Imbuída de pura mitología mediterránea, esta miniserie italiana de ocho episodios que estrena Sky plantea un viejo conflicto, también muy europeo y muy afín a los cultos religiosos más extendidos en el continente. Se trata del conflicto entre fe y razón, que en esta producción escrita y codirigida por Niccolò Ammaniti arranca de la forma más sencilla, tradicional y demoledora posible: la aparición de un objeto cuya naturaleza no puede ser comprendida.
En este caso, es una estatuílla de una virgen que llora nueve litros diarios de sangre de hombre de procedencia desconocida. Aparece después de una operación policial en un refugio de la ‘Ndrangheta (el equivalente calabrés de la Mafia de Sicilia). El General Votta, de los carabinieri, católico no practicante, será el primer impactado por el inexplicable objeto, y de inmediato avisa a Fabrizio Pietromarchi, presidente de la República y ateo, que conduce el país enmedio de un momento de crisis: la posible salida de Italia de la Unión Europea.
Son solo dos de los muchos personajes, cada uno con su propia relación interior con la religión, que se verán implicados en una intriga sencilla y cuyo principal atractivo no es comprobar si la estatua es un fraude o un auténtico milagro, sino cómo reacciona cada una de las personas que hay en esa red que se va ampliando según avanzan los capítulos. Por ejemplo, un sacerdote sin fe, adicto al juego y de moral más bien miserable. O una científica fría y desapasionada que hace ingerir parte de la sangre a su madre, muy enferma. O unos niños que son iniciados en una fe que no es la suya a espaldas de sus padres.
Mientras tanto, se despliegan tramas paralelas que implican la inevitable conexión con los bajos fondos. La mafia y sus aledaños no solo generan suspense con aires de thriller suave, sino que, como no podía ser de otro modo en un terreno tan resbaladizo como el de la fe en Italia, suscitan una discusión muy pertinente sobre la tradición, las creencias impuestas por la familia y la sociedad y cómo la religión se alimenta de ello.
'El milagro': Borbotones piadosos de plasma
El arranque de 'El milagro' juega a la solemnidad narrativa, sin duda apropiada para un tema que, según en qué manos caiga puede abarcar todo tipo de géneros, de la sátira bufa al drama de autodescubrimiento. La serie intenta hacer equilibrios entre todas las posibilidades, quedando -al menos en sus episodios iniciales- en un término medio que huye conscientemente de estridencias y excesos.
La realización, las interpretaciones, las derivas argumentales, todo está encauzado hacia cierto realismo que sin duda será del gusto de quienes busquen no una fantasía sobrenatural, sino un sobrio drama espiritual. Ni siquiera los momentos que facilitarían un volantazo hacia la excentricidad se aprovechan para que el tono calmo y serio se descontrole: la ingestión de la sangre, el sacerdote putero, las peripecias del General en pos de los orígenes de la estatua, el choque entre dos clanes mafiosos a causa de la muerte de una joven a manos -aparentemente- de un chaval deficiente...
No es de extrañar que 'El milagro' se haya convertido en un fenómeno en Italia y esté cosechando excelentes críticas allá donde se estrena. Aunque difiere en tono y ritmo de series que pueden partir de un argumento similar (aquí no hay acción, y la violencia e incluso el sexo suceden siempre en off), tiene un acabado visual pulcro y exquisito que la pone en paralelo con producciones internacionales, y no hay más que observar los créditos al ritmo del legendario tema 'Il mondo' para comprobarlo.
Es poco probable que 'El milagro' cambie demasiado más allá de estos compases iniciales: sobriedad, elegancia y una historia asequible, bien interpretada y narrada competentemente. Si buscas polémica o imágenes chocantes, quizás esta robusta serie italiana no sea lo tuyo, pero si los dramas con aires de best-seller para todos los paladares son de tu gusto, tienes una cita piadosa en Sky.
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