Ya he hablado más de una vez de mi interés por el cine que viene de Sudamérica, concretamente de Argentina. Sin embargo últimamente no hago más que llevarme decepciones con las producciones que de allí vienen. 'Un Minuto de Silencio' no es una excepción. Me ha hecho añorar tiempos pasados, los cuales parecen lejanos. Me ha hecho añorar los muy buenos momentos que me han dejado películas tan emotivas como 'Tango Feroz' o 'Caballos Salvajes' (los mejores films de Marcelo Piñeyro) o la archifamosa 'El Hijo de la Novia', que nos dio a conocer a dos actores como Ricardo Darín y Eduardo Blanco, los cuales se han encasillado un poco en el mismo tipo de papeles, aunque eso no quita que siempre lo hagan estupendamente. Blanco es precisamente el protagonista de esta película que ahora nos ocupa, siendo lo único bueno de un film que apenas interesa.
'Un Minuto de Silencio' narra la historia de una familia argentina en condiciones precarias debido a que no hay trabajo. Ernesto, el patriarca de la familia, siempre de buen humor, no para de repetirles a los suyos que es algo transitorio, que pronto mejorarán las cosas. Sin embargo, día a día, se irá dando cuenta de que las cosas no cambian, y que incluso pueden ir a peor. Sólo las pequeñas alegrías de cada día, como el hecho de tener una familia a la que amar, o darse cuenta de que está educando bien a sus hijos, le ayuda a superar tan profundo bache.
Lo que podría haber sido un tremendo dramón hecho con sensibilidad se queda por culpa de un mal guión y una mala dirección (obras de la misma persona) en una película bastante endeble, llena de tópicos y con una clara tendencia al aburrimiento producto de no saber transmitir correctamente los sentimientos de los personajes, y sobre todo por no lograr que el espectador se interese por una historia mil veces vista, que aunque eso no importa demasiado, es horriblemente sosa en sus formas.
Roberto Maiocco es el máximo responsable de esta película y lo cierto es que se muestra bastante torpe. Sólo algunos detalles argumentales que tienen que ver con el protagonista principal tienen algo de relevancia y destacan por encima del resto. Me refiero a cierto trabajo desempeñado por el personaje, un trabajo en el que hace reir a la gente parodiando las desgracias de un país en paro. Es una pena que el resto de la película no tenga el mismo tono que en en determinadas e inspiradas escenas, donde evidentemente quién lleva todo el peso de la función es Eduardo Blanco, y quizá demasiado ya que el director parece confiar mucho en la labor del actor descuidando otros factores.
Respecto a Blanco decir que por momentos recuerda a Roberto Begnini, ya que es un papel de los que le gusta hacer al actor y director italiano. Salvando las distancias, el personaje que interpreta Blanco recuerda al de Begnini en 'La Vida es Bella', un hombre que a pesar de las desgracias siempre tiene una sonrisa para los suyos y es capaz de hacer que los demás rían con él.
Sin embargo todo el interés de la cinta se acaba en la interpretación de Blanco. El resto es enormemente aburrido y camina por derroteros demasiado vistos en este tipo de cine, y lo cierto es que ya cansa un poco. Algunas relaciones entre personajes no están bien desarrolladas, el interés por parte del protagonista de hacer algo en la parte final de la película resulta un poco incomprensible por forzado, y un poco endeble la forma de mostrarlo, donde no hay emoción ni nada, y se supone que es el momento cumbre de la película.
Una mala película y bastante, repito, aburrida. Y sobre todo sosa, muy sosa, algo incomprensible tratándose de una producción argentina. Habrá que esperar a futuras películas, o reveer las de antes.