Los musicales nunca han sido mi género favorito, en especial cuando era un chaval, sobre todo de aquellos de acción real en los que los personajes se ponían a cantar de repente y todo el mundo a su alrededor hacía coreografías imposibles y luego volvían a la normalidad como si nada hubiera pasado. Simplemente me sacaba de la película y en ocasiones llegaba a resultarme irritante, pero es curioso que con el paso de los años cada vez me haya ido molestando menos y ahora lo raro es que no disfrute en mayor o menor medida con -casi- cualquier musical.
Sin embargo, una cosa es que, por así decirlo, ya haya aprendido a pasármelo bien con ellos y otra que por el simplemente hecho de serlo ya me tengan a sus pies. De hecho, ninguno de los dos anteriores musicales dirigidos por Rob Marshall me habían vuelto demasiado loco y eso no ha cambiado gracias a 'Into the Woods', aunque justo es reconocer que estamos ante un apreciable aunque algo descompensado entretenimiento, ya que decae de forma alarmante durante sus últimos cuarenta minutos.
El encanto Disney de 'Into the Woods'
Tenía bastante claro que Disney iba a hacer todo lo posible por potenciar el lado más optimista y colorido del musical teatral creado por Stephen Sondheim y James Lapine, lo cual se traduce en que todos los detalles más retorcidos que se adivinan en la historia quedan reducidos a simples anécdotas o dejados convenientemente de lado hasta que no les queda otro remedio que abordarlos de una forma u otra, siendo entonces, como ya veremos más adelante, donde 'Into the Woods' pierde muchos enteros por mucho que las canciones sean casi tan pegadizas como las oídas previamente.
Por mi parte, no tengo el más mínimo inconveniente en esa decisión, ya que cuando mejor funciona 'Into the Woods' es cuando apuesta de lleno por la ligereza y consigue equilibrar la evidente superficialidad con la que aborda todo, tanto la historia como los propios personajes, a través de un ritmo endiablado y un acertado tono de humor que consiguió que al menos yo no tuviera tiempo ni ganas para preguntarme qué había pasado con esto o lo excesivamente casual que era que pasara tal cosa, algo imprescindible para que este híbrido de varios cuentos tradicionales pueda llegar a funcionar.
Es precisamente ese tono excéntrico y alocado que tanto potencia Marshall desde la puesta en escena, prestando también especial atención a la fuerza visual de las imágenes -podría decirse que ha hecho milagros en ese punto para que 'Into the Woods' luzca por muy por encima de su ajustado presupuesto de “apenas” 50 millones de dólares- y que todos y cada uno de los personajes tengan sus momentos de lucimiento personal. Todo ello bien integrado dentro de la propia historia para que uno tenga que dejarse llevar sí o sí, pues Marshall y los entusiasmados actores te arrastran con ellos sin darte la posibilidad de tomarte respiro alguno.
Como es natural, no todos los integrantes de su extenso y llamativo reparto están igual de bien, pero todos ellos rayan como mínimo a un nivel más que aceptable y sin desentonar en ningún momento de sus compañeros, ya que tampoco hay nadie que brille tanto como para eclipsar al resto -una vez vista queda claro que la nominación al Oscar para Meryl Streep se debe básicamente a que es ella y que parece que hay que tener en muy alta estima todo lo que haga-. Eso sí, llama mucho la atención que Disney pagase un millón de dólares a Johnny Depp por su anecdótica aparición como un lobo feroz que casi parece sacado del universo de Tim Burton...
Un cambio de tono muy poco afortunado
Llega un punto en la película en la que parece que va a llegar a su final y me extrañó tanto que tuve que mirar la hora para ver cuánto llevaba, pero, por desgracia, la historia continúa adelante, siendo entonces cuando 'Into the Woods' pierde interés a marchas forzadas. El motivo es que se produce un cambio de tono demasiado brusco, pasando del encanto superficial de lo visto hasta entonces a un estilo algo más oscuro -hasta entonces había detalles aquí y allá, como que el lobo parezca un pedófilo, que pueden perturbar a ciertos espectadores, pero que yo rápidamente asimilé dentro de lo excéntrico que estaba siendo todo- y dramático que no encaja bien con lo visto hasta entonces.
No me cabe duda de que los cambios respecto al musical tienen gran parte de culpa en que su último acto casi parezca un pegote que se deberían haber ahorrado, y es que de poco me sirve intentar -sin mucho ahínco, eso sí- dar una mayor profundidad a los personajes si tampoco te habías esforzado lo suficiente en su desarrollo emocional como para que su posible sufrimiento realmente me importe, algo que tampoco cambia realmente aquí, siendo esa la gota que colma el vaso y nos hace desear que simplemente se acabe cuando antes.
Como es natural, esto también afecta al acabado visual de 'Into the Woods', ya que pierde su colorido y todo se vuelve más apagado. No tengo problemas con esta transición -encaja con lo que busca la película y está bien hecho-, ya que pocas pegas hay que poner al acabado técnico de la película, pero como os comentaba ayer al hablaros de la deficiente 'Autómata', el envoltorio no lo es todo y aquí me queda la sensación de que era imposible hacer una película manteniendo en todo momento el tono que quería Disney y eso hace que quede increíblemente descompensada.
En definitiva, 'Into the Woods' son dos películas en una. La primera es ágil, divertida y entretenida, pero la segunda altera de forma tan brusca y sustancial lo visto hasta entonces que nunca llega a conseguir ninguno de los objetivos que se propone, agotando además a un espectador que está deseando que llegue el final y que provoca en mi memoria lo agrio tenga más presencia que lo dulce pese a que en realidad “sólo” represente un tercio de su metraje.
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