En este verano de gratas adaptaciones de cómic con 'Iron Man' y 'El Caballero Oscuro' (dejo fuera a 'El increíble Hulk'), nos llega la tercera en discordia para subirse al podium. Y es que 'Hellboy 2. El ejército dorado' es una secuela que recupera el poder visual de la primera parte, pero logra amplificarla, trasladándonos al universo fantástico de Guillermo Del Toro. Pero además, profundiza en los personajes y los introduce en una misión llena de acción y criaturas sorprendentes, que no decae en ningún momento, salpicada de algunas escenas fascinantes.
Si la primera entrega de Hellboy dejó un sabor de boca polarizado (unos la elogian y a otros nos decepcionó), más en cuanto a la historia que en el aspecto visual (para eso Del Toro es una apuesta segura), en esta segunda, la mano del realizador mexicano ha sido más amplia y libre, haciendo más suya la historia y el personaje, pero siempre contando con el beneplácito de Mignola, con quien coescribe el guión. Le otorga a la cinta el derroche creativo y la oscuridad de 'El laberinto del Fauno', y no sólo en cuanto a la acumulación de seres fantásticos en una historia con tintes de horror, sino también por la narración a modo de cuento.
Quizás la historia vista de forma fría y aislada resulte poco original, pero está asombrosamente compensada. Un puñado de escogidas criaturas con notables poderes, encabezados por Rojo, tiene que salvar al mundo de un príncipe villano que quiere resucitar al temible ejército dorado y destruir la humanidad. Es la premisa, llena de algunos tópicos, aunque Del Toro se vale de estos cimientos para construir un relato que nos traslada con su fantasía, su horror y su sentido del humor a una espectacular misión, llena de emoción y con escenas de acción memorables. Algunas de esas escenas, como la ambientada en pleno Manhattan o la batalla final son trepidantes, fantásticas y ejemplos de una fabulosa puesta en escena. Y más, si tenemos en cuenta que casi la totalidad del metraje contiene planos con efectos especiales digitales.
El brillante trabajo de Guillermo Del Toro también se puede apreciar en el tratamiento de los personajes. Valga como ejemplo que al protagonista, ese monstruo rojo (destacado trabajo de Ron Perlman), se nos muestra más humanizado y más normal de lo que le corresponde por sus poderes. Así, vamos conociendo más sus sentimientos (memorable en la que canta enamorado y ebrio la pegadiza 'Can't smile whithout you' de Barry Manilow) y su personalidad, más allá de sus fuerza bruta y su sarcástico sentido del humor (aparte de su excéntrica debilidad por los puros y los gatos). Su relación con Liz, su novia piroquinética, correctamente interpretada por la atractiva Selma Blair, se nos va descubriendo de forma salpicada entre las escenas de acción, a modo de trama complementaria que mantiene un interés creciente. Además, del Abe Sapien, al que ya conocimos en la primera parte, se introduce un nuevo "extraño". Se trata del ectoplásmico Johann Krauss, objetivo de las dudas y los enojos del protagonista, se antoja como perfecto contrapunto.
En ese descubrimiento de Hellboy, Del Toro se permite la licencia de llevarnos a la infancia del personaje para arrancar allí la historia. Un guiño del realizador (con la nueva aparición de John Hurt) que le sirve para introducirnos en el cuento de forma fantástica, con algunas imágenes impactantes, espléndido preludio y buena muestra del minucioso diseño de producción.
En la búsqueda de referencias, es obvia la referencia a 'Star Wars'. Como en la escena del mercado de trolls muy inspirada en el desfile de seres peculiares que vimos en Tattoine de la mano de Lucas (incluso se aprecia cierta similitud en algunos pasajes de la brillante partitura de Danny Elfman con la archiconocida de Williams). Aunque también podemos ver retazos de la mencionada 'El laberinto del Fauno' y un claro guiño a 'El mago de Oz' o 'Frankenstein'.
Es obvia, y un acierto pleno, la mano libre (además del aumento de presupuesto con respecto a la primera) que ha dispuesto Guillermo del Toro para el relanzamiento de Hellboy. Lo ha llevado a su terreno, a ese imaginario tan peculiar y a la vez tan fascinante, en un título muy entretenido y cuya espectacularidad logra gran impacto. Del Toro se lo ha pasado en grande y nos plantea una adaptación del cómic a tener muy en cuenta, poco seria, pero a la vez fascinante, lo que hace albergar grandes expectativas para la tercera entrega.
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