Muchas veces las grandes películas de la historia del cine tienen una historia menos compleja de lo que podemos llegar a creer. Si valoramos también cómo las películas son más importante en cómo abordan algo que en el qué se aborda, se puede llegar a desprender de esta misma en pos de perseguir una atmósfera, una cualidad propia del sueño o simplemente una experiencia que estimule los sentidos.
Alguno se echará la manos a la cabeza si se le comenta la posibilidad de que se pueda hacer una imponente película sin que tenga realmente una historia, pero las películas-concierto en sus mayores expresiones han conseguido experiencias mucho más completas y estimulantes que los diálogos más enrevesados. Luego tenemos fascinantes híbridos entre concierto y drama musical que han conseguido ser leyenda, como ‘Purple Rain’.
Llueve en mi corazón
Dirigida por Albert Magnoli pero principalmente orquestada por un artista total como Prince, que protagoniza y compone una banda sonora de leyenda para una historia inspirada en su vida. Esta desbordante película musical cumple 40 años de su estreno, erigiéndose todavía como una experiencia audiovisual increíble. Algo que se puede comprobar en streaming a través de Movistar+.
El polifacético músico da vida a The Kid, un joven asolado por la pobreza y por los traumas familiares en la ciudad de Minneapolis que espera poder escapar de todo a través de una carrera musical. La rabia interna acumulada por años de abuso terminará canalizada en su relación con la cantante Apollonia, algo que The Kid deberá resolver si no quiere que el tormento en su vida persista.
Todo esto suenan a elementos para hacer un imponente drama callejero donde la intimidad se lleva a proporciones épicas. En teoría, porque si nos ponemos a trazar la historia de ‘Purple Rain’ observamos como es más fina que un folio A4, con unas secuencias dramáticas esporádicas intercalándose entre portentosos números musicales de conciertos de Prince junto a su banda The Revolution. Las escenas de ficción además están trastocadas vía montaje con ambiciones epatantes y deslumbrantes.
‘Purple Rain’ y la revolución sensorial
Para muchos, esto la debería descartar completamente como digna de mención, más allá de tener una de las mejores bandas sonoras de la historia (fácil cuando esta tratada como un disco de Prince con ambiciones tan maximalistas). Al mismo tiempo, ‘Purple Rain’ resulta una película cautivadora en prácticamente todos los aspectos, empezando sobre todo por los puramente sensoriales. La fantástica fotografía púrpura y las mencionadas canciones, con secuencias de concierto absolutamente brillantes, ya son suficiente para darle una oportunidad.
Pero cabe también destacar como el drama de la ficción y los instantes de concierto se van retroalimentando hasta hacer de ‘Purple Rain’ una cinta de ritmo interno imponente. Podríamos señalar varias películas de los ochenta con más contenido a nivel de historia que, sin embargo, no poseen la fluidez y contundencia que posee este espectáculo maravillosamente hortera.
Claramente lo que más se va a quedar de ver ‘Purple Rain’ es la excitante montaña rusa que supone ver sus imágenes y escuchar varias de las mejores canciones de Prince. Pero todo está diseñado con propósitos muy claros, evocando un puro espíritu de rock & roll y funk donde la actitud y las emociones son absolutamente primarias, pero están realizadas con un empuje que las vuelven arrebatadoras. Pocas películas de aquella época ofrecen un visionado (y una escucha) tan apasionantes.
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