Una valla publicitaria aboga por que se "elimine la política de la educación" y entona, de forma previa, la siguiente pregunta: "¿Se enseña a los menores de edad bajo los valores morales tradicionales?". El mensaje parece sacado de una distopía al más puro estilo 'El cuento de la criada', pero nada más lejos de la realidad: la pancarta, que llama específicamente en contra del colectivo LGTBIQ+ al contar también con el dibujo de una tijera que separa los símbolos de la diversidad sexual, sale en realidad de un mundo a caballo entre el Reino Unido de los 80 y años posteriores y los tiempos más recientes del siglo XXI.
La protagonista de la película 'Blue Jean', una profesora de "netball", un deporte similar al baloncesto, encarnada por la actriz debutante Rosy McEwen, es la testigo de un pasado olvidado hasta por las generaciones británicas más recientes.
Caza de brujas en las escuelas
Este largometraje, opera prima "indie" de la directora Georgia Oakley que también cosechó premios en los British Independent Film Awards —eso sí, bajo la sombra de 'Aftersun', de Charlotte Wells, que estuvo incluso nominada a los Premios Oscar— desempolva la polémica y olvidada Sección 28, un instrumento legal del que se sirvió el Gobierno de Margaret Thatcher en mayo de 1988 para reprimir al ostracismo a la comunidad "queer" y contribuir a la autocensura al legislar dicho artículo que las autoridades locales no debían "promocionar" la homosexualidad ni la "enseñanza de la aceptabilidad de la homosexualidad" como una dinámica familiar "normal" en cualquier escuela subvencionada por el Ejecutivo británico.
Así, después de descubrir Oakley la existencia de esta disposición legal que mientras estudiaba seguía vigente —no fue hasta 2003 cuando se derogó en Reino Unido y Gales, tres años más tarde de su retirada en Escocia—, nace una película que habla de la homofobia interiorizada y de los mensajes que se consumían de manera inconsciente antes de la llegada de internet y los móviles, de acuerdo con lo que ha explicado la directora en una entrevista con la organización del D'A Film Festival de Barcelona, y que siguen estando vigentes.
Y lo hace a través del personaje de una profesora de educación física de Newcastle que ejemplifica cómo de antinatural y tóxico se ve la cercanía de gays y lesbianas con respecto a una juventud "vulnerable", como tilda una de las compañeras de trabajo de Jean en el colegio, y que acabó con la sociedad etiquetando como "depredadores" a este colectivo. Un sentimiento de rechazo que guarda asimismo sus reminiscencias con la actualidad.
La protagonista de 'Blue Jean' vive, por tanto, una doble vida: intentando pasar desapercibida en el colegio en el que trabaja con un perfil bajo en pleno momento de hostilidad y, por qué no destacarlo también, de activismo; y juntándose con su novia en un entorno seguro, alejado físicamente de su lugar de trabajo. Esa doble realidad parece convivir pacíficamente hasta que la historia de una adolescente de su colegio, también lesbiana, se cruza en su camino para "enturbiarlo" todo. Jean tendrá que decidir entre ser una referente para ella o tirarla a los leones.
La historia con la que Georgia Oakley ha debutado en el largometraje es un relato que despliega su fuerza y su crudeza muy en bruto, a pesar de que trabaja una dirección de fotografía muy concreta. No obstante, el hecho de que la historia se estructure en cierta manera en torno a la intimidad, dejando un poco más de lado el desarrollo en detalle de la fachada que utiliza Jean para omitir su identidad sexual, hace que prácticamente todo el peso narrativo recaiga en la actriz protagonista, con la responsabilidad de trasladar cómo vivieron esos años profesoras como Catherine Lee y Sarah Squires.
