La película ‘Crónicas’, que se estrena hoy, 22 de junio, es el trabajo del ecuatoriano Sebastián Cordero, tras ‘Ratas, ratones, rateros’. Cuenta con actores muy importantes: John Leguizamo ('Moulin Rouge', 'Los amigos del novio'), Alfred Molina y Leonor Watling. Y quizá lo más célebre de su cartel sean sus productores: Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón.
‘Crónicas’ nos cuenta la historia de Manolo Bonilla, presentador estrella de un programa de noticias sensacionalistas de Miami, que viaja junto con su equipo a una pequeña ciudad ecuatoriana para cubrir la historia de un asesino en serie de niños, el “Monstruo de Babahoyo”. La muerte accidental de un niño lleva a los habitantes de la ciudad al borde del linchamiento de Vinicio Cepeda, un vendedor de biblias y catecismos. Sin embargo, la intervención de Manolo salva la vida del hombre. Vinicio es encarcelado por homicidio involuntario y ofrece a Manolo información sobre el “Monstruo” a cambio de que el presentador emita un reportaje sobre su injusto encarcelamiento pues el programa tiene tanta influencia en el público que eso serviría para que lo dejasen en libertad. Aunque está calificada de thriller, sus mayores méritos están en el retrato social y en la ambientación. La crudeza y naturalidad con las que están presentadas las situaciones hacen al espectador entrar rápidamente en el mundo que se retrata en ‘Crónicas’ y es con afán observador con lo que mantenemos el interés por ver más y más escenas. En este sentido, el trabajo de Cordero es excelente y suficiente para convertir el film en algo extraordinario y digno de verse.
Por el lado más interno, ni la historia ni los personajes logran esa misma identificación. Al menos, no los principales. El suspense no existe, pues desde un principio se conoce el resultado de la investigación, y no se va progresando en la obtención de informaciones ni nada por el estilo. Esta parte se estira demasiado en el tiempo y se le dan demasiadas vueltas a lo mismo. Pero no señalo estos aspectos como crítica negativa, sino simplemente para argumentar la opinión dada más arriba sobre que se trata de un film social, antes que de un thriller. Añadiría que lo que se expone al final del film no es la resolución de un misterio policial, sino un dilema moral. Este dilema está planteado de forma algo torpe y, así, no se sufre desde la butaca empatizando con los personajes. Por ello, el final de nuevo es lo más decepcionante del film.
Los actores principales son también la parte menos atractiva de la película. Leguízamo hace bien su papel, aunque se pelea con el idioma español y salta de vez en cuando al inglés de manera absurda. En cuanto a Leonor Watling, cuesta trabajo decidir si la antipatía que desprende es por su propia causa o por el personaje. Si se trata de lo segundo, se podría decir que hace un buen trabajo. Dejando a un lado a los tres periodistas, el resto de los actores, es decir, los lugareños, despliegan unas interpretaciones magníficas, llenas de naturalidad y que pueden llegar a conmover. Merece especial mención Damián Alcázar, en el papel de Vinicio Cepeda, que puede pasar de una sonrisa embaucadora a una cara de inocencia rayana en el retraso mental.
Aquí podemos ver los festivales por los que ha pasado y las críticas que ha recibido.
En definitiva: una película muy interesante por su tratamiento y por los ambientes que presenta. Un film que se puede disfrutar mucho más como observación de aquellos pueblos ecuatorianos y de sus gentes que como cine de género.