Entrevista a Jordi Costa, crítico de cine

Entrevista a Jordi Costa, crítico de cine
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Jordi Costa no necesita presentación para muchos de vosotros, así que no creo necesario extenderme demasiado con su currículum, y la entrevista que viene a continuación habla por sí sola. Nacido en Barcelona en 1966, ya de pequeño se atrevía con fanzines caseros sobre cine que realizaba a partir de recortes de periódicos. Con el tiempo se convirtió en un experto, no sólo en cine, sino en cómic y en subculturas de todo tipo. Autor de algunos libros como 'Hay Algo Ahí Afuera' o 'El Sexo que Habla', podéis leer críticas suyas en El País, labor que compagina con trabajos en otros medios, como la radio.

Cuando conocí a Costa me encontré a alguien totalmente distinto a la imagen que tenía en mi cabeza, formada a raíz de la lectura de sus artículos. Es tímido, excesivamente educado, y muy reservado. Aunque si le nombras a gente como Bert I. Gordon, Jack Arnold y demás reyes de la serie B, lograrás captar su atención. Para nosotros ha sido un verdadero placer realizarle esta entrevista, y estoy seguro de que disfrutaréis de ella, sacando muchas cosas en limpio de las cosas que dice.

  • ¿Te gusta la palabra "crítico" o crees como muchos que tiene connotaciones negativas?

No es que me guste ni me deje de gustar: es la palabra que define el trabajo que hago y tiene las connotaciones que cada uno quiera ver en ella. Para mí, la misma palabra define profesionalmente a mucha gente a la que leo con gran placer y a otra mucha gente a la que leo con menos placer y, a veces, con profundo aburrimiento. Decir que la palabra crítico tiene connotaciones negativas es como decir que subsecretario es una palabra malsonante: resulta tan peregrino como buscar un término menos ofensivo que taxista para decir, precisamente, taxista.

  • ¿Por qué crees que los críticos de cine siguen teniendo tan mala consideración? ¿Está cambiando ese concepto de tipos sesudos por el de excesivamente "frikis"?

Vaya, otra vez, ¿mala consideración? Eso significaría que los críticos tenemos alguna consideración. Me cuesta responder a esta pregunta, porque me resulta extremadamente complicado detectar cuál es su subtexto: quizás la segunda pregunta me dé una pista. Intuyo, por la orientación de esa segunda pregunta, que, para vosotros, un crítico es un tipo sesudo, ergo alguien que debería de estar mal considerado. Quizás tendríamos que empezar por definir qué es un crítico: para mí, un crítico es un espectador profesional. Alguien que va al cine y, a la salida, cuenta cómo le ha ido... porque esa es su profesión. En ese sentido, siempre será más útil para sus lectores (u oyentes, o espectadores) que sea alguien más o menos articulado, con cierta cultura y ciertas referencias: no le veo demasiado interés, como crítica cinematográfica, a la opinión de un cenutrio. Por tanto, que el crítico sea “sesudo” no tendría que suponer un problema: lo importante es que aporte una lectura interesante de cada película. Su opinión nunca será infalible, pero su mirada siempre puede ser enriquecedora. Respecto a la segunda pregunta, sólo os puedo decir que cada día que pasa detesto más esa palabra comodín que habéis puesto entre comillas: “friki”. Ponedme algún ejemplo concreto de crítico “excesivamente friki” y seguimos hablando.

  • ¿Cómo surgió tu amor por el cine, primero como espectador y cuándo te diste cuenta de que quería dedicarte a escribir sobre ello?

Supongo que no te das cuenta y el cine te va envenenando. Mis padres nunca reprimieron mi gusto por el cine, sino que lo fomentaron. Y, si bien se dice que ningún niño sueña con ser crítico de cine, lo cierto es que, en mi infancia, recortaba los anuncios de películas que aparecían en los periódicos y los pegaba en improvisadas revistas de cine que hacía en casa: lo que escribía al lado de cada imagen no eran críticas, sino resúmenes argumentales de películas que, en su mayor parte, ni siquiera había visto. Pero, bueno, en esa época no soñaba con ser crítico de cine: prefería ser cobrador de peaje en carretera, que me parecía una profesión muy glamurosa. Las cabinas de los peajes venían a ser lo más parecido a una nave espacial que había en la España de los 70. Y el cobrador de peaje era la forma accesible del astronauta.

