Dado que en estas páginas soy el único que posee memoria cinéfila —broma hacia mis compañeros, los mejores del mundo sólo por soportarme—, sigo en mi aventura personal de ofrecer al lector títulos olvidados, desconocidos, o por qué no, todo lo contrario, que sirvan como complemento a la oferta cinematográfica, estos días llena de films nominados a los Oscars. Si en el anterior post de la sección os hablaba de la ópera prima de Don Siegel, hoy le toca el turno al primer film dirigido —también en 1946— por Richard Fleischer, director recordado por películas como 'Los vikingos' ('The Vikings', 1958), 'Impulso criminal' ('Compulsion', 1959) o 'Cuando el destino nos alcance' ('Soylent Green', 1972), sólidas obras de un cineasta que terminó firmando lindezas como 'Conan, el destructor' ('Conan the Destroyer', 1984) o 'El guerrero rojo' ('Red Sonja', 1985). Una filmografía la suya que demuestra lo bien que puede empezar un director y lo mal que puede terminar, y si en el caso de 'Child of Divorce' pudiera parecer que estamos ante un film alimenticio, inofensivo y de corte familiar, el film posee una dureza inusitada para la época.
Lo cierto es que Fleischer era un director bastante duro, su violencia era más psicológica que física, algo que se veía reflejado en su contundente puesta en escena. 'Child of Divorce' no es una maravilla, pero en ella hay los suficientes elementos como para destacarla por encima de lo esperable. Su existencia se debe a querer impulsar la carrera de la actriz infantil Sharyn Moffett, una de tantas y tantas estrellas jovencitas que inundaron el cine en aquellos años, y que en la mayoría de los casos resultaban literalmente insoportables. Si hay algo que no aguanto del cine clásico norteamericano son sus actores infantiles, salvo honrosas excepciones —Dean Stockwell o Roddy McDowall, por ejemplo—, y es que don Alfred Hitchcock debía saber de qué hablaba al afirmar que trabajar con ellos —y con perros y Charles Laughton, pero ésa es otra historia— era lo peor del mundo. Vistos algunos de los resultados, habrá que darle la razón.
La historia de 'Child of Divorce' está basada en la obra teatral 'Wednesday´s Child', de Leopold Atlas —autor que venía de escribir 'También somos seres humanos' ('The Story of G.I. Joe', 1945), la importante película bélica de William A. Wellman—, y bajo un guión de la veterana Lillie Hayward. Básicamente narra la historia de un matrimonio que se deshace y las consecuencias del divorcio en su hija de ocho años, Roberta (Moffett), a la que todo el mundo llama cariñosamente Bobby. En un principio, la cría está dispuesta a que sus padres se reconcilien, y aunque viven separados, la niña tiene la esperanza, con oración a Dios incluida —y que evidencia el hecho de que cuando pides algo a alguien que puede no existir, puede que no se te conceda— de ver reunidos de nuevos a sus progenitores. Pero el tiempo pasa, la ilusión se pierde y Bobby deberá hacer frente a su nueva situación como lo que es, una hija del divorcio.
Sin duda, lo peor del film de Fleischer es que atiende demasiado a su protagonista principal, algo por otro lógico si lo que quería era lanzar su carrera a lo más alto. La actriz, que trabajó para realizadores de la talla de Robert Wise, Joseph H. Lewis y John Brahm, ocupa prácticamente la totalidad de los 62 minutos que dura 'Child of Divorce', y sin duda llegan a molestar sus pucheros ante la situación de sus padres, y la de ella misma —atención a cuándo es la burla de sus compañeros de juegos—, sus modelitos de mujer mayor, y sus estudiados andares. Es una pena que al lado de ella, los trabajos de Regis Toomey y Madge Meredith, que dan vida a sus separados padres, no estén tampoco a la altura de las circunstancias. Sus personajes son más bien planos, y hay que irse más a los secundarios para poder toparnos con actrices del calibre de Una O´Connor, que da vida a la sirvienta.
Está claro que lo peor del film es precisamente su labor actoral, al lado quizá de estar supeditada al origen teatral de la historia. Sin embargo, Richard Fleischer, que firmó este film como Richard O. Fleischer, es capaz de superar dichas limitaciones, poniendo toda la carne en el asador aún teniendo en cuenta de que el material del que parte pueda resultar algo insustancial, algo por lo que la película podría haber durado algo más, para así poder desarrollar con mayor profundidad alguna de sus propuestas. Sirviéndose de un guión totalmente efectivo, en el que se sintetiza muy bien la acción, Flesicher no deja ni un sólo resquicio para la esperanza, y sorprendentemente las concesiones al espectador brillan por su ausencia. 'Child of Divorce' parece una película inofensiva, siendo en realidad un film durísimo. No me imagino a ningún niño, ni de entonces ni de ahora, disfrutando de sus imágenes, y eso que el film está narrado desde el punto de vista de Bobby.
Las intenciones de Fleischer queda perfectamente resumidas en la apertura y cierre del film. Dos travellings de retroceso que funcionan como férrea metáfora sobre las consecuencias de un divorcio, y que constata la no necesidad de Flesicher de moralizar al respecto, ni siquiera con las sutiles referencias religiosas, las cuales evita milagrosamente. Un salón se convierte en una casa de muñecas, el juguete preferido de Bobby, en ella dispone y manda, es un juego. El travelling final, absolutamente idéntico, encierra a Bobby con su nueva compañera en un internado al que la han enviado sus padres, mientras hablan entre sollozos de los errores que no cometerán como madres en un futuro lejano. De esta forma Fleischer ya se revelaba en su primer film como un director decidido y tajante, características de sus obras más importantes.
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