'Soy un cyborg', qué locura

'Soy un cyborg', qué locura
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Park Chan-wook no necesita presentación para ningún aficionado al cine asiático. Su conocida trilogía de la venganza, sobre todo ‘Oldboy’ por la que recibió numerosos premios y elogios de todas partes del mundo. Ahora, y con el típico retraso que es el pan de cada día en nuestra país a la hora de estrenar películas no-bluckbusters, nos llega su última película hasta el momento (filma otra en la actualidad): ‘Soy un cyborg’, una comedia de corte surrealista, y que abraza a ratos el realismo mágico, en la que se nos narra la historia de una chica, anoréxica perdida, que cree que es un robot. En el manicomio en el que es internada conocerá a un montón de personajes de lo más peculiar, mientras da rienda suelta a su imaginación.

Algunos han visto en esta película una crítica a la sociedad de hoy día, robotizada hasta límites insospechados. O la búsqueda de la identidad. O una original historia de amor. O una ida de olla total y absoluta, que es lo que he visto yo.

A Park Chan-wook no se le puede negar su endiablada habilidad y talento para crear escenas con una fuerza visual arrolladora, y que casi siempre están acompañadas de una impecable banda sonora que refuerza lo que se ve, o mejor dicho lo complementa. Pero en ‘Soy un cyborg’ esto sólo se aprecia en sus minutos iniciales, en los que con un cuidado montaje se nos presenta la premisa. Chan-wook acostumbra a coger al espectador en los comienzos de sus películas, a enamorarlo literalmente con sus imágenes, y no soltarlo hasta que ésta termina (más el añadido de que se suele quedar en nuestra cabeza durante días rondando y rondando). Pero esta vez, y por culpa de un guión demasiado extravagante, y que por momentos se presenta confuso en intenciones, el director coreano pierda la partida.

La mezcla de realidad y fantasía, el equilibrio entre comedia y drama, son cosas que no están logradas en la película. Ninguno de sus personajes, por muy originales que resulten ser, logra la empatía con el espectador, muy pocos resultan interesantes, y los que lo son no permanecen mucho tiempo en pantalla. De todo el universo que en el interior del manicomio se presenta, y que por supuesto hace recordar a films como ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’, sólo un personaje con un sentimiento de culpabilidad enorme y que siempre se disculpa con todo el mundo, logró conectar con un servidor. Pero la mayoría del resto de la galería se me antoja hasta caprichosa, con la única defensa de que están locos. Pero ni la película es un estudio sobre la locura, ni creo que lo pretenda, ni se pueden extrapolar sus situaciones al mundo real, más cuerdo. Y eso que algunos apuntes, como el personaje que al igual que Pícara de los X-Men, roba las cualidades de sus compañeros, tienen su interés, pero están totalmente desaprovechados.

Lim Su-jeong, quien se sometió a una dieta brutal para el papel, llegando a alcanzar los 39 kilos de peso, por momentos logra transmitir el hecho de que su personaje se cree un robot y hasta comportarse como cual. Podría considerarse éste uno de los pocos aciertos de la película, aunque todo queda en nada, cuando el personaje en sí es de lo más repelente, y las causas de su locura algo tan ridículo que todo se torna inverosímil, forzado y poco creíble. Una pena que el film se centre sobre todo en dicho personaje, ya que creo que alguno de los secundarios, como el antes mencionado, tenían muchas más posibilidades.

‘Soy un cyborg’ es una película muy mala, pretenciosamente aburrida que solo araña sus posibilidades. Una especie de Amelie, pero como una regadera, sin ton ni son, no hay sentido y tiene que haberlo incluso dentro del sinsentido. Por cierto, ¿por qué la distribuidora española ha relegado este film a una época en la que sólo triunfan los blockbusters y encima en muy pocas salas?

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