, a mí personalmente me produce hasta cierto rechazo las propias bases de la historia, pero eso incluso se remonta al propio ‘Cyrano de Bergerac’ y ahí se ofrecía lo suficiente para compensarlo. Aquí no.
En definitiva, ‘Sierra Burgess es una perdedora’ es una comedia romántica con la capacidad de seducir a aquellos espectadores que pasen por algo las innegables debilidades sobre la que construye su historia y para aquellos que sea una losa demasiado pesada al menos hay ciertas virtudes que hacen que su visionado no sea una pérdida de tiempo.
Ver 3 comentarios