La semana pasada, cuando me enteré de que Mel Gibson había sido detenido por conducir excediendo los límites de velocidad y borracho como una cuba, fui buena y lo dejé pasar.
Al fin y al cabