El cineasta Alexandre Aja llamó la atención del mundo del cine con 'Alta tensión', su notable segundo largometraje que le sirvió para dar el salto a Hollywood con 'Las colinas tienen ojos', remake del clásico dirigido por Wes Craven. Tras esta última, la carrera de Aja pasó a ser mucho menos interesante hasta la llegada de 'Infierno bajo el agua' hace un par de años.
Ahora Aja regresa con 'Oxígeno', su primer largometraje en francés desde 2003 con el que además colabora con Netflix. El tiempo dirá si esa relación se extiende más allá de esta película, pero lo que ahora nos interesa es que se trata de un intenso thriller de ciencia ficción que tiene su mejor -pero no única- baza en la interpretación de Mélanie Laurent.
Personalmente os recomendaría dar una oportunidad a 'Oxígeno' sabiendo lo mínimo posible sobre su historia más allá de que una mujer está atrapada y necesita desesperadamente encontrar una salida antes de que se le acabe el oxígeno. Cualquier detalle de más puede predeterminar cómo os enfrentéis a este nuevo trabajo de Aja, así que avisados quedáis.
Angustia en tiempo (casi) real
Sobre el papel, 'Oxígeno' recuerda inevitablemente a 'Buried (Enterrado)', el estupendo largometraje de Rodrigo Cortés protagonizado por Ryan Reynolds. Lo único que aquí la limitación temporal está mucho más marcado por los continuos avisos de cómo están bajando los niveles de oxígeno de esta cápsula criogénica, alimentando así esa urgencia por escapar y el creciente agobio que sufre la protagonista.
De hecho, ahí es donde 'Oxígeno' se distancia de 'Buried (Enterrado)' jugando más con la sensación de que todo sucede a tiempo real. Obviamente, eso no lleva a un derroche de adrenalina como el de '24', recordando más a la angustia que sufría el personaje de Tom Hardy en 'Locke', algo que Laurent sabe aprovechar al máximo para reflejar la desesperación que padece su personaje y cómo ninguna de sus ideas termina de funcionar. Seguramente también os venga a la cabeza otra película popular tras ver 'Oxígeno', pero mejor ni siquiera decir su título para que no empecéis a atar cabos antes de tiempo.
Y es que 'Oxígeno' también tiene otra cara encamina a que su protagonista descubra quién es realmente. Poco a poco se van descubriendo nuevos detalles sobre su identidad, lo cual lleva a que existan interacciones más allá de la que mantiene con la inteligencia artificial que controla la cápsula que cuenta con la voz de un Mathieu Amalric que funciona muy bien en contraste a la situación por la que pasa la protagonista sin resultar demasiado frío.
A partir de ahí, el guion firmado por Christie LeBlanc sabe cómo ir haciendo que la trama evolucione de tal forma que no canse al espectador, primero explorando el arduo intento de la protagonista por recordar quién es y cómo eso podría ayudarla a escapar, pero luego no conformándose con seguir el camino más fácil en una decisión que sospecho no convencerá a algunos espectadores.
Dosificando la información
Aja ilustra todo eso potenciando la tensión a través de un meticuloso trabajo de cámara explorando todas las posibilidades que le da un espacio tan reducido. El cineasta francés ya había explorado esas limitaciones de una forma más amplia en la opresiva 'Infierno bajo el agua', pero además aquí se diferencia de que no se tira tanto hacia el terror como al agobio, encontrando buenos aliados en el montaje de Stéphane Roche y la banda sonora de Rob.
De esta forma, 'Oxígeno' apuesta más por un enfoque orientado hacia la ciencia ficción, evitando caer en excesos innecesarios y potenciando la humanidad del personaje interpretado por Laurent. Ahí la película agradece que la dosificación de la información vaya permitiendo mostrar a la actriz diferentes matices que enriquecen la película en su vertiente más emocional. De esta forma, crece tanto la historia como el personaje, resultando una experiencia mucho más gratificante como espectador.
Visualmente es cierto que 'Oxígeno' dista mucho de ser deslumbrante, ya que es cierto que hay cierto esfuerzo de diseño de producción para que esa cápsula sea algo más que el lugar en el que está encerrada la protagonista, pero ese elemento más futurista se aborda con cierta sobriedad, algo que encaja bastante bien con el camino que decide recorrer.
En resumidas cuentas
Al final, 'Oxígeno' no deja de ser en su corazón una película de serie B pero realizada e interpretada con más esmero de lo habitual en ese tipo de producciones. A eso ayuda el buen hacer de Aja potenciando los puntos fuertes del guion sin dejarse llevar por el exceso y, sobre todo, el gran trabajo de Laurent dando vida al personaje principal.
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