Casi siento la necesidad de poner mal esta película. Es tal la cantidad de sujetos que la califican de maravillosa, genial, obra maestra, etc, etc, que uno casi siente el deseo de darle la vuelta a todo, empezar a sacarle fallos en todas partes, y declarar a los cuatro vientos que... ¡¡no es para tanto!! Algo parecido a lo que pasa con 'El Caballero Oscuro'. Tras el aluvión de críticas poniéndola por las nubes, toca ahora lo contrario, decir que Nolan no sabe encuadrar, que la película está mal estructurada y cosillas similares, dichas por gente que no sabrían ni montar una cajita de lego, sobre todo en España, el país donde la envidia siempre se cotiza muy alto, donde parece que la gente desayuna restos de café con vinagre y tostadas quemadas untadas con paté caducado, y especialmente los que trabajan en el sector de los transportes y la hostelería. Pero no es la cuestión.
He dicho "casi". En más de una ocasión me he tomado con sentido del humor, quizá poco respetuoso, quizá demasiado, la crítica de una película. Con 'Wall·E' no quiero hacerlo. No se lo merece, pero sobre todo no lo haré porque no sería sincero si ahora me pusiese a sacarle punta, con el sacapuntas burlón, a todos los errores de la película. Pero lo cierto es que los tiene, lo cierto es que esta película, realmente, no es para tanto, así que me voy a tomar la libertad de comentarlos. Eso sí, como la gran mayoría de seres humanos con corazón, disfruté como un niño pequeño con la nueva obra salida de esa compañía semidivina que parece ser Pixar. Hay que desconfiar de todo lo que huela a divino. De hecho, ya se prepara otra secuela de 'Toy Story' cuando la 2 era a todas luces totalmente prescindible, y la secuela de 'Cars', la peor película de todas las que han salido de esta compañía de animación, con 'Bichos' muy cerca. ¿Está empezando la corrupción del anillo? Esperemos que no y en cualquier caso, no podemos esperar que todo lo que salga de ellos sean joyas.
Animación. El futuro del cine, dicen. Buf. A mí me parece que es la moto que nos quieren colar. Es la tontería fácil que se vende y se extiende bien. Por el bien del séptimo arte, espero que la animación se quede donde está, que todos los que defienden esta idea y mantienen una sonrisa mientras lo hacen, se lleven el mayor chasco de sus vidas después de descubrir que no podían aguantar tanto como otros en cierto género del cine que, precisamente, nunca va a prescindir del ser humano. Bromas aparte, y ya que estamos con conejitos, el corto que precede a 'Wall·E', titulado 'Presto', evidencia a pequeña escala lo que luego podrá comprobarse mejor con la historia del robotico basurero que se enamora de un misil buscador de plantas.
No es que no me ría con el conejo y el mago, no es que no me ría con los robots, me río y mucho. Pero no dejan de ser dibujos animados. No deja de ser cine para todos los públicos. No deja de ser un bicho que engloba en sí mismo todo lo bueno que se supone tiene el ser humano y que recorre un viaje para descubrir el destino de su existencia. No deja de ser otra vez más de lo mismo. ¿Y esto lo dice un fan absoluto de Woody Allen? Pues sí. Pero es que un autor se repite siempre o, dicho más adecuadamente, tiene sus obsesiones, sus temas y recurre a ellos constantemente para trabajar otros aspectos de los mismos. Y como cuando se trata del cineasta neoyorkino, o de cualquier otro artista, hay que decir las cosas claras. Pixar se repite. ¿Es malo? Ni de lejos. Ahí está la cuestión. Pero sí es cierta una cosa, o al menos para el que escribe, hay detalles y situaciones que ya empiezan a cansar. Como pasa con Woody Allen. La diferencia es que mientras éste habla de historias humanas, con actores humanos, Pixar habla de historias superhumanas con actores fabricados en ordenadores. No es lo mismo, y yo siempre me voy a quedar con lo primero. Es mi sagrada opinión, que he visto todo de los dos creadores de los que hablo, entendiendo Pixar como una unidad creativa, lo cual es injusto para el señor Andrew Staunton (que hasta ahora sólo había codirigido 'Bichos' y 'Buscando a Nemo'), que realiza una labor magnífica.
