El Mito de Bourne. Mañana se estrena entre nosotros 'El Ultimátum de Bourne', la película que pone fin a la trilogía sobre el agente secreto amnésico protagonizado por un efectivo Matt Damon. Hace poco, y tal y como os dije en mi crítica sobre 'El Caso Bourne', aprovechando la coyuntura se ha editado un pack con las dos primeras entregas más un disco de extras añadidos a los que las películas ya tenían. Puro negocio vamos, y la cosa seguro que se repetirá cuando la tercera entrega se edite en dvd, seguro que podremos disponer de ella tanto solitariamente como en compañía de las otras dos. Seguro que muchos cinéfilos consumidores, e incluso espectadores normales, volverán a picar.
'El Mito de Bourne' continúa argumentalmente los hechos narrados en la primera entrega. Bourne sigue totalmente inactivo y viviendo su vida al lado de la mujer que ama. Pero pronto se verá envuelto en una trama de espionaje en la que será acusado de asesinato. Una vez más, y a pesar de su amnesia, tendrá que poner en práctica todos sus conocimientos para intentar sobrevivir y desmontar todo el plan de los malos de la función.
El primer cambio en esta secuela es su director. Al correcto Doug Liman le sustituye el más eficiente Paul Greengrass quien parece pasárselo como un enano tomando las riendas de la película, que supera a la primera en todo lo referente a puesta en escena. Greengrass demuestra ser muy bueno en el uso del montaje acelerado aplicado prácticamente a todo tipo de escenas, no sólo las de acción. Esto le infiere al film un ritmo perfecto que no ofrece el más mínimo respiro al espectador, el cual está con un corazón en el puño durante toda la proyección. La diferencia entre el rápido montaje de esta película y el rápido montaje de los films de Michael Bay, por poner un ejemplo que conozcáis todos, es que Greengrass no se para en detalles inútiles ni realiza efectismos baratos, concentrándose únicamente en lo que se está narrando, ya sea una conversación entre dos personajes, una persecución, o el seguimiento de un personaje a través de monitores.
Una vez más, la acción de la película se traslada a Europa, dándole así ese carácter de thriller de los 70, y que algunas pelíuclas actuales han recuperado felizmente, como es el caso de la estupenda 'Ronin' de John Frankenheimer. Un simple cambio de las calles de Los Ángeles, Chicago o Nueva York a las calles de Paris, Moscú o Madrid, y la cosa cambia pero mucho. Y es que los lugares comunes en el cine de acción actual hay que empezar a cambiarlos para no saturar al espectador, a no ser que te apellides McTiernan o Cameron, por supuesto. No obstante, un film de las características de 'El Mito de Bourne' siempre se ha movido mejor en terreno internacional, llevando al personaje por varios países. Algo así como en la saga de James Bond, pero sin tanta superespectacularidad.
Eso sí, la película ofrece espectáculo y del bueno, del creíble. Las escenas de acción están impecablemente filmadas, y la secuencia estrella del film es una persecución por las calles de Moscú que quita el hipo, superando con creces lo visto en la primera entrega. Lamentablemente todo lo superior que esta entrega pueda tener en la parte técnica y artística del director, lo tiene de inferior en la parte argumental que es mucho más sencilla que en la película anterior. Se podría decir que en la que nos ocupa todo se reduce a una persecución del personaje de Bourne. No hay mucho más.
Los actores siguen siendo una de las mejores bazas de la saga. Matt Damon repite evidentemente, al igual que Brian Cox, que aquí adquiere mayor importancia, Franka Potente, que la adquiere menor, y Julia Stiles que vuelve a salir lo suficientemente poco como para no molestar. Se les une Joan Allen, como la encargada, por parte de los buenos, de dar con Bourne, y cuyo personaje establece una curiosa, y muy efectiva argumentalmente hablando, relación con el personaje central. También se suma el inexpresivo Karl Urban, un asesino que le tocará las narices, y mucho a Bourne; su "duelo" por calles rusas es antológico. Salvo éste último, que tampoco es para echarse las manos a la cabeza, todos los demás actores están bastante bien.
Una buena película que mantiene a buen nivel el sabor de boca dejado por 'El Caso Bourne', y que nos deja ansiosos de presenciar la tercera entrega, otra vez en manos de Greengrass. Ojalá todos los films de acción actuales ofrecieran el entretenimiento y calidad de éste. Otro gallo cantaría, y mucho más contento.
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