'Planet 51', un pequeño timo

'Planet 51', un pequeño timo
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La animación española no parece estar pasando por una buena época. A las bochornosas producciones de Dygra Films —empresa que no se diferencia de los barcos de piratas de hace siglos en lo más mínimo—, ahora hay que añadir la desfachatez de los responsables de 'Planet 51', film salido de la productora Ilion —que a diferencia de la empresa gallega, parecen tener dinero—, al intentar vendernos el film más caro del cine español en toda su historia, utilizando esa misma coletilla como sinónimo de calidad. La verdad es otra bien distinta; la verdad es que en este país da igual que haya dinero o no para hacer una película —aunque a este paso las subvenciones se van a ir a tomar viento fresco, por decirlo suavemente, y tendremos que aguantar lloros y lloros—, el talento sigue brillando por su ausencia, y 'Planet 51' lo pone de relieve al ser un extraordinario trabajo de animación pero una pobre película.

Que Ilion haya dispuesto de un presupuesto estratosférico —las malas lenguas dicen por ahí, que de ese presupuesto algunos de los trabajadores no hay visto ni un céntimo, cosa que no me extraña en éste nuestro querido tercer mundo español—, y que hayan echado mano de uno de los guionistas de 'Shrek', no quiere decir absolutamente nada. Jorge Blanco, Javier Abad y Marcos Martínez firman la película, lo cual no quiere decir que la hayan dirigido. 'Planet 51' parece que basa todo su peso en el guionista Joe Stillman, cuyo trabajo ha consistido en agrupar en hora y media toda una serie de chistes cinéfilos, que nos hacen recordar a un sinfín de películas. De nuevo, un film referencial que bebe demasiado de otras películas, aunque esta vez se han pasado de la raya.

El argumento de 'Planet 51' apenas existe, al igual que ese tipo de films en plan 'Scary Movie' —tipo de humor que en realidad es una prostitución de lo que los Monty Pyhton inventaron hace más de 30 años—, y que otra cinta española de supuesto éxito, 'Spanish Movie', no es más que una excusa para dar rienda suelta a una serie de situaciones mil veces vistas en mil títulos de culto, algunos de ellos, importantes obras en el séptimo arte. No hay ni la más mínima originalidad en 'Planet 51', ni en darle la vuelta al argumento de 'E.T.', principal referencia del film, pues ya en los años 40 y 50 había infinidad de films con terrestres llegando a otros planetas, ni siquiera el dibujo de personajes llega a satisfacer, una reunión de tópicos y tópicos, sin entidad propia. Podría verse esto como un intento de vacile por parte de sus responsables, que una de dos, o son tontos, o nos toman por tontos.

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Que un astronauta tenga ese comportamiento tan chulesco me llama poderosamente la atención. Simplemente no me lo creo, y no ayuda en nada a la empatía con el mismo, igual que sucede con el resto de personajes que pululan por la película. Desde los personajes centrales, como Neera y Lem, hasta los secundarios, como un robotejo que es casi un plagio de Wall-E, hasta los villanos de la función, refritos más que vistos con el valor añadido de que éstos no suponen la más mínima amenaza para los protagonistas. Eso sí, me quedo sin dudarlo con el perro alien, que a pesar de ser otro topicazo, al menos está bastante bien aprovechado las pocas veces que sale; con él los chistes son explotados al máximo —esa cadena rota con sus propia orina—, y logra que deseemos verlo en pantalla más tiempo. Ese simpático animalejo anima una función más bien marcada por el aburrimiento, el resto provoca sopor y bostezos inevitables.

Abad, Blanco y Martínez han quedado bien descansados con su ópera prima. Un film de animación realizado, quiero imaginar, con la intención de divertir al personal, de proporcionar un buen rato esperando que el espectador se olvide de sus problemas cotidianos, uno de los principales objetivos del cine —Adrián Massanet dirá que no, dirá que el cine es para aburrir—, pero de la intención a la realidad hay un buen trecho. Es muy probable que los niños pequeños, esos seres sin personalidad a los que es muy fácil domesticar en gustos, disfruten en la medida de lo posible con esta película, aunque habrá cosas que no entiendan, como por ejemplo, la excesiva cantidad de chistes cinéfilos que hay, de los que vive el film. En resumidas cuentas, un niño puede quedarse extrañado con la película, y un adulto también. Los dos por razones bien distintas, consecuencia de su bagaje cultural, insuficiente en los primeros por razones obvias, y más que suficiente en los segundos. Nos aburrimos, señores, Abad, Blanco y Martínez, nos aburrimos.

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Pero 'Planet 51' no es tan mala como decimos los críticos (hala, link a la ridícula página del facebook donde eso se promulga a los cuatro vientos), de hecho es preferible a muchos de los infectos títulos que nos llegan de USA, donde la película se bate en taquilla con los gigantes, al igual que aquí —resultado de una más que excelente campaña de promoción que me atrevo a denominar como una de las más inteligentes salidas de nuestra tierra—, y estamos hablando de lo que sin duda es el mejor trabajo de animación de la historia española, repito, trabajo de animación. En ese campo, sus responsables no tienen nada que envidiar a la todopoderosa Pixar —aunque ayer volvía a ver 'Up', y tal vez rectifique en este piropo—, destacando sobre todo el diseño de un humano. El capitán Charles Baker es todo un logro, la pena es que esté al servicio de unos directores y guionistas de lo más vagos.

Digamos que los merecedores de elogios son toda esa peña currante, cuyos nombres salen en los títulos de créditos finales, esos que casi nadie suele ver. Esa gente sí ha puesto todo su empeño e ilusiones en un producto que finalmente sale perjudicado por la mediocridad de sus máximos responsables, que pensaron que con un montón de chistes, muchos de ellos previsibles y metidos a calzador, iban a convencernos de que esto es buen cine. Al menos las cifras no han sido nada malas, y esto abre nuevos caminos a la animación dentro de nuestras fronteras, y más allá. Algo es algo.

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