Nuestro punto de equilibrio para recobrar el dinero invertido, es cero espectadores. Esa libertad es lo que nos interesa, no depender de las entradas de la gente que va al cine. (Hernán Musaluppi, productor de 'Un mundo misterioso')
Tras ver la mejor película de lo que va de festival, 'Nader and Simin, a Separation' del iraní Asghar Farhadi, firme candidata al Oso de Oro, en la siguiente nos tocó justo lo contrario, tener que soportar la mayor bobada de la sección a concurso, 'Un mundo misterioso' del argentino Rodrigo Moreno (en la foto de arriba, a la derecha). Lamentable que una obra tan minúscula se proyecte en un festival de este calibre, y más aún que sea uno de los títulos seleccionados para aspirar al gran premio de la Berlinale 2011. Hubo bastantes fugas (no puedo señalar a nadie) y al acabar se oyeron numerosos y fuertes abucheos que acallaron unos tímidos aplausos (posiblemente por cortesía), algo que no había ocurrido hasta ahora.
'Our Grand Despair', una extraña familia
La primera película del día fue 'Our Grand Despair' ('Bizim Büyük Çaresizligimiz'; Turquía, Alemania, Holanda, 2011) del turco Seyfi Teoman, un simpático y honesto melodrama ambientado en Ankara y centrado en la amistad, la soledad, el amor y el egoísmo. La tranquila existencia de una pareja de amigos solterones que comparten piso (nunca hay ninguna señal romántica entre ellos, aunque su sexualidad es ambigua) se ve alterada por completo con la llegada de una joven que ha perdido a sus padres en un accidente de tráfico. Es la hermana de un buen amigo común y la cuidan como si fuera de la familia. Poco a poco, conforme pasa el tiempo y se van conociendo mejor, la chica se convierte en el interés amoroso (más platónico que real) de los dos hombres, lo que ocasionará que salgan a flote rencores del pasado y se ponga a prueba su vieja amistad.
El primer problema de 'Nuestra gran desgracia' es que tarda mucho en arrancar. Teoman apuesta por las miradas, los silencios y los gestos, más que por el diálogo o la acción, por el viaje interior más que por el exterior, lo que no llega a funcionar hasta bien avanzado el relato, cuando ya conocemos a los protagonistas, y están planteados los pequeños, corrientes, conflictos que afectan al trío protagonista; un trío que llega a formar una familia de lo más extraña, con los dos "padres" mimando a la chica, al mismo tiempo que sienten una incómoda atracción hacia ella. La cámara del turco se muestra dubitativa al comienzo, pero luego se agarra a sus personajes (estupendo trabajo de los actores, Ilker Aksum, Fatih Al y Günes Sayin) y éstos resultan lo suficientemente humanos y auténticos como para que uno sienta curiosidad por sus peripecias. Aunque hubo aplausos, no fueron muy apasionados y dudo mucho que pueda considerarse una seria candidata a los galardones principales.
'My Best Enemy', puro entretenimiento
La siguiente no competía en la sección a concurso, pero resultó mucho más divertida y emocionante que muchas de las que aspiran al Oso de Oro. Y eso es porque no hay en 'My Best Enemy' ('Mein bester Feind'; Austria, Luxemburgo, 2011) grandes pretensiones de autor, solo un deseo de narrar una historia y mantener al público pendiente de la acción desde el primer minuto hasta el último. Lo consigue el austriaco Wolfgang Murnberger, pasan volando los 110 minutos, y cosechó unos merecidos aplausos de casi todos los asistentes al pase de prensa.
