Paco Plaza debuta en Netflix el 27 de octubre con la que puede ser su película de terror más clásica, pero no por ello es peor que sus mejores obras, sino que muestra la evolución del autor hacia una percepción del género sin estridencias y cada vez más melancólica. 'Hermana Muerte' es un sencillo misterio en el convento que concreta un excelente complemento retro a 'Verónica', narrando el origen de la monja ciega de aquella película con un estilo muy diferente a la del célebre título basado en hechos reales.
La idea de expandir ese universo no ha aparecido de la nada, ya que en la edición física de la película se incluía un mini cómic dedicado a la religiosa, en un caso previo que no es igual al que explica está película. De hecho no hay una historia real sobre la que se parte, sino una original escrita por Plaza junto a Jorge Gerricaechevarría, con quien ya había trabajado en la rotunda 'Quien a hierro mata'. Sin embargo, sí hay varios detalles históricos relacionados con los conventos y la religión en España, en una etapa tan convulsa como la Guerra Civil y la dictadura de Franco.
Religión, dictadura y fantasmas
Rodada en monasterio de San Jerónimo de Cotalba, ya con el libreto preparado, esos elementos de contexto de la época se van asimilando en el relato, aunque no en clave de memoria histórica, sino como una perspectiva madura en el que el punto de vista de las protagonistas, religiosas, da una visión caleidoscópica de aspectos relacionados entre sí, en suma, lo que pasaba dentro de los conventos, en direcciones opuestas. Está excusa es perfecta para recuperar la cadencia del cine confesional del régimen, y al director no se le escapa que 'Marcelino Pan y Vino' tenía tremendos momentos de terror católico, tanto circunstanciales como programados.
Usando una relación de aspecto cuadrada, el film podría recordar a ciertos intentos artie de productoras como A24, sin embargo, dentro del frame nos ofrece una propuesta visual alejada de tendencias de terror comercial actual, recordando ese encajonamiento más al cine hecho para televisión en los 70, incluso con modos de fantaterror y el cine de Chicho Ibáñez Serrador, no solo el terror a la luz del día de 'Quien Puede Matar a un niño', si no la imaginería macabra que evoca a 'La Residencia', también su puesta en escena más sobria, incluso la manera en la que hablan los personajes y el casting, que resulta innegablemente retro.
Es curioso cómo hay detalles de la trama (una monja que tiene capacidades extrasensoriales) y detalles relacionados con las reliquias —esa aparición de Santa Lucía— conecte con el éxito de taquilla de terror del año, 'La monja 2', que tomaba un enfoque de género llevado al puro espectáculo, opuesto al sosegado de 'Hermana muerte', que dosifica sus momentos de impacto para ir subiendo de intensidad sin prisa, pero en un crescendo impecable con un capítulo final (de 3) plagado de visiones terroríficas, perversiones de la iconografía católica, revelaciones y un gran despliegue visual que entra dentro de lo mejor de la filmografía del valenciano.
Un autor en racha
Pero la película ya utiliza recursos de interés desde el principio, recuperando la leyenda urbana de los No-Dos secretos sobre apariciones marianas, que ya recogía la reivindicable ‘NO-DO’ (2009), de Elio Quiroga, a modo de pequeña introducción de "metraje encontrado" con factura asombrosamente creíble, que incluso recuerda en ocasiones a la ‘Tierra sin Pan’ (1933) de Buñuel. Estos son nuevos detalles históricos que enlazan temáticamente con ‘Verónica’, más allá de los lazos argumentales del personaje que aquí encarna una convincente Maru Valdivielso y que veremos encajar en la siguiente película en un conveniente epílogo.
Más allá de eso, y un elemento clave en el futuro que tiene una nueva relectura en este “caso” de la monja con clarividencia, las dos películas viven en su mundo, con sus propios códigos e incluso su propia gramática, que aquí se muestra más agria y reposada, tras el salto cualitativo de Plaza en la magistral ‘La abuela’, que marca una paciencia y gusto por el detalle que está modelando a uno de los nombres más importantes del país, fuera o dentro del género.
Pero Paco Plaza parece decidido a dejar huella de forma internacional y con cada nuevo proyecto, cada nueva película, entrega obras sólidas sin caídas, uno de los directores más regulares y consistentes que podemos encontrar en la actualidad. Con ‘Hermana muerte’ sigue en una racha insólita, siguiendo la estela del buen cine de fantasmas en la época más convulsa de nuestro país de ‘El espinazo del diablo’, sin caer en las trampas de la estética del cine para plataformas ni pasarse de los 90 minutos para contar una historia con poso y muchos momentos de horror. Si el universo ‘Verónica’ se expande una vez más no vamos a poner ni una pega.
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