De hecho, esas dos maestras son las que han contribuido a transportar a los espectadores la homofobia interiorizada y los sentimientos más contradictorios que surgen al ver la película, ya que 'Blue Jean' es, en definitiva, la historia sobre dos generaciones que se retroalimentan alrededor del tabú. El trabajo de documentación de Georgia Oakley con estas y otras muchas profesoras ayudó a canalizar los paralelismos entre pasado, ficción y presente.
La directora ha contado que vivió en sus propias carnes la confrontación con una alumna de su escuela, lo que ayudó a afianzar la trama que ya estaba en el guion, así como el miedo que se deja entrever en la actitud de Jean y que expone de qué manera su vida se escapa a su control.
Asimismo, las vivencias reales de estas dos profesoras de gimnasia, que también enseñaban "netball" y que estuvieron involucradas en el rodaje de la película, llegando incluso a participar como extras, sirvieron de "gran inspiración" para el personaje de Viv, la novia (a escondidas) de Jean, que en la cinta simboliza la incapacidad de parte de la comunidad de seguir comulgando con quienes aún no son capaces de vivir su identidad sexual de forma libre por los prejuicios y las agresiones de una sociedad no inclusiva.
'Blue Jean': escandalosos hechos reales que vuelven a estar de actualidad (y no solo en Reino Unido)
Es precisamente esta violencia la que sirve de puente entre la película y la actualidad pues, según recuerda la propia Rosy McEwen (que estuvo compitiendo cara a cara con Saoirse Ronan para debutar con apenas 12 años en la película 'Expiación'), hoy en día sigue habiendo un presente que exige estar siempre alerta para que colectivos como el LGTBIQ+ no pierda los derechos ya conquistados, como sucede en el estado de Florida, Estados Unidos, con la conocida popularmente como ley "No digas gay", que prohibió desde el verano de 2022 al profesorado de este estado hablar sobre su orientación sexual y cuestiones de género al alumnado que estudia primaria.
Asimismo, en sintonía con lo que también han comentado en diferentes entrevistas la directora y la intérprete protagonista, ese contexto histórico que revolucionó Reino Unido a finales de los años 80 —'Blue Jean’ nació después de que Georgia Oakley se encontrase con un artículo que hablaba de un grupo de lesbianas activistas que irrumpió en la Cámara de los Lores, la Cámara Alta del Parlamento británico, mientras se debatía la Sección 28— resuena con el debate actual sobre la identidad trans.
España, de hecho, tampoco se libra de estar alineada con esta tesis: en declaraciones como las que realizó María de la Cabeza Ruiz Solás, diputada de Vox, el pasado mes de febrero durante el debate de la ley trans, el "alarmante aumento" de la homosexualidad y transexualidad está "directamente relacionado con el adoctrinamiento con el que el Gobierno somete a los menores", según los postulados defendidos por esta política. "Corrupción de menores", mencionó asimismo en su discurso la diputada.
La lectura más constructiva que se puede hacer de 'Blue Jean' no tiene nada que ver con un juicio final a la heroicidad o falta de ella de la protagonista, sino que es más introspectiva y similar a la experiencia que tuvo Oakley al toparse con esta historia y entender la pieza que faltaba —y en la que nunca había reparado— para que todo encajara con respecto a esos años de infancia pasados en el colegio.
Técnicamente, la producción consigue desmarcarse de un aspecto visual "anticuado" que le quite poder de atención a la historia al valerse de una dirección de fotografía que se sitúa entre lo "vintage" de los 80 y algo más cercano al estilo actual, apoyándose también en un vestuario un tanto ambiguo que pueda dar el pego, pero sin alejar demasiado al espectador.
La televisión, y especialmente la radio, juegan un papel muy concreto a la hora de dar más pistas al público de la época en la que está ambientado el detonante más concreto de la acción. Es a través de esa voz que sale del transmisor como se ve qué pie calza el entorno de trabajo de Jean y ese enemigo silencioso, como la valla publicitaria que también se puede leer mientras corre por la calle en una de las escenas, es el otro gran protagonista de la acción.
Ver 9 comentarios