Muchas de las mejores películas acaban pasando tristemente desapercibidas, especialmente en el género de terror, y más aún en el subgénero del metraje encontrado. Uno de los mayores ejemplos de esta desafortunada tendencia es un pseudodocumental de terror que va a cumplir 10 años en 2024. Es tal su malditismo que no solo no se estrenó en cines sino que también sigue inédita en España. Ni una sola plataforma se ha animado a incluirla.
La joya oculta en cuestión es ‘The Taking of Deborah Logan’, título que comparte elementos similares con otras de su género faux cinema pero que resulta poco común por combinar las tácticas del formato con lo que más adelante sería más común en el terror “de autor” de la factoría A24 y sus imitadores. De hecho, el debut en el largometraje del director Adam Robitel ha influido en silencio en varios títulos más populares durante la última década. 90 minutos de giros y sorpresas que, incluso con la buena recepción de la crítica, sigue siendo una víctima de su lanzamiento directo a vídeo.
La carrera de fondo de un mockumentary ejemplar
En 2014 la ausencia del impacto del streaming condenaba a la venta electrónica o bajo demanda, y a pesar de que el proyecto tenía planificado un paso por salas, no fue muy bien recibida en su pase de prueba inicial, por lo que se dejó en manos de una Netflix que aún no funcionaba como ahora. Sin embargo, y a pesar de que no se estrenó en cines ni se realizó una campaña de marketing, el público reaccionó de forma positiva y el boca-oreja fue aumentando la atención lentamente. Pero no fue hasta que un gif de uno de sus momentos claves alteró las redes sociales.
Aparecido como una imagen sin contexto, el momento se asoció a creepypastas y se creó cierta fascinación a su alrededor, que no acabó cuando alguien reveló que se correspondía a la película de Robitel, sino que renovó su interés constantemente, puesto que aún hoy sigue dando vueltas por tenor y otros servicios hasta el punto de haberse convertido casi en un meme. Sin duda, no tan popular hoy en día como debería, sí puede considerarse ya un verdadero título de culto al que le debe su éxito la propia ‘La visita’ (2015) de M. Night Shyamalan, estrenada un año después en salas.
Con detalles del episodio ‘Die hand die verlezt’, uno de los más impactantes de la serie ‘Expediente X’, este pseudodocumental presenta a los espectadores a Deborah Logan como la protagonista de una tesis académica sobre el Alzheimer, y parte del primer acto se dedica a explicar los efectos físicos y emocionales de la enfermedad. Se incluyen entrevistas con la anciana y sus allegados, así como con sus médicos y neurólogos, mientras seguimos a un equipo de documentalistas, dirigido por la estudiante de medicina Mia (Michelle Ang).
Un factor inesperado
Esta recibe la bendición de la hija de la enferma, Sarah (Anne Ramsay), para documentar la progresión y la experiencia con la enfermedad de Alzheimer a través de entrevistas en las que la anciana asegura que su mente "abandona las instalaciones". En principio, si un espectador no supiera lo que está viendo, podría llegar a creer que está presenciando un episodio de algún reality médico dedicado al Alzheimer, en el que también se registra cómo afecta su impacto al entorno de amigos y familiares, siendo riguroso y sin elementos que nos saquen de la experiencia.
Lo interesante del proceso es ver cómo Sarah y su equipo empiezan a sospechar que algo más puede estar contribuyendo al comportamiento cada vez más extraño de Deborah. Hacia la mitad ya tenemos la sensación de que algo peor espera a esa familia, a pesar de que los profesionales médicos no creen haya nada más. Para ayudar a unir las líneas de puntos, el documental explora el pasado de la mujer y cómo se conecta con inquietantes crímenes cometidos por un pediatra que desapareció años antes.
A medida que el estado de Deborah se agrava, sucesos inexplicables captados por las cámaras desembocan en un final aterrador, culpable de buena fama de la película por sus capturas virales. Sin embargo, la película está llena de otros momentos de tensión y suspense que van creando inquietud, incluso si te fijas bien en algunas escenas, hay alguna imagen subliminal bastante extraña. En la del ático, en el minuto 37:51, un fotograma misterioso parpadea por una fracción de segundo, y si se le invierte el color deja ver esto.
Un tramo final de infarto
Sin embargo, la efectividad de ‘The Taking of Deborah Logan’ se debe a una nivel de profundidad emocional más honesta que en una gran parte de las películas found footage. Para empezar se desarrolla a lo largo de dos meses, con lo que los cambios de comportamiento tienen un lapso de tiempo inusual. Por otra parte, lo que la hace interesante dentro del subgénero es el uso de las localizaciones y técnicas diferentes que parecen recorrer las posibilidades del formato, aunque mucha parte transcurra en la casa de los Logan, donde el uso de cámaras fijas y portátiles crea una atmósfera que recuerda a la de ‘Paranormal Activity’ (2008).
