Viene dando guerra desde que se estrenó en algunos festivales, pero ‘Abigail’ se queda lejos de la fiesta que prometía. Lo nuevo de los directores Radio Silence tras sus dos películas de ‘Scream’ recupera bastante de lo bueno de su célebre ‘Noche de Bodas’, pero también bastantes de sus manías más sempiternas, destacando por la participación en el casting de Melissa Barrera, tras haber sido bloqueada para más secuelas del clásico de Wes Craven por sus opiniones sobre el genocidio de Palestina.
La pareja de directores se enfrentan a la historia de un secuestro que sale mal —aunque no revelaremos más de lo que sale en los tráilers, si quieres mantener la sorpresa completa, ignora el texto que viene igualmente— pero parecen incapaces de confiar en la inteligencia de un espectador algo experimentado, porque les cuesta arrancar, le pesa que sepamos o podamos adivinar fácilmente su sorpresa, pero logran salir del paso gracias a sus explosiones de gore y un Dan Stevens, en gracia este año, que salva la película.
Es difícil que la estructura de ‘Abigail’ funcione cuando tiene una campaña de marketing que revela todo desde el principio, por lo que los primeros 45 minutos son un cúmulo de presentaciones esperables, pero en conjunto funciona como remake absolutamente libre de ‘La hija de Drácula’, que toma el estilo de ‘Abierto hasta el amanecer’, y un similar punto de partida al del relato de Stephen King, ‘Popsy’.
Es decir, sigue los pasos del subgénero de "criminales encerrados con peligro inesperado" que tiene como pioneras películas como ‘Grotesque’, o las españolas ‘Más allá del terror’ y ‘La mansión de Cthulhu’, que mezclaban el cine quinqui con lo sobrenatural, e incluso las más recientes, que incurrían en el terreno diabólico, también con niños, ‘Hellion: el ángel caído’ o ‘El habitante’ que dan alas a la versión la más "realista" de ‘No respires’.
Un secuestro con sorpresa letal
Bajo la premisa de una reimaginación de la secuela del clásico de Lugosi, Universal concreta ahora una multiresurreción del vampiro más famoso de todos los tiempos en forma de serie B, desde la perspectiva histórica de ‘Drácula, la leyenda jamás contada’, la comedia pura de ‘Renfield’, o el clasicismo gótico y aventura marina de ‘El último viaje del Demeter’. Era fácil conectar alguna, especialmente en cierto momento en el que podría haber salido perfectamente, pero no ha pasado.
Hay una falta de interés en jugar con las la franquicia entendible, puesto que ya solo su condición de cine de vampiros la condena a ciertos esquemas que, en última instancia, acaba aprovechando bien en su tercer acto, pero Radio Silence no tienen mano para la tensión ni dominan el suspense de los códigos whodunit con los que intentan jugar para completar su primera mitad, y aunque hay buenas ideas, como leyendas urbanas dentro del mundo del crimen organizado, no se acaban de aprovechar.
El resultado es un ritmo demasiado irregular, con momentos divertidos, otros muy predecibles, y un abrazo a lo camp final que se pega con la partitura clásica de Brian Tyler y sus convenciones de thriller, que solo se intentan romper con su arbitraria relación de la niña con el ballet. La dirección es plana y la fórmula de Radio Silence empieza a quedar muy a la vista, no ya solo porque no muestren signos de avance película a película a nivel de planificación, puesto que en mucha parte del metraje reciclan ideas y recursos visuales de ‘Noche de Bodas’.
Siguiendo el legado del chupasangre
Lo sorprendente no es que la pareja no haya avanzado nada en puesta en escena o acabado visual desde sus dos ‘Scream’, sino que la diferencia con las demás, acaso, es un concepto introducido de danza, que funciona como gimmick gratuito y parece una llamada desesperada a la generación Tiktok tras el "triunfo" del baile de ‘M3GAN’. El cringe es inevitable, principalmente por la reiteración de la misma situación en diferentes momentos.
Eso sí, por extraño que parezca introducir la propuesta, est idea de la bailarina vampiro ya estaba presente (ejem) en ‘Livide’, y la danza no es ajena al imaginario de las adaptaciones de Drácula, como en la versión muda ‘Dracula: Pages of a Virgin’s Diary’. Incluso aquí se reconoce el uso de 'El lago de los cisnes' de Tchaikovsky en los créditos de la versión de 1932, que ahora se retoma como leit motiv, a veces con demasiada insistencia.
‘Abigail’ podría haber funcionado mejor con un marketing más inteligente, logrando entrar como la nueva ‘Barbarian’ de este año, pero lo cierto es que hay una torpeza en el manejo de las intenciones multigénero que solo pueden achacarse a una dirección justita, capaz de lograr una claridad que a veces parece más necesaria de lo que pudiera sugerir la premisa, y el agradecido tono gamberro con el que es capaz de rebozar de sangre la pantalla sin que nadie tenga la tentación de buscar subtextos y otra película que no es, lo que en estos tiempos, también puede convertirse en una virtud.
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