En las próximas semanas, la moda vampírica que se vive en el cine y en la tele llegará a España con el estreno de la película Crepúsculo, el próximo viernes, y el desembarco de True Blood en Canal+ el 4 de diciembre. El tirón de los chupasangres en la ficción televisiva tal vez no ha sido tan intenso como el del cine, pero ha dejado bastantes ejemplos desde los años 50.
Si descontamos las series fantásticas y de terror en las que los vampiros protagonizan algún capítulo suelto, y nos quedamos con aquéllas en las que son realmente los protagonistas del show, hay diversas adaptaciones de Drácula que lanzaron un poco la tendencia a mediados de los 50, y la primera serie de esta temática que se considera un éxito fue Dark shadows, una telenovela gótica de mediados de los 60 que añadió al vampiro Barnabas Collins y se convirtió en un fenómeno. La serie tuvo un breve, y poco exitoso, remake a principios de los 90.
Esa década fue en la que los vampiros tuvieron, por lo general, más suerte en las parrillas, y muchas veces trabajando como detectives privados o policías. A eso se dedicaba el protagonista de Forever Knight, emitida por la CBS entre 1992 y 1996, y también en el policíaco se mueve Blood Ties (Hijos de la noche). El protagonista de Moonlight se ganaba la vida como detective privado, una profesión a la que se dedicó el que muchos consideran el mejor vampiro de la tele reciente, Ángel.
Ángel empezó como el vampiro con alma de Buffy, la cazavampiros, con una complicada relación con la Cazadora, y acabó con su propio spin off. Las dos series de Joss Whedon son de las últimas que han conseguido triunfar con la temática vampírica, porque la adaptación del cómic Blade que hizo Spike TV no pasó de la primera temporada.
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