  • ¿Crees que internet y el mundo de los blogs está cambiando algo el concepto de crítica cinematográfica (en España)?
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Internet y los blogs han democratizado la práctica de la crítica de cine y eso tiene su lado bueno y su lado mano. Comencemos por el malo: es muy fácil simular ser un crítico de cine, basta con mimetizar tópicos, muletillas e ideas recibidas. La mayor parte de críticas que uno encuentra en la red son, básicamente, eso: ejercicios de alguien que simula ser un crítico de cine y perpetúa discursos que son muy poco interesantes. Hay que decir que eso no es privativo de la red: en buena parte de la prensa profesional también funcionan y sobreviven este tipo de ultracuerpos. Internet democratiza y no jerarquiza: todas las opiniones tienen el mismo valor, pero, como todos sabemos, aunque todo el mundo tiene una opinión, no toda opinión es relevante. Por otro lado, el fenómeno ha hecho que surjan voces y miradas que sí aportan algo diferente: las mejores críticas de películas recientes como “Speed Racer” o “Indiana Jones 4” las he leído en la red, firmadas por gente no profesional, pero con una brillantez y una capacidad de análisis que, en esos casos, eclipsa a lo profesional.

  • ¿Lees habitualmente blogs de cine? ¿qué opinión te merecen en líneas generales?

Más o menos lo he respondido antes. Hay de todo: muchas cosas irritantes y algunas joyas. Sigo habitualmente El blog ausente –que hace un trabajo de arqueología pop lleno de genio- y me suele gustar mucho lo que dedican al cine algunos blogs que no se dedican al tema de manera monográfica: El Focoblog, El Emperador de los Helados, El Rincón de Alvy Singer... He encontrado, también, lecturas interesantísimas de ciertas películas en el blog de Nacho Vigalondo. A veces, el debate echa chispas en la zona de comentarios y se abren discusiones de altura en los rincones más insospechados de la red. Por otro lado, no hay día que no visite el IMDB o páginas como www.dvdbeaver.com. Hay otros lugares en internet de imprescindible visita regular: Midnight Eye, Film Threat, Bright Lights Film Journal, etcétera... Hay muy buena crítica de cine, profesional y no profesional, bloguera y no bloguera, en la red.

  • ¿Tiene el cine español un posible "salvavidas" en internet? Me explico, hay películas que logran conseguir promoción gracias a los blogs, que de otra forma pasarían "casi" desapercibidas. ¿El ejemplo de 'Los Cronocrímenes' es válido para imitar?

No sólo el cine español, sino, en general, toda la industria del audiovisual tiene que empezar a plantearse su inminente transformación. Internet no es un salvavidas, sino que, ahora mismo, es una herramienta de comunicación y difusión esencial. De todas maneras, no creo que 'Los cronocrímenes' sea el tipo de película que corra peligro de pasar desapercibida: los únicos que han tardado en darse cuenta de sus bondades son los circuitos de distribución y exhibición españoles. La promoción de la película ha tenido un motor creativo importante, que ha sido el propio Vigalondo. Hay algo curioso en todo esto: la revolución de internet y la sobresaturación de información nos lleva a un modelo casi medieval, en que el creador es quien tiene que vender directamente su producto. Quien, además de dirigir más o menos bien, tenga talento para pensar estrategias de este tipo tendrá buena parte del camino ganado.

  • ¿En qué medio te sientes más cómodo para elaborar una crítica: prensa especializada, generalista, radio, televisión o internet?

El medio en el que mejor me defiendo es la prensa escrita: me da igual si especializada o generalista, mientras no interfiera en las opiniones y el contenido.

  • ¿A quienes consideras tus maestros dentro de la crítica?

