'Dolor y dinero' ('Pain & Gain', Michael Bay, 2013) es la película más barata de su director, menos de 30 millones de dólares, desde que irrumpió en el panorama cinematográfico allá por 1995 con 'Dos policías rebeldes' ('Bad Boys'), éxito inmediato, vehículo para el lucimiento de Will Smith y FrancisMartin Lawrence, y que enseguida sentó las bases de un tipo de cine que sería amado y odiado a partes iguales, ya sabéis, la eterna confrontación entre crítica —también cinefilia— y público. Acción a raudales, giros de cámara de 360 grados y mucha cámara lenta, elementos que tenían su razón de ser en los dos mejores trabajos de Bay en el campo de la acción, 'La roca' ('The Rock', 1996) y 'Armageddon' (id, 1998), tras los cuales se perdió en una serie de películas llenas de vitaminas y en las que se solía confundir aparatosidad con espectáculo.
La presente película, cuya historia podría resumirse como la de tres idiotas en busca del sueño americano, ya quería filmarla Bay en el 2000 cuando aún estaban recientes los hechos —por extraño que parezca, 'Dolor y dinero' está basada en delirantes hechos reales que acontecieron entre 1994 y 1995 en Florida—, pero fue posponiéndolo numerosas veces mientras caía en el remolino de la saga 'Transformers' de la que parecía no iba a salir nunca. Tras la tercera entrega y antes de embarcarse en la cuarta —con el reparto totalmente cambiado—, Bay decidió que ya era hora, y nos ha sorprendido con su film más trabajado a nivel de guión, y en el que, lo que son las cosas, su estilo tan criticado le sienta como un guante. Y oh, milagro, nos enteramos de lo que sucede en pantalla.
(From here to the end, Spoilers) Unos hasta cierto punto sorprendentes Mark Wahlberg y Dwayne Johnson, acompañados de Anthony Mackie —el peor del terceto protagonista—, dan vida a Lugo, Doyle y Doorbal, tres culturistas que unen fuerzas para una idea poco menos que loca. Lugo, influenciado por un parlanchín vendedor de humo —personaje a cargo de Ken Jeong, uno de los descubrimientos de la trilogía resacosa— desea hacerse con el sueño americano, así como suena, siendo algo más que el monitor de un gimnasio. Y no se le ocurre otro plan que secuestrar a algún cliente con mucho dinero, quitarle absolutamente todo lo que tiene y vivir a cuerpo de rey. Las consecuencias serán catastróficas, no sólo por lo loco de la idea, sino por el hecho de que esta está llevada a cabo por tres imbéciles integrales, a los que curiosamente uno acaba cogiendo más cariño del esperado.
Muchos han citado una posible influencia de los hermanos Coen —esos señores que son capaces de lo mejor y de lo peor—, y así podría ser pero sólo por lo que respecta al tipo de personajes. Ni temáticamente, ni en la forma, podemos encontrar paralelismos con la obra de los citados hermanos. No me gusta imaginarme las películas que ya existen dirigidas por otros realizadores, pero en este caso diré que si hay un director capaz de llevar a buen puerto el material que aquí tenemos, ese es Michael Bay. Narrada en flashback, Bay acomete su empresa como si se tratase del enésimo thriller de acción que rueda, y que a pesar del aparente cambio en su filmografía, está lleno de los típicos elementos de su cine. 'Dolor y dinero' tiene un equipo, nada preparado, para una misión suicida, hay peleas, tiros, persecuciones y un gran clímax final. De acuerdo, no hay tantas como en el resto de sus películas, y he ahí la gracia del film. Bay no renuncia a sus travellings y cámaras lentas, incluso se aventura con la cámara en mano, pero se controla un poco más que de costumbre, y ese estilo hiperbólico no molesta ni lo más mínimo. La forma es el fondo, y en la filmografía de Bay 'Pain & Gain' es la demostración palpable de ello.
Pero aunque me encontréis sorprendido gratamente con el nuevo trabajo de un director que sólo me ha entretenido dos veces y el resto me ha hecho odiar el cine, tampoco es oro todo lo que reluce. Este golpe sin descaro ni control, hay que admitirlo, al american way of life, dejando al ciudadano medio, ¿o habría que decir al que no tiene dinero?, prácticamente a la altura del betún, tiene el problema de todos los films de Bay, es demasiado largo. Aunque esta vez llega a controlar el ritmo interno mejor que en otras ocasiones, Bay se encariña demasiado con sus personajes y alarga en demasía sus desventuras. Aún así es un mal menor y 'Dolor y dinero' resulta un film endiabladamente entretenido y hasta divertido. Esa diversión proviene de lo exagerado que resulta todo —los rótulos avisando, como si el espectador no fuese capaz de creerse lo que está viendo, de que todo es verídico, son totalmente innecesarios— y evidentemente necesita de la complicidad del espectador. 'Dolor y dinero' es una película en las que entras en su doble juego o no.
Si no se entra, uno no verá más que chorradas a gran nivel mientras se cuestiona la veracidad de lo narrado. Si uno se deja arrastrar por las tonterías que cometen los tres personajes centrales disfrutará de lo lindo. Yo me quedo con la interpretación de Dwayne Johnson —sus escenas con la cocaína son delirantes— en el que para mí es el mejor papel de su carrera, revelándose una vez más como alguien con un fino sentido del humor capaz de algo que no han logrado otros musculitos del cine: empatizar con el público de forma natural. Y cómo no, con esa sorprendente capacidad de Michael Bay para reírse de sí mismo incluso cuando debe condenar a sus personajes y la guitarra de Steve Jablosnky resuena en nuestros oídos mientras asistimos a la dura y cruda realidad: los grandes sueños no son para los pobres, y para llegar a cumplirlos hay que saltarse las reglas. El problema es que si eres idiota no lo conseguirás jamás.
Un placer reencontrarse con Ed Harris en este tipo de productos, y una cuestión final: el cine de Bay está lleno de idiotas, pero los personajes femeninos están horriblemente retratados. 'Dolor y dinero' se lleva la palma en ese aspecto.
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