Dice mi compañera Beatriz en su crítica sobre 'Arma Fatal' ('Hot Fuzz', 2007) que se trata de la película más divertida del año. Bueno, si dejamos a un lado películas como 'Los Simpson' o 'Ratatouille', por pertenecer al mundo de la animación, pues puedo estar de acuerdo con ella. Y más aún cuando el género de la comedia es uno de los más maltratados en la actualidad, produciéndose films como churros, y que terminan siendo eso, churros. Ahora bien, que sea la película más divertida del año no la convierte en una de las mejores ni de lejos. No nos emocionemos que tampoco es para tanto.
'Arma Fatal' cuenta como Nicholas Angel, el mejor agente de policía de todo Londres es ascendido a sargento por su efectividad extrema, y enviado a un pueblecito donde nunca ocurre nada, porque están un poco hasta las narices de él: es tan, tan, tan bueno en su trabajo que los demás policías apenas tienen nada que hacer. En Snadford el pueblo en cuestión, nuestro protagonista tratará de adaptarse lo mejor posible a su nueva y tranquila vida, hasta que un día empezarán a ocurrir una serie de sospechosos accidentes que le llevarán a Angel a pensar que algo sucio está ocurriendo.
'Arma Fatal' es el frenetismo hecho película, algo que juega a favor y en contra de la misma. El montaje en sí es prodigioso, hay escenas que son una pieza de arte en sí mismas, pero en lugar de hacer que la acción avance continuamente y con ritmo, hace que ésta avance a trompicones con pequeños bloques superacelerados uno detrás de otro hasta el final del film. No hay respiro, no hay tregua, la propia película nos trata como a un delincuente, no nos dejan descansar, ni pararnos a meditar, no vaya a ser que encontremos alguno de sus defectos. Y que esto se prolongue durante dos horas es algo que termina cansando al espectador. Ojo, no digo ni por asomo que la película no sea entretenida, lo es, y bastante, pero tanto ametrallamiento de datos es perjudicial.
Y digo datos porque 'Arma Fatal' está llena de referencias por todos lados a films famosos a los que homenajea continuamente, de hecho basa gran parte de su metraje en eso. Así pues, películas como 'Arma letal', 'Scream', 'Grupo salvaje', 'Dos policías rebeldes II' (¿?), 'Le llaman Bodhi', etc. vienen a nuestra mente e todo rato, principalmente porque nos las están recordando continuamente, y esto es algo que no termina de funcionar a la perfección. Por ejemplo en el caso concreto del film de Kathryn Bigelow, dicho homenaje nos es preparado con antelación, diciéndonos casi al dedillo qué es lo que va a ocurrir exactamente. De este modo, el homenaje en sí pierde efectividad. Por otro lado, toda la película parece una respuesta a los films de Michael Bay, quien no es capaz de sostener un plano durante dos segundos seguidos, algo que le queda bien a esta película, por las intenciones, o sea, las de parodiar precisamente eso. Eso sí, sigo diciendo que dos horas me parecen excesivas.
Si en 'Zombies Party' (Dios, como maltratan los títulos españoles a las películas de Edward Wright) me reía con las situaciones, aquí más bien me río con la galería de personajes, sobre todo con el principal, que creo está fantástico (¿una nominación al Oscar sería exagerado?). Simon Pegg compone a la perfección el papel de superagente policial, por decirlo de alguna manera, que sólo piensa en su trabajo, cumplidor de las leyes hasta límites insospechados, y que siempre está alerta a todo. Sus reacciones en la película son desternillantes, como por ejemplo cuando descubre a una cantidad determinada de menores bebiendo en un bar, o sus caras justo cuando se pone en acción, casi mirando a la cámara. Nick Frost interpreta a su compañero, pero este personaje me parece bastante más tópico, e incluso poco aprovechado, caminando por senderos más predecibles. Paddy Considine me parece mucho más acertado, un policía del lugar que nunca hace nada y que siempre está cuestionando y burlándose de los descubrimientos y sospechas del personaje central. Jim Broadbent y Timothy Dalton se pasean en personajes demasiado claros, por así decirlo. Y en cuanto a los cameos, los hay de todo tipo, desde los fácilmente reconocibles como Steve Coogan o Bill Nighy, hasta los que hay que estar muy, pero que muy atentos, como los de Cate Blanchett o Peter Jackson.
Una correcta película para pasar un rato ameno olvidándose de la vida real por un instante, algo que ya es más que suficiente. Ni su simplona trama ni sus reiterativos diálogos la convierten en la quintaesencia de la comedia. Para eso hay que hilar más fino.
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