Si hablo de maestros parece que dé por sentado que he aprendido algo, cuando no estoy muy seguro de que sea así. Para mí, José Luis Guarner es el mejor crítico que ha tenido este país. En otros ámbitos, como la crítica musical o la teatral, hay otros monstruos, como Diego Manrique o Marcos Ordóñez. Si alguien ha podido ejercer de maestro en mi caso, sería Ordóñez, porque he tenido el inmenso privilegio de trabajar con él, aunque, si comparo, creo que he salido un poco mal alumno. Leo con placer a muchos colegas: quizás añoro la época en que críticos como Álex Gorina y Jordi Batlle se podían volver locos e incendiaban el estilo literario de sus críticas. También me gusta mucho leer a Xavier Pérez y Núria Bou en las páginas del Cultura/s de La Vanguardia. Al igual que mi compañero de fatigas Javier Ocaña, soy un incansable lector de críticas: me gusta saber cómo respiran mis colegas, detectar afinidades o estimulantes desacuerdos... Normalmente, la gente tiende a considerar que un crítico es bueno o malo en la medida en que coincide con sus propios gustos: es un error, un buen crítico sigue siéndolo aunque destroce la película que más amas, porque seguro que la habrá destrozado de una manera enriquecedora. Me cuesta daros nombres, porque siempre olvidas a alguien y cometes alguna injusticia por omisión. En esta temporada, por ejemplo, me fascinó la crítica que Carlos F. Heredero escribió sobre “En el valle de Elah” en El Cultural de El Mundo. Y, bueno, entre los anglosajones tengo a unos cuantos mitos: J. Hoberman, Jonathan Rosenbaum, Tim Lucas –que, en cierto sentido, ha inventado la perfecta metodología crítica para analizar ediciones en dvd-, Tony Rayns –la gran autoridad en cine oriental-, Tom Mes, etcétera... Y que conste que no hablo de maestros, porque me parecería arrogante: son sólo algunos de los nombres que leo con arrobo y ganas de aprender.

  • ¿Qué libros recomendarías leer para aquellos que consideren ser críticos? o preguntado de otra forma ¿qué consejos darías a aquellos que se quieren dedicar a la crítica?

Lo que recomendaría es no leer a Robert McKee o a Syd Field: son los principales culpables de la sobrevaloración del guión que empaña tantas miradas críticas hoy en día. Por lo demás, hay grandes libros de cine y espero que los siga habiendo: un clásico indispensable es “El cine según Hitchcock” de Truffaut, pero siempre es bueno recomendar no quedarse en los clásicos. Quizás el libro más relevante en la historia reciente de la crítica sea “Movie Mutations” de Jonathan Rosenbaum y Adrian Martin: es, probablemente, el que mejor refleja cuáles son los desafíos de la crítica en el paisaje actual.

  • ¿Consideras que la crítica es más necesaria que nunca?

No sé si es más necesaria que nunca: de hecho, la prensa parece considerar que cada vez es menos necesaria y de ahí que el espacio de la crítica se abrevie de manera alarmante en revistas y periódicos. Creo que es un momento muy estimulante para hacer crítica, porque el cine se está transformando en otra cosa: cambia la manera de hacerlo y de consumirlo. Es un periodo tan interesante como lo fue el del nacimiento del cine: por entonces, nadie sabía a ciencia cierta que la nueva invención iba a servir a la industria del ocio. Ahora estamos ante un salto tecnológico que, probablemente, seguirá garantizado larga vida a esa industria del ocio, pero no sabemos cuáles serán las formas del post-cine, ni cuáles serán sus prioritarias vías de difusión o sus nuevos rituales de consumo. Vivir todo este proceso como crítico cinematográfico supone levantar acta puntual de una transformación cuyas implicaciones totales cuesta aún intuir.

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  • ¿Posee el crítico la verdad absoluta? En caso negativo ¿qué les dirías a los que creen que sí?

