Ridley Scott: 'Tormenta blanca', ¡ay capitán, mi capitán!

Ridley Scott: 'Tormenta blanca', ¡ay capitán, mi capitán!
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Intentando atender lo menos posible a la debacle comercial —y crítica— que había sido '1492, la conquista del paraíso' ('1492: Conquest of Paradise', 1992), Ridley Scott se puso en marcha en seguida para dar con un nuevo guión que entroncara con sus particulares intereses como cineasta al tiempo que, mientras éste llegaba, dió un paso más en asentar su faceta como productor al adquirir los estudios Shepperton a las afueras de Londres. Llamada su atención sobre un libreto que giraba en torno al virus ébola, Scott arrancaría la pre-producción de un filme que nunca llegaría a concretarse.

Con Robert Redford y Jodie Foster como protagonistas principales, la acción directa del primero —que ordenó una reescritura de la historia para tener más relevancia en la trama que su compañera— y la rápida pérdida de interés por parte del cineasta fueron los dos factores determinantes para que este proyecto, que hubiera sido producido bajo el amparo de la Fox, nunca llegara a buen puerto, dejando vía libre a Warner, Wolfgang Petersen y 'Estallido' ('Outbreak', 1995) para ser la única —y entretenida— producción que tuviera el dudoso honor de versar sobre el citado virus.

Una historia iniciática

Tormenta blanca 1

Así las cosas, la atención del cineasta británico terminó recalando en un guión firmado por Scott Robinson que, igualmente basado en un libro como ya pasara con el proyecto acerca del ébola, adaptaba la historia —esta vez completamente real— del Albatross, un barco escuela que, a principios de los años 60, y con trece adolescentes a bordo, sufrió un fatal naufragio por intercesión de una tormenta blanca, un fenómeno atmosférico marítimo de gran virulencia que no viene acompañado del usual aparato de nubes asociado a las borrascas y que se cobró la vida de cinco tripulantes del navío.

Sin pensárselo mucho, Scott se embarcaba en la producción del filme que supondría el número nueve de su trayectoria, una cinta para la que el cineasta contaría con un reparto de adolescentes desconocidos encabezados por la siempre agradecida presencia de Jeff Bridges como el capitán del Albatross y completado por nombres como los de Caroline Goodall —que durante los noventa se dejó ver en cintas de éxito como 'Hook' (id, Steven Spielberg, 1992) o 'Máximo riesgo' ('Cliffhanger', Renny Harlin, 1993)—, John Savage o el televisivo David Selby.

De entre los adolescentes y el resto del cast encontramos algunos rostros que después pasarían a ser relativamente conocidos. Siendo el de Ryan Philippe el caso más llamativo a este respecto, encontramos también en el reparto a Scott Wolf —protagonista de la serie de televisión 'Cinco en familia' ('Party of Five', 1994-2000) o, más recientemente del remake de 'V' (id, 2009-2011)— o a los también televisivos Jeremy Sisto, David Lascher o Zeljko Ivanek, al que hemos visto últimamente en la espléndida 'Banshee' (id, 2013- ), una serie bestial más que recomendable.

'Tormenta blanca', sin rumbo fijo

Tormenta blanca 2

Varios son los problemas que podríamos apuntar en 'Tormenta blanca' ('White Squall', 1996) para justificar el hecho de que la nueva empresa de Scott volviera a saldarse con un pésimo funcionamiento en taquilla —en Estados Unidos sólo recaudó 10,3 millones de los 38 que se habían invertido para su realización— y una tibia recepción crítica. Entre los principales, su extenso carácter episódico, lo mucho que la trama pierde el tiempo en mostrarnos los trabajos que los adolescentes tienen que realizar a bordo del Albatross y la limitada —por no decir inexistente— carga dramática del relato.

Éste último factor resulta del todo imperdonable en una producción de estas características, no consiguiendo Scott —ni el guionista, claro está— que sintamos cercanos a alguno de los protagonistas de la historia. Y si bien llegado el momento del naufragio —que en la vida real duró unos noventa segundos y aquí, por motivos evidentes, se prolonga varios minutos— nada habría que reprochar a la labor de dirección del cineasta británico en la que es la mejor secuencia del innecesariamente prolongado metraje, sí que hemos de lamentar la nula reverberancia trágica que ésta comporta.

A ello ayuda, qué duda cabe, el que tras ella la cinta haga de la elipsis narrativa una burdísima herramienta y guionista y director —aunque aquí me inclinaría más a pensar que es responsabilidad de Scott— den un abrupto salto temporal para meternos de lleno en la secuencia del juicio al capitán interpretado por Bridges. Una secuencia que, casando resonancias a 'Algunos hombres buenos' ('A Few Good Men', Rob Reiner, 1992) con evidentes concomitancias para con 'El club de los poetas muertos' ('Dead Poets Society', Peter Weir, 1989), rubrica de forma categórica la muchas irregularidades del metraje.

Con sus muchas estampas paisajísticas, lo arquetípico del desarrollo de sus personajes, las evidentes limitaciones del reparto adolescente —Wolf parece un émulo constante de Tom Cruise— y lo poco que consiguen salvar los adultos, 'Tormenta blanca' se convierte por méritos propios en un eslabón más en la larga cadena de filmes insustanciales que conforman, desafortunadamente, el grueso de la filmografía de Ridley Scott. Un cineasta que, con su próximo filme, discurrirá por aguas aún más cenagosas.

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