Sucede con Paul Schrader un caso curioso, desde luego, porque en su biografía pesa tanto el hecho de que tuvo una férrea educación calvinista que mencionarlo es casi un topicazo, flaco favor al hecho de que Schrader es uno de los pocos norteamericanos con una obra crítica antes que fílmica y tan interesante como notable. Escribió, con mucha precisión, sobre Boetticher, glosó las virtudes de Buñuel y admiró profundamente a Dreyer y Bresson, a los que dedicó su ensayo sobre el estilo trascendental, en los que hablaba de ellos, junto a Ozu, como los tres exponentes de este estilo. Luego incluiría a Sokurov en un artículo también incisivo y profundo.
En todo caso, el Schrader crítico quedó eclipsado pronto por ser el autor de libretos de cintas bien conocidas de los setenta, siendo la más importante ‘Taxi Driver’ (id, 1976) de Martin Scorsese, una colaboración absolutamente inspirada. Schrader pronto intentó ser también un cineasta y ‘American Gigolo’ (id, 1980), su tercera película como director es un caso bastante curioso de un Hollywood posible, embriagador, extraño.
La película, usando una estructura de cine negro fatalista relativamente sencilla, narra la historia de un gigolo que pronto se verá envuelto en un escándalo por la inocencia. Si en su primera mitad importa la historia de amor que mantiene con una extraña cliente, una mujer adinerada con la que mantiene conversaciones sobre sexo y lo que es real o no, en la segunda, la acusación que pesa sobre él de haber matado a una cliente reciente marcará su descenso a los infiernos.
En su crítica de ‘Masculin-Femenin’, Schrader habla de Godard como alguien que ha descubierto que el “futuro no será la ideología, el futuro será la cultura juvenil de consumo”. Añade después En una de las escenas más memorables de su película, su gigolo se sienta, con un poster de torso de fondo. El estilo de esta película, marcado por los compases de Giorgio Moroder y el himno Call Me de Blondie, es extraño: una aplicación de los orígenes de Schrader, un amante impresionado de las aportaciones de Robert Bresson, en un sistema absolutamente contrario a estas. La propuesta de Schrader no es quimérica, es decididamente contranatural.
Tiene razón Dave Kehr cuando escribe que el referente aquí no es tanto el Bresson de ‘Pickpocket’ (id, 1959) sino ‘Al azar, Baltasar’ (Au Hazhard, Balthazar, 1966) comparando al burro en proceso de santidad con el gigolo. En su anterior ‘Hardcore: Un mundo oculto’ (Hardcore, 1979), Schrader probó, con un delirio impresionante, mezclar los motivos narrativos de ‘Centauros del desierto’ (The Searchers, 1956) con el universo bressoniano, con resultados visualmente interesantes y bastante desencajados, pero aquí al menos comprende que un esquema á la Siodmak (o a lo Pickpocket, por no salir de Bresson) si resulta adecuado. El problema es que la película hace demasiadas concesiones narrativas a la trama de tensión: si toda la película fuera tan climática como el largo plano secuencia de Richard Gere entrando a la discoteca o el primer acto, estaríamos ante un clásico y la culminación de un crítico/cineasta.
Es cierto que el estilo de la película impide que entremos en sus personajes. También que hay un exceso de diálogos con el policía encarnado por Hector Elizondo. Y que la película parece mucho más interesante cuando es sencillamente una crónica de una revelación trascendental por parte de un personaje decididamente antipático, rigurosamente vestido por Giorgio Armani, que descubre sus sentimientos. Me parece una decisión arriesgada, acertando también en su actor principal, un Richard Gere pletórico, sensual y esforzado. Schrader comete excesos escatológicos en sus diálogos, pero se atreve con un anticlímax en toda regla: su dirección tampoco se intuye como la plentitud de un estilista sino como la tentativa de un aprendiz, ya esforzado por salir de la sombra gigante de Scorsese.
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filmman
Que me perdonen los fans de esta película pero a mi nunca me ha gustado. Reconozco que si uno empieza a verla engancha hasta el final, ello es un buen síntoma junto con otros, pero el argumento no cuenta una historia de las que me gustan. Será una buena película pero a mi no me encaja. Saludos.
eluyeni
A mi esta película me gusta, y lo digo tranquilamente. Tiene un algo hipnótico, y estoy de acuerdo que me interesa más la pausa de los ambientes y la vida del "prostituto" (promovamos la igualdad) que la muy clásica y sosa historia policial. Gere está hecho un bollycao, la modelo Hutton da perfectamente el tipo adinerada cuarentona, y la música, filtros, créditos, etc. nos dicen una cosa clara: los 80 han llegado. Es una de esas cosas que se queda uno embobadete viéndola, sin que sea ni chicha ni limoná. Curiosa película.
Salu2 ;)
seronda
Muy mediocre esta pelìcula.De hecho la vi el otro día en TV (creo que en la sexta 3) y me pareció una cutrez ochentera.
La próxima crítica puedes hacerla sobre una peli de Pajares y Esteso,luego citas por aquí y por allá a Galdós,Pío Baroja o Emilia Pardo Bazán y si acaso a Berlanga y Azcona...y con el batiburrillo salimos pensando que Los bingeros es una obra magna del costumbrismo naturalista.
Eso sí,no se te olvide mentar que alguno de ellos meó una vez al lado de Godard, lo que automaticamente te convierte en genio.
Alex
No entiendo el porqué de tanta referencia hacia las influencias que puedan haber inspirado al director.