Pero todo esto no es más que situar mi criterio en la selva de opiniones que hay sobre 'Wall·E', que me parecen demasiado excitadas. Yo prefiero 'El Caballero Oscuro', ya que el caso está siendo similar. De hecho, he visto la película de Batman dos veces y la revisión de la del robotico la dejaré para el DVD (que la tendré fijo). Es lo de antes, prefiero ver rostros humanos, debo estar muy anticuado. Las películas de Pixar me divierten muchísimo, me parecen técnicamente alucinantes, pero a la hora de la verdad, siempre me voy a reír más con actores de carne y hueso, siempre me van a emocionar más los rostros de personas. Precisamente, la película de Pixar bebe, mama, sabiamente, de las comedias del cine mudo, de Charles Chaplin y Buster Keaton, imita a estos señores. Qué queréis que os diga, yo me quedo con Chaplin y con Keaton. Pero sí, antes me compraría un peluche de Wall·E que de estos dos, desde luego.
Por otra parte, y continuando con esta separación del clamor popular hacia el robotico que no sabe clasificar los cubiertos ni para qué sirve un sujetador (aunque en ambas cosas se parece a muchos humanos), debo decir que hay otras películas de Pixar que me parecen superiores a la que nos ocupa. Para mí, están por encima 'Toy Story', que fue la primera de todas y aún sigue siendo insuperable, y 'Ratatouille', con un Remy que es por lo menos tan divertido y entrañable como Wall·E, aunque muchos parecen haberle olvidado, y que sólo por el momento del crítico probando el plato que da título a la película, ya la prefiero a la de los robots del futuro desolado por la basura.
Se ha hablado, por cierto, del mensaje de 'Wall·E', y es más que curioso. Resulta que ahora hay que sacar un mensaje para que una película sea magistral, sensacional o maravillosa. Porque si no, es simple y no puede alcanzar ese nivel. Eso piensan. Y así están, concentrados en sacar zumo de las piedras, buscando mensajes y críticas hasta en las escenas en que vemos saltando a la cucaracha (digo que es eso, aunque no se parece mucho a las que dan tanto asco al 99% del planeta). Tal como lo veo, toda esa parte del ser humano inflado y pegado a las pantallas es, sí, una estupenda y divertida broma sobre los peligros que conlleva la vida que llevamos los que tenemos la suerte de contar con esos recursos (¿Pixar se olvida del resto de la humanidad o suponemos que están muertos?). Nada de crítica feroz, seria, real. Lo mismo sobre la basura en el planeta. Por no hablar del Presidente, interpretado por el único actor real de la película. Si eso no es una versión chistosa de la realidad, que baje Kubrick y nos dé una hostia a todos los que creemos que 'Barry Lindon' es un pelín larga. Por cierto, aunque no iba por ahí, lo de Kubrick viene como anillo al dedo, ¿no es una pasada el homenaje que le hacen a Dios los de Pixar?
Llegado al final de esta entrada, os dejo con lo importante, con lo que vengo diciendo cada vez que alguien me pregunta por 'WALL·E: Batallón de Limpieza': divertidísima comedia fantástica protagonizada por unos personajes animados adorables. Esto es muchísimo, es un producto que está en otra dimensión respecto a la gran mayoría de películas (se llaman películas pero muchas merecen otro nombre) que se estrenan desde hace años, pero es lo que es, buscarle más me parece un ejercicio de mero entretenimiento individual, como jugar al solitario con las cartas o con cierta partes de tu anatomía, no algo que realmente tenga entidad ni valor en la propia película. Conclusión, si no has ido a verla, ya tardas.
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