SPOILERS DEL FINAL EN EL SIGUIENTE PÁRRAFO
También tenemos escenas de hospital, con capturas de cámaras de vigilancia y finalmente un tramo de bosque, con una conclusión combina tanto disciplinas dignas de ‘El proyecto de la bruja de Blair’ como ‘The Descent’. Es en estos momentos cuando la metamorfosis de Deborah de anciana asustada en una gigantesca criatura serpiente se hace efectiva y tenemos el momento más memorable y espeluznante del conjunto, la conocida instantánea con la criatura dando buena cuenta de una niña con leucemia, al estilo de las grandes boas que deforman su mandíbula para poder introducir su alimento.
Hasta ese momento no hay mucha diferencia con otros found footage de posesiones que implican algún tipo de transformación paulatina de la víctima. Puede relacionarse fácilmente con ‘El último exorcismo’, que mostraba la progresión de una joven inocente que caía víctima de los rituales de una secta satánica, la poco conocida ‘The Possession of Michael King’ también del mismo año, o las posteriores ‘The Atticus Institute’ o ‘1974: la posesión de Altair’. Sin embargo, el realismo de los síntomas del Alzheimer hacen que la posesión parezca un proceso natural.
Una mirada distinta a las posesiones
El concepto de ancianos enfermos mentales poseídos sigue el camino de ‘El Exorcista III’ ya que asimilaba la demencia y la enfermedad como forma de facilitar el camino al diablo. Sin embargo ‘The Taking of Deborah Logan’ es diferente en su vis sobrenatural y su temática animal la convierten en algo más parecido a la metamorfosis de ‘La Mosca’ de David Cronenberg, que no dejaba de ser en sí misma una metáfora de la degeneración inevitable de la vejez, lo que demuestra que el formato ff no tiene por qué ser tan simplista como un juego de jumpscares.
A pesar de las limitaciones documentales, su aproximación el espinoso tema de la enfermedad de Alzheimer es compleja y sorprendente, abordando el terror y el suspense sin parecer vulgar ni explotadora, quizá gracias a la impresionante interpretación de Jill Larson, una actriz de 67 años que había trabajado durante décadas en el culebrón ‘All My Children’ y fue recuperada por Martin Scorsese en ‘Shutter Island’, en un plano que valía toda una carrera para el cine de terror. Su complexión elegante va camuflando lo que no deja de ser el estereotipo cultural de la bruja o arpía malvada.
Pese a ser un falso documental, ‘The Taking’ entra de lleno en el subgénero de la hagsploitation de mediados del siglo XX cayendo también, aunque sea de forma lateral, en los tropos de la vejez terrible de la mujer. Popularizado con ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ (1963), es la forma de transformar la belleza de antiguas estrellas en monstruos, reflejando y ampliando prejuicios culturales arraigados que codifican a la mujer mayor como un peligro, algo que aquí se traduce de forma diferente, ya que el propio formato manipula el concepto de "normalidad" del público.
El paciente cero del nuevo horror geriátrico
El acercamiento intertextual se expone como una construcción para ocultar ideas subversivas en torno al envejecimiento, la enfermedad y la discapacidad. ‘The Taking of Deborah Logan’ obliga al público a relacionarse y empatizar con una anciana que pierde el control de su cuerpo y su mente a causa de una enfermedad degenerativa, incluso cuando la película empieza a revelarse como terrorífica, nunca menosprecia la enfermedad en la que se centra, lo que no significa que no haya perpetuado una idea de la vejez como algo aterrador.
Esto, para bien o para mal, ha creado todo un revival de “horror geriátrico” y probablemente el título reciente que más ha anotado de esta es ‘Relic’, también centrada en los horrores de la demencia. Otra que da una vuelta sobrenatural al tema de la absorción de la juventud por parte de la tercera edad es ‘La abuela’, y la tendencia ha ido tomando un tono de denuncia del edadismo al que se unió la recién encontrada ‘The Amusement Park’ (1973) de George A. Romero seguida de otras como la española ‘Viejos’ y la similar ‘Old People’ de Netflix.
La pena es que Adam Robitel, no haya hecho más que algunos trabajos de encargo dignos como ‘Insidious 4’ o las dos ‘Escape Room’, que no reflejan para nada el talento que se dejaba ver en ‘The Taking of Deborah Logan’, un título ya de culto en el cine de terror que demuestra, eso sí, la tradición de que los grandes nombres del formato mockumentary suelen pasarlo mal en su paso a las narrativas convencionales.
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