Deborah Kerr, de aquí a la eternidad

Deborah Kerr, de aquí a la eternidad
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Estoy en mi trabajo y un viejo cliente y amigo, mientras se toma un café, me dice que viendo la televisión se ha enterado de la muerte de Deborah Kerr. Interrumpo lo que estoy haciendo casi sin darme cuenta y mi mente empieza a llenarse de imágenes unas detrás de otras amontonándose sin tregua. Tengo que calmarme, pues alguien a quien no conocía personalmente ha dejado en mi vida un enorme vacío, y sin embargo la sensación de conocerla de siempre me embriaga hasta un punto en el que apenas puedo pensar, y mientras una melodía inmortal araña los recovecos de mi memoria, empiezo a ver todo lo que ella siempre fue, todo lo que siempre será, y veo... un beso mojado, una profesora enseñando a su alumno predilecto, una institutriz viendo fantasmas, una monja y un marine escondiéndose de japoneses en una isla del pacífico, veo mesas separadas, amores imposibles...

Hasta siempre amiga, madre, amante, no sólo enamoraste a un rey, o a Mitchum, o a Lancaster, o a Grant con el que por fin podrás reunirte un poquito más arriba del Empire State. Nos enamoraste a todos con tu elegancia y tu timidez.

Hasta siempre, lady Kerr.

SPOILERS

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