Vaya ya de entrada el decir que es una pena que no haya visto esta película en el recién terminado 2006, porque de cabeza iría en mi personal lista de lo peor del año, vamos de cabecita, asi que os lo digo aquí y así me ahorro una actualización en dicho post, entre otras cosas porque la película no se merece tal esfuerzo. Que conste que no la considero un bodrio como muchos de los títulos de esa lista, pero sí es muy posible que encabezara una lista de las grandes decepciones del año pasado, porque aquí un servidor, tonto de mí, esperaba muchísimo de esta película, pero muchísimo. No sé, tenía ciertas esperanzas de que me encontraría ante un gran film, y más aún después de leer la estupenda crítica que realizó mi compañera Beatriz, la cual ya le ha quitado el puesto a mi "amada" Teresa como la persona con la que menos coincido en gustos cinematográficos. Y los dos escribiendo en el mismo blog, junto con otros cuatro locos. Eso es un equipo como Dios manda.
Pero no nos vayamos por los cerros de Úbeda (ya tardaba en nombrarlos), y centrémonos en lo que interesa de verdad, la película en sí misma. El film, narrar, no narra mucho la verdad. la historia es una historia de las mínimas, mínimas. Una mezcla de historia de amor y cine negro cogido por los pelos, de la mano de un realizador de los más famosos de su país, Aki Kaurismäki. Se nos cuenta la historia de un guarda de seguridad, solo en la vida y sin apenas esperanzas, al que todo el mundo le da la espalda, sus compañeros de trabajo, las mujeres, etc. Un día será engañado por un grupo de mafiosos para cometer un robo del que él será acusado, cosa que no le importará lo más mínimo.
Una de las cosas que caraterizan esta película es la absoluta indiferencia de todos sus personajes. Pase lo que pase en pantalla, a todo Dios le da igual. Esto podría ser interpretado como una señal de identidad de los finlandeses, que ellos son así. Sin embargo, lo que en la vida real puede ser cierto, no tiene porqué funcionar en un film, y menos en uno dirigido con tal escasez de medios. No obstante, el personaje principal tiene algo que lo diferencia de los demás: es gilipollas. Las cosas que le suceden en la película no le pueden pasar ni a un perdedor, no hay justificación posible. Nos lo tenemos que tragar porque sí. Y en el caso de que el personaje no fuera más que un solitario perdedor, falto de esperanza, hay un par de escenas que demuestran que es tonto, y cuyos actos no están convenientemente razonados en el raquitísimo guión.
Pero sinceramente me da exactamente igual si hay o no razonamiento para lo que los personajes hacen o dejan de hacer, si éstos son más fríos que un glaciar, o si el tío es tan tonto como para creerse que una tía se le acerca y quiere algo más que no sean intereses económicos. La película aburre a las piedras, a las vacas y a los cuadros. Y eso es algo insólito en un film que dura poco más de hora y cuarto. Kaurismäki dirige con total desidia, infiriéndole un ritmo al film verdaderamente cansino, incapaz de filmar un solo plano que llame la atención por algo, y logrando, eso sí, muchos otros que son capaces de provocar la carcajada, ya que hay alguna que otra situación que parece pura comedia.
La comparación que mi compañera Beatriz hace de Kaurismäki con Bresson no me parece desacertada, pero tan solo en temática y en la utilización de actores que no se dedican profesionalmente a ello (la mayoría al menos), los cuales por cierto, son muy, pero que muy distintos. La gran diferencia radica en que Bresson dominaba a la perfección el ritmo, el montaje y la puesta en escena en toda su totalidad, llevando a los actores a su terreno y usándolos para sus propósitos, creando su propio universo por encima de la historia. Lo de Kaurismäki es nada, absolutamente nada, al menos en esta película.
Una película muy mala, con la que ya me ha dado el bajón y temo lo peor en este año que acaba de empezar. Menos mal que la primera que he visto es una completa maravilla, y es que el año hay que empezarlo con buen pie en todos los aspectos posibles. Kaurismäki no me ha convencido nada, por no hablar de lo enormemente previsible que es su film.