En lugar de decir “ka-chow”, ¡va a hacer “ka-boom”!Grem (Joe Mantegna)
Tristemente, ya puedo decir que me he aburrido viendo una película de Pixar. Ha ocurrido con ‘Cars 2’ (2011), el duodécimo largometraje del estudio de animación que parecía infalible, y con el que cumplen 25 años, un aniversario empañado por las tibias críticas que está recibiendo su último trabajo, de manera merecida. Supongo que era cuestión de tiempo que una de sus películas bajara considerablemente el listón, pero yo al menos no esperaba que ocurriera solo un año después de la impresionante ‘Toy Story 3’ (2010), con la cual parecía confirmarse (tras la segunda parte de las aventuras de los famosos juguetes) que los creadores representados por el logotipo del flexo no eran menos exigentes por tener entre manos una secuela, en lugar de una historia y unos personajes originales. ‘Cars’ (2006) fue uno de los trabajos menos inspirados de Pixar, pero si la tercera parte de ‘Toy Story’ (1995) superaba a la primera, era lógico esperar que ocurriera lo mismo con ‘Cars 2’.
He leído en bastantes sitios, y sé que lo piensa mucha gente, que el tremendo éxito del merchandising de ‘Cars’ es el principal motivo que (en tiempos de crisis) impulsó la producción de una segunda parte, aunque, en general, nadie la esperaba con especial ilusión (excepto los fans de la primera y los que se llevan dinero por cada producto oficial vendido). Puede que sea cierto, pero yo apuntaría más a un capricho personal de un ofuscado John Lasseter, jefazo de Pixar, director de las dos primeras entregas de ‘Toy Story’ y las dos de ‘Cars’, y un apasionado del mundo del motor (siempre que puede recuerda que trabajó con su padre en un concesionario de Chevrolet); cuenta que la historia de ‘Cars 2’ se le ocurrió mientras viajaba por el mundo haciendo promoción de la primera aventura de los coches animados, pensando en cómo se las apañaría Mate por lugares tan diferentes a su querida Radiador Springs. No era una mala idea, pero dejar el protagonismo a la grúa oxidada es un gran error.
Aunque las leo, nunca dejo que las críticas negativas (o indiferentes) me condicionen un visionado; siempre que entro en un cine, me siento en una butaca y se apagan las luces, me inunda la misma ingenua ilusión de cuando era un niño, y estoy totalmente convencido de que voy a disfrutar con la película, que voy a llevar la contraria a todos los que han hablado mal de ella. Especialmente con una del sello Pixar, que si se han caracterizado por algo, es por devolvernos a la infancia, con asombrosas historias llenas de emoción y diversión. También sentía gran interés por ver el nuevo cortometraje previo del estudio, quizá la última oportunidad de volver a ver a los populares personajes de ‘Toy Story’, en una historia titulada ‘Vacaciones en Hawai’. Me dejó tan congelado como se quedan Barbie y Ken tras salir al nevado jardín de la casa de Molly en pleno invierno. Es el corto más flojo de la factoría Pixar y los peores minutos del universo ‘Toy Story’, un desganado relatillo que se limita a repetir bromas ya usadas.
Tras ese jarro de agua fría, con una pieza tontorrona, a años luz de ‘El juego de Geri’, ‘Pajaritos’, ‘Parcialmente nublado’ o ‘Día y noche’, comienza ‘Cars 2’, y lo hace de forma brillante, con un prólogo delicioso y espectacular que homenajea a la saga 007 (y es la segunda que lo hace tras ‘X-Men: Primera generación’, aprovechando que este año no hay película de la célebre franquicia). Acompañado por la música de Michael Giacchino (la piel de gallina con este tema), entra en escena el valiente y elegante espía británico Finn McMissile, la gran novedad de esta nueva aventura, un personaje originalmente creado para ‘Cars’ y al que da voz en la versión original el gran Michael Caine. A pesar de la extrema vigilancia, McMissile (un Aston Martin DB5, vehículo asociado a James Bond) consigue colarse en una plataforma petrolífera y ver que el malvado Professor Z (Thomas Kretschmann) tiene un plan entre manos, pero antes de saber de qué se trata, es descubierto, escapando de milagro.
De una oscura y trepidante secuencia de intriga y acción (en la que no faltan explosiones y muertes, y uno ya pensando que Pixar lo ha vuelto a hacer, que ha pensando realmente en todos los públicos) pasamos al cálido, tranquilo y alegre pueblo de Radiador Springs, donde el torpe y bonachón Mate (Larry the Cable Guy) recibe con desbordado entusiasmo el regreso de su mejor amigo, Rayo McQueen (Owen Wilson). Siguiendo la estela de trabajos anteriores, se despacha como una rutina la obligada escena triste (el recuerdo a Doc Hudson, voz del mítico Paul Newman), y entonces empezamos a asistir a la verdadera película, al show de la cargante grúa, que no para de hablar y “meter la rueda”, convirtiendo la divertida película de acción prometida en un simplón entretenimiento infantil, centrado en un personaje que llega a resultar insoportable. Es el Jar Jar Binks de Pixar. Tampoco se muestran acertados los directores de ‘Cars 2’ (Lasseter y el debutante Brad Lewis) encajando las dos tramas que estructuran el mecánico guion escrito por Ben Queen.
Un magnate, Sir Miles Axelrod (Eddie Izzard), ha organizado una carrera internacional para demostrar el potencial de un nuevo combustible que podría sustituir a la gasolina. McQueen interrumpe sus vacaciones para demostrar que es más rápido que el arrogante Francesco Bernoulli (John Turturro es la voz de un divertido personaje similar al de Sacha Baron Cohen en ‘Pasado de vueltas’), y mientras lo consigue sin mucho esfuerzo (muy desaprovechado el duelo entre el bólido de NASCAR y el de Fórmula 1), Mate se une a la encantadora Holley Shiftwell (Emily Mortimer) y a McMissile en un intento por acabar con el ejército de los tartanas, liderados por un misterioso enemigo (aunque su identidad es bastante evidente). Técnicamente espectacular, y repleta de detalles intrascendentes, ‘Cars 2’ carece del ingenio y la emoción de los mejores trabajos de Pixar, asemejándose a una secuela de DreamWorks o Blue Sky, repetitiva, anodina y olvidable. ¿Debemos preocuparnos? No creo, ‘Brave’ parece algo diferente a todo lo que ha hecho Pixar hasta ahora. Simplemente se han equivocado. Pero ganarán mucho dinero y venderán muchos juguetes. Yo mismo contribuiré comprando una figurita de McMissile. Lo que no compraré es la película.
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