Uno sabe que está frente a una obra maestra cuando puede disfrutarla una y otra vez, y siempre como la primera vez, a pesar de que no exista el factor sorpresa y podamos repetir los diálogos de memoria. Eso es lo que pasa con 'El Apartamento' ('The Apartment', 1960), uno de los grandes títulos del maestro Billy Wilder y también, de la historia del cine. C.C Baxter, la señorita Kubelik y su partida de cartas, siempre será uno de los momentos más emblemáticos del cine.
En 2015 ha cumplido 55 años -se estrenó en 1960- y sigue tan fresca, elegante, divertida, melancólica y romántica como entonces. La elocuencia narrativa de Billy Wilder, su espectacular puesta en escena, la fantástica banda sonora firmada por Adolph Deutsch y la brillantez y encanto de sus dos protagonistas la convierten en una delicia absoluta, de esas que hay que revisar, como mínimo, una vez al año. Y como retarata una de las mejores Nocheviejas del cine, no hay mejor momento que recordarla que la última noche del año.
La miserable vida de C.C. Baxter
En 'El Apartamento', Billy Wilder nos cuenta la historia de C.C. Baxter, un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista, la señorita Kubelik, que resulta ser la amante de uno de los jefes que usan su apartamento.
Las idas y venidas en su apartamento le convierten, a ojos de sus vecinos, en un sinvergüenza manipulador, vividor, deseado por las mujeres de las que se aprovecha, pero nada más lejos de la realidad: Baxter es un tipo sencillo, solitario y taciturno, preocupado por los problemas de los demás, sobre todo, por los de la señorita Kubelik, que no deja de caer en la trampa de su amante, que le promete que dejará a su mujer para quedarse con ella, una y otra vez.
Una trama aparentemente sencilla, pero que en el fondo esconde una complejidad exquisita de inteligentes diálogos y comedia agridulce. La rutina, la bondad y la ingenuidad reflejados en el personaje de C.C Baxter, vértice principal de ese triángulo amoroso, que a pesar de su intentos de evolucionar, conseguir un mejor empleo y conquistar a la chica de sus sueños, se dará cuenta de que para conseguirlo, deberá dejar de ser él mismo, aunque no le guste demasiado quien es.
Con 'El Apartamento', además de enseñarnos que los spaghetti se pueden escurrir en raquetas de tenis, y como en todas sus películas, Billy Wilder habla como nadie sobre el ser humano, sus deseos, aspiraciones y miedos, a través de unos personajes únicos, arquetípicos sí, pero que evolucionan de forma coherente, hacia adelante y sin perder nunca sus objetivos y puntos de vista. Una perfecta construcción y desarrollo de personajes, que hacen que 'El Apartamento' sea una de las películas más sencillas y a la vez, complejas de la historia del cine.
Las excelentes acciones que llevan a cabo estos personajes, no hay que dejar de lado la brillantez de los diálogos que Wilder construye de forma natural y dota de su particular sentido del humor irónico, crítico, mordaz y agridulce que nos regala frases como esta "Si te enamoras de un casado no te pongas rimmel" o diálogos tan frescos como este:
Kubelik: ¿Se ha resfriado, eh?
Baxter: ¿Eh? ¡Sí! Lamentaría pegárselo…
Kubelik: Yo nunca me resfrío.
Baxter: ¿De veras? He estado leyendo una estadística sobre accidentes y enfermedades. El ciudadano neoyorquino entre los veinte y los cincuenta tiene dos resfriados y medio por año…
Kubelik: ¡Qué gran responsabilidad la mía!
Baxter: ¿Por qué?
Kubelik: Porque, como yo no me resfrío, para que no fallen las estadísticas, otro infeliz ha de tener cinco resfriados…
Baxter: ¡Ah, ese infeliz soy yo…!
"Shut up and deal"
-Con spoilers-. "No diga más y juegue". Ésta es la última frase que escuchamos en 'El Apartamento'. La dice la señorita Kubelik -interpretada por la brillante, moderna y refrescante Shirley MacLaine-, mientras le da una baraja de cartas a C.C. Baxter, para después quitarse el abrigo y dejar al descubierto el bonito vestido con el que pensaba pasar la Nochevieja con su ya ex-amante y ex-jefe de él. Todo esto como respuesta a la impetuosa declaración de Baxter, que ha dejado su trabajo y está apunto de abandonar la ciudad. Él la mira sin pestañear, coje la baraja y comienda a repartir cartas sin dejar de mirarla.
Él es Jack Lemmon, uno de los mejores actores de la historia, que contruye a su C.C. Baxter de una forma muy física y orgánica, con movimientos y gestos que nos recuerdan tanto como a lo mejor de Buster Keaton como a lo mejor de Charlie Chaplin, y nunca deja que caiga en la caricatura o parodia. El resultado es una de las interpretaciones más románticas, nostálgicas y tiernas sobre la figura del loser y buenazo.
Un final mítico, brillante y único. Mostrado en un único plano, contado en un par de frases y díficilísimo de explicar y transmitir su magia en un texto como este, como ocurre con toda la cinta. Las obras maestras son díficiles de explicar y analizar, porque aparte de lo evidente, hay algo en ellas que parece estar impregnando todos sus fotogrmas para lo que no existen palabras. 'El Apartamento' es una de esas películas y quizás por eso nos fascine tanto y sea tan fácil verla millones de veces.
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