Escrita por Paul Hengge y Wolfgang Murnberger, 'Mi mejor enemigo' tiene la apariencia de un corriente thriller centrado una vez en el terrible sometimiento del pueblo judío por parte de los nazis, pero realmente es una intensa aventura sobre dos hombres en bandos diferentes cuyo destino depende de una obra de arte, un dibujo de Miguel Ángel. Victor Kaufmann (Moritz Bleibtreu) es el hijo del influyente propietario de una importante galería en Viena, que con el ascenso del partido nazi en Alemania y la anexión de Austria se ve desposeído de todas sus posesiones, siendo enviado a un campo de prisioneros. Rudi Smekal (Georg Friedrich), hijo de una excriada de los Kaufmann, creció junto a Victor; nunca tuvo nada ni parece capaz de ganarse la vida, pero siempre puede contar con su viejo amigo, hasta que los nazis le dan la posibilidad de unirse a ellos. Con su impecable y oscuro uniforme (aún produce escalofríos), de pronto Rudi es alguien importante. Pertenece a un grupo fuerte y es respetado. Frío, obediente y envidioso, encaja a la perfección. Da miedo.
La película coquetea con la trampa fácil y el enfoque simplista de buenos y malos, pero siempre remonta el vuelo gracias a los giros de un ingenioso guion, que es trasladado a la gran pantalla por una sólida dirección y unos actores muy comprometidos con el material. Consciente de los límites, seguro en los puntos fuertes, Murnberger consigue con 'My Best Enemy' un gozoso ejercicio de intriga, puro cine de entretenimiento. No ganará ningún premio en este u otro festival relevante, pero estoy seguro que dejará muy satisfechos a numerosos espectadores.
'Un mundo misterioso', siguiendo a un inútil
La primera secuencia de 'Un mundo misterioso' ('A Mysterious World'; Argentina, Uruguay, Alemania, 2011) nos muestra a una joven pareja que acaba de tener sexo. Boris (Esteban Bigliardi) se levanta, va por el periódico, y se tumba de nuevo. Viendo que está siendo ignorada, Ana (Cecilia Rainero) decide dar un paso que lleva pensando desde hace tiempo, y le plantea a su novio que se separen por un tiempo. La conversación que tiene lugar entre estos dos supuestos amantes es vaga, aburrida e impostada, como toda la película. Los actores no sienten lo que están haciendo ni diciendo, no se siente auténtico, aparte de tópicos los diálogos suenan forzados, inverosímiles, y por si fuera poco se repiten, dando vueltas sobre una cuestión que no se sabe desarrollar. Boris recoge sus cosas y se marcha a un hotel. Vuelve a quedar con Ana, que le repite que desea espacio, una separación de prueba. Boris vuelve al hotel. Come pan de molde. Mira por la ventana. Se aburre. Nosotros también. Y de nuevo, más metraje de la cuenta, en torno a los 110 minutos. ¿Por qué se tiene la necesidad de alargar tanto unas tramas tan sencillas?
"Es mejor que no pase nada, ¿por qué tiene que pasar algo?", expone uno de los personajes secundarios de 'Un mundo misterioso', hablando al público de parte del director y guionista Rodrigo Moreno, que vuelve a Berlín cinco años después de recibir el galardón Alfred Bauer (destinado a premiar la búsqueda de nuevos lenguajes cinematográficos) por su ópera prima, 'El custodio' (el propio cineasta ha reconocido que ésa ha sido la razón de que hayan seleccionado su nuevo trabajo). Sin nada que hacer, y sin ningún sitio a dónde ir, Boris va buscando la compañía de cualquiera que le preste atención. Va buscando mujeres que vayan solas, las sigue por la calle y si no aparece ningún novio, se lanza como un buitre. Sorprendentemente, pese a no ser precisamente Paul Newman, ninguna lo rechaza, no sé si es algún tipo de mensaje oculto del realizador, quizá desea potenciar el turismo. Bromas aparte, el film intenta ser un retrato de una juventud argentina paralizada, desorientada, pero Moreno se muestra tan apático y tedioso como el protagonista, un autor sin voz, sin ideas, sin nada que aportar. Uno de los productores dijo a la prensa que ya estaba cubierto el coste del film (600.000 euros), y Moreno confesó que gracias a eso preparaba con tranquilidad su siguiente largometraje. Emocionadísimo me hallo.
JL Caviaro, 17 de febrero de 2011, Berlín.
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