Justicia. Es la primera palabra que oímos en el piloto de Shark, el nuevo drama legal de la CBS, y la oímos de labios de su protagonista Sebastián Stark (James Woods), a quien, sin embargo, la justicia le importa poco. Para él la cuestión es ganar, y para ello se guía por tres reglas:
1ª El juicio es la guerra, el segundo puesto es la muerte. 2ª La verdad es relativa, escoge una que funcione. 3ª En un juicio con jurado sólo hay doce opiniones que importen.
Este “manifiesto implacable” le ha llevado a ser el mejor abogado defensor de Los Angeles y a ganarse el sobrenombre de “Shark” (tiburón), hasta que un día tiene una crisis de conciencia, y lo deja todo. Es entonces cuando el alcalde, harto de que los ricos y famosos queden impunes, decide montar un equipo especial en la fiscalía, y convence a Stark para que lo dirija.
Shark es un traslado del esquema (y el personaje) de House al mundo del derecho, y no se molesta en esconderlo. El punto fuerte está en el personaje principal, que cuenta con los mejores diálogos y trata a sus subordinados (y a su jefa) igual que el bueno de Greg. La única diferencia entre él y Stark es que el personaje de Woods tiene una cara más benigna que vemos cuando está con su familia o con las víctimas.
James Woods es, como he dicho, el plato fuerte de la serie y hace un gran trabajo, pero poco más ofrece este piloto. El caso es interesante, pero los secundarios parecen incapaces de sostener una escena por su cuenta, y en el juzgado no será tan fácil abusar de la fórmula repetitiva que funciona en House (intentamos esto, sale mal, lo perdemos, se me ocurre algo,…), así que más vale que los guionistas se pongan las pilas, porque la serie tiene posibilidades y sería una lástima desaprovecharlas.
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