Si ni siquiera los físicos poseen la verdad absoluta, ¿cómo va a poseerla un crítico? Como he dicho antes, un crítico es un señor que lee películas: hay que tomar a las críticas como eso, las hay buenas, malas y regulares. Ninguna es infalible. Lo que sí es cierto es que, en ocasiones, algún crítico atrevido formula juicios que el resto del gremio tarda mucho en asimilar y, cuando lo hace, suele olvidar la figura de ese crítico atrevido que dijo algo por vez primera, mientras la corriente general miraba hacia otro lado. Creo que un buen crítico tiene que ser, en buena medida, descubridor: alguien que nos advierte dónde puede haber un autor interesante o un sorprendente cambio de discurso en la obra de un autor hasta entonces considerado como mediocre. Es muy fácil reafirmar lo ya sabido: hay muchos críticos que lo hacen y suelen ser muy respetados, porque el lector aprecia que le reafirmen en lo que ya sabe y prefiere que no le introduzcan nuevos factores en su base de datos cinéfila. También es fácil ser un crítico hype, alguien que, por sistema, se baja las bragas ante cualquier atisbo de algo presuntamente nuevo: un crítico no sólo tiene que ser un radar de lo nuevo, sino, en cierto sentido, un archivo portátil de memoria cinéfila. Si los críticos hype tuviesen la costumbre de ver cine estrenado antes de la última media hora (pues ese suele ser su horizonte referencial), quizás frenarían su entusiasmo ante las novedades que no son tales.

  • Una pregunta que hacemos a todos: tus pasiones cinéfilas, directores, actores, películas, etc, para terminar con una pregunta trampa ¿no debería el crítico dejar a un lado sus gustos personales o piensas que todo es subjetivo?

Maldita la crítica que no sea subjetiva, porque no será crítica: será, en todo caso, descripción. Un crítico tiene que tener filias, fobias y prejuicios, porque esa será la salsa de su estilo. Y un crítico sin estilo no es nada. También creo que un buen crítico debería tener un baremo flexible: no sirve el patrón Dreyer para hablar de una comedia de Will Ferrell. Y hay comedias de Will Ferrell magistrales. Me cuesta dar una lista de pasiones cinéfilas, porque, en ese sentido, soy omnívoro, promiscuo y politeísta: eso sí, prefiero Hawks a Ford y creo firmemente que Billy Wilder jamás le llegó a Lubitsch ni a la suela del zapato. Por lo demás, me interesan cada vez más los cineastas que eligen el camino del aislamiento, la auto-destrucción creativa y el extrañamiento de sus incondicionales: Kitano, Lynch y Shyamalan, por ejemplo. Y creo que hay mucho trabajo crítico retrospectivo por hacer: analizar películas que la historia del cine condenó a las notas a pie de página, como las comedias de Charley Bowers, los seriales, las películas de Bing Crosby&Bob Hope, etcétera... Por debajo de los clásicos, hay muchos yacimientos de talento que merecen ser re-evaluados o re-descubiertos.

  • PD: Ángel Fernández-Santos

Ángel Fernández Santos no sólo fue un crítico con estilo, personalidad, compromiso y discurso, sino que también firmó no pocos momentos clásicos en la historia del cine español en calidad de guionista. Ahí es nada: 'El espíritu de la colmena', su complicidad con Regueiro, etcétera... Cuando antes he hablado de la oposición Ford/Hawks o Lubitsch/Wilder, no pretendía descalificar ni a Ford ni a Wilder: lo que ocurre es que este tipo de oposiciones –que, a veces, son tan peligrosas como obligarte a elegir entre papá y mamá- sirven, en cierto sentido, para definirte, para definir tu sensibilidad o tu forma de disfrutar y analizar el cine. En este sentido, Fernández Santos también podría formar parte de una de estas polarizaciones: por ejemplo, Guarner/Fernández Santos. Los dos críticos encarnan dos formas muy distintas de aproximarse al cine y ejercer la crítica: ambos tienen calidad de referencia, pero es inevitable sentirse más cerca de uno que de otro. Y, enfrentado a esta dialéctica, me vería obligado a decir que, pese a todo el respeto que siento por Fernández Santos y pese a ese rincón de privilegio que ocupa su “Más allá del Oeste” en mi biblioteca, yo, definitivamente, soy más de Guarner.

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