Las quejas sobre que el cine español siempre cae en lo mismo deberían quedar totalmente desterradas en este 2012 en la que se han estrenado varios títulos fuera de esos tópicos que además han gozado de un éxito comercial poco habitual en las películas hechas en nuestro país.
El pistoletazo de salida lo dio ‘Tengo ganas de ti‘ (Fernando González Molina, 2012), la prescindible secuela de ‘3 metros sobre el cielo‘ (Fernando González Molina, 2010), tomando luego el testigo ‘Las aventuras de Tadeo Jones‘ (Enrique Gato, 2012), la cual llegó a convertirse en el título más taquillero del año en nuestro país hasta la llegada de ese fenómeno de masas conocido como ‘Lo imposible‘ (Juan Antonio Bayona, 2012). El estreno de ‘Fin‘ este pasado 23 de octubre estaba marcado por la posibilidad de que el cine español siguiera viviendo uno de los mejores años comerciales de la historia reciente, pero lo realmente importante para nosotros es que estamos ante una película mejor que cualquiera de las otras mencionadas.
Fin del mundo a la española
El delicado tema del fin del mundo (o similar) ha sido abordado por multitud de películas a lo largo del planeta, pero es algo relativamente desconocido dentro del cine español. Me vienen a la mente títulos como ‘El refugio del miedo‘ (José Ulloa, 1974) o ‘3 días‘ (Francisco Javier Gutiérrez, 2008), pero la primera se centraba en el relato de unos supervivientes en una ubicación concreta y la segunda potenciaba más el acoso de un psicópata a los protagonistas que el cataclismo que se avecinaba. A pequeña escala sí que era una posibilidad que se exploraba ‘La hora incógnita‘ (Mariano Ozores, 1963), pero podría decirse sin miedo a equivocarse que ‘Fin’ es una producción anómala dentro del cine español, tanto por su evidente ambición comercial – cuenta con el respaldo de Antena 3- como su muy particular tono para abordar la historia que nos cuenta.
Lo cierto es que desconozco el original literario escrito por David Monteagudo, pero es en el guión de Sergio G. Sánchez y Jorge Guerricaechevarría donde encontramos muchas de las virtudes y defectos que convierten a ‘Fin’ en lo que es. El primero de ellos es la nueva demostración de que una película puede jugar mucho mejor con la creación de un hecho extraordinario y no dar grandes explicaciones al respecto, una de las grandes losas de producciones televisivas como ‘Perdidos’ (2004-2010), pero que aquí funciona. Sin embargo, cuando mejor funciona el guión es a la hora de establecer la acción, la problemática relación previa entre sus personajes y el gran acontecimiento que precipita la evolución argumental de la misma: La electricidad ha dejado de funcionar y parece que el resto de la humanidad ha desaparecido.
El problema habitual en estos casos es que llega un punto en el que hay que apostar abiertamente por el realismo o la explicación de corte fantástico y, pese a la escasez de respuestas, ‘Fin’ se decanta por lo segundo, siendo entonces cuando hacen acto de aparición varias fragilidades, tanto en el guión de Sánchez y Guerricaechevarría, incapaz de evitar el caer en cierta sensación de monotonía en la forma de progresar los hechos y pobreza en la presentación de aspectos claves del relato, como en aspectos más técnicos. El fallo más llamativo está en la utilización de diversos efectos visuales para recrear la existencia de varios animales en pantalla. No siempre es bochornoso, pero hay un par de situaciones en las que uno se sale completamente de la película por ello. Tampoco funciona demasiado bien el metafórico desenlace, subrayado en exceso cuando eso era precisamente lo que no había que hacer.
Por su parte, el trabajo de Jorge Torregrossa tras las cámaras es muy estimulante, siendo capaz de crear alguna gran escena de tensión – la persecución con los protagonistas yendo en bici- siempre y cuando uno haya entrado en el juego de la película y no considere absurdo lo que le están contando a esas alturas, pues, aunque muy bien resuelta técnicamente, eso siempre es una lacra insalvable para una cinta de estas características. No voy a negar que ‘Fin’ funciona mucho mejor cuando más realista es, mostrando graves irregularidades cuando se abraza abiertamente el elemento fantástico como explicación de lo que sucede. Sin embargo, Torregrossa sabe dar a cada escena el toque que necesita, demostrando así que, te guste o no ‘Fin’, estamos ante un director con mucho futuro dentro de nuestro cine.
El reparto de ‘Fin’
Siendo justos, los personajes de ‘Fin’ son, por lo general, meros accesorios para contarnos una intrigante historia en la que todos desaparecen progresivamente, llamando por ello la atención el que sea el poco conocido Daniel Grao el que sostenga un mayor peso dramático. Eso sí, Grao sabe responder al reto en todo momento, incluso en aquellas situaciones en las que las debilidades del guión hacen muy discutibles las decisiones que toma, entorpeciendo así su capacidad para trabajar no sólo las motivaciones del personaje, sino también su propia personalidad, en la cual hubieran venido bien algún inciso más en ciertos temas.
Del resto de protagonistas lo más destacable es que todos cuentan con algún momento de lucimiento bien integrado en la trama de la película, pero también que ninguno de ellos desentona lo más mínimo. Miedo me daba que, por ejemplo, abusasen del hecho de contar con el modelo Andrés Velencoso y cayesen en la tentación de quitarle la camiseta sin ton ni son como sucedía con Taylor Lautner en ‘La saga crepúsculo: Amanecer. Parte 2‘ (The twilight saga: Breaking dawn. Part 2, Bill Condon, 2012), pero la película no cae en ese error, y además Velencoso sabe mantener el nivel dramático de sus compañeros. Esta unidad también tiene una lectura negativa, y es que, por ejemplo, Maribel Verdú no tiene la posibilidad de alcanzar el nivel exhibido en la notable ‘Blancanieves‘ (Pablo Berger, 2012), porque, como es evidente, no todos los protagonistas tienen el mismo talento.
En definitiva, ‘Fin’ es la demostración de que en España se puede hacer un buen cine diferente, pero fallando a la hora de conseguir un equilibrio imprescindible para que sea una película que vaya a ser recordada como algo más que un interesante cruce entre entretenimiento y propuesta reflexiva. De hecho, esta irregularidad se traslada también al apartado técnico, donde Torregrossa sabe mantener el pulso a la historia, pero las aparentes limitaciones en el campo de los efectos visuales hacen que determinados momentos pierdan bastante credibilidad para el espectador, un punto especialmente esencial en una cinta como ‘Fin’. Con todo, merece la pena verla si uno sabe dejarse llevar por lo que quiere proponernos y, de paso, se deja en caso los cada vez más rancios prejuicios contra el cine español.
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