Mr. Beast no necesita a la televisión. Ni de lejos. Su vídeo más visto en YouTube tiene 686 millones de visitas y cualquier cosa que suba nunca baja de los 100 millones. Por hacernos una idea, la serie de Netflix más vista en 2023, 'El agente nocturno', tuvo 118 millones de visionados en todo el mundo, con muchísimo más presupuesto que el youtuber. A lo largo de los años, Jimmy (el verdadero nombre de Mr. Beast) ha puesto su cara en chucherías, ONGs, hamburgueserías y básicamente todo lo que se pudiera licenciar. No, no necesita para nada la televisión. Pero, de alguna manera, Amazon le ha firmado un cheque en blanco para hacer su propio "juego del calamar" hasta límites que prácticamente rozan la demanda por derechos de autor, y Jimmy ha mordido el anzuelo. Cómo no hacerlo.
¡Qué bestia!
En 2021, Hwang Dong-hyuk creó una aterradora distopía coreana en la que la gente pobre estaba dispuesta a competir hasta la muerte en un juego por un dineral que solucionaría su vida por completo. 'El juego del calamar', en su primera temporada, era un retrato de la desesperación de la clase baja, una reflexión sobre los límites del entretenimiento y un terrorífico espejo a una realidad paralela. Lo que nadie podía imaginar es que los creadores de contenido lo iban a entender exclusivamente por el lado de la diversión sin complejos. Así, 'Beast Games' es como si un niño de diez años con un Monster de más hubiera visto la serie de Netflix y pensado "Yo puedo hacerlo mejor".
Desde el primer momento, el reality de Amazon Prime Video no oculta su único referente: mil concursantes, de los que tan solo uno ganará cinco millones de dólares (el mayor premio jamás dado en televisión, superando al de... 'El juego del calamar: el desafío'), se irán eliminando en pruebas tanto físicas como de confianza, monitorizados por unos "guardias" y viviendo en una ciudad creada exclusivamente para ellos. Si hace tres años Mr. Beast ya recreó 'El juego del calamar' en la vida real, ahora deja claro lo importante que fue para la cultura pop y lo difícil que era que realmente funcionase creando pruebas nuevas más o menos ingeniosas. Spoiler: por lo general, menos ingeniosas.
En lugar de centrarse en pruebas físicas y espectaculares (más allá de lo visual, claro, que raya a un nivel bastante alto), o dejar que los concursantes hagan estrategias al estilo 'Survivor' o 'Traitors', 'Beast Games' cree firmemente que los mejores momentos televisivos, los del drama más angustioso, los creará gente sacrificándose por los demás. En cada episodio de los tres emitidos hay al menos una prueba consistente en que la gente se descalifique a sí misma para que su equipo siga adelante, algo que puede resultar impactante al principio y rutinario (y un tanto estúpido) después. Si te resulta apasionante la idea de que personas que no habías visto nunca -y no volverás a ver- se sacrifiquen a cambio de nada, prepárate, porque vas a disfrutar de lo lindo.
Que empiecen los juegos del hambre
Pero no es este estilo de prueba el único problema de 'Beast Games', que parece centrarse tan solo en una cosa: la codicia. En un momento dado, cuando Jimmy y sus amigos ven cómo cuatro líderes rechazan una grandísima cantidad de dinero por salvar a sus equipos, no paran de repetir "¡La gente en casa no se creerá esto!" y "¿Es que no queréis dinero?", como si la mera idea de rechazar dinero les pareciese un insulto personal. Obsesionados por el eslogan autoimpuesto de "Todo el mundo tiene un precio", otro gran porcentaje de las pruebas se basa en la traición a cambio de dinero. ¿Cuánto estás dispuesto a ganar para eliminar a todos los que confían en ti?
Como el lenguaje televisivo de 'Beast Games' está tan terriblemente mal editado (al haber tantos concursantes no hay historias individuales que seguir, solo retazos aquí y allá), no hay manera de que entendamos las motivaciones detrás de traicionar o ser fiel a personas a las que aparentemente han conocido solo durante unos días, y deja al descubierto una de las mayores debilidades del programa: no se puede apoyar a nadie, porque nadie tiene una historia. Nadie destaca. Solo vemos un grupo de gente eliminada, cayendo unos tras otros, como parte de una masa que cada vez es menor. Al no poder construir narrativas, el interés cae en picado.
Influye también, sin duda, que las pruebas y los giros son previsibles y poco entretenidos. En otros realities como '¿Quién es el topo?' tratan temas similares (necesidad, riqueza, avaricia, traición) pero lo hacen de manera más estructurada, creando tramas y momentos de auténtica tensión porque, como espectadores, nos preocupamos por las personas que tenemos delante. En este caso, ni siquiera tienen nombres: tan solo números (caray, ¿de dónde habrán cogido la idea?), algo que no ayuda a que nos identifiquemos o nos preocupemos más por nadie. Todo ocurre a toda velocidad, de manera aturullada y resulta, finalmente, un tanto cruel. Literalmente, solo son números.
Doy el callo por dinero
Sé perfectamente que los fans de Mr. Beast estarán encantados con esta nueva ostentación de dinero y fama de su ídolo, que promete regalar a lo largo de los episodios Lamborghinis, millones de dólares y hasta una isla privada, pero solo hace falta escarbar un poco para darse cuenta de que realmente no se diferencia tanto de los villanos de la serie que pretende homenajear. Al fin y al cabo, el propio montaje ya deja algunos retazos de historias (en las que jamás entra, por supuesto, el entretenimiento fast food está por encima de todo lo demás) descorazonadoras, que pretenden dar una pátina de seriedad al concurso pero solo acaban haciendo que te preocupes por la ética tras el mismo.
'Beast Games' tiene partes con muchísimo potencial, dejando entrever un juego psicológico que, en pequeñas dosis, podría ser fascinante. Sin embargo, comete el error de mostrar veinte pequeñas historias al mismo tiempo, impidiendo que podamos entrar realmente en ninguno de los pequeños dramas o comprendamos del todo las decisiones que se toman. Es parte intrínseca del formato, sí, y a medida que nos acerquemos al final iremos conociendo mejor a esos concursantes supervivientes, pero estos primeros tres episodios son un sorbo a una lata de bebida energética que te promete que puedes ganar 100.000 euros y un monopatín si escaneas un código QR. Lo haces, te olvidas justo después de haberlo hecho y, realmente, no tiene mucho más donde rascar después: su propio funcionamiento espectacular y espídico impide que lo haya.
Hay mejores alternativas en el mundo de los realities que 'Beast Games', y, pese a su parafernalia y sus trucos técnicos (siempre destacando los millones que se han gastado en hacer el programa, por supuesto), no termina de enganchar o de ser todo lo entretenido que pretende. Igual que hay reuniones que podrían ser un mail, estos episodios, sinceramente, podrían ser un vídeo de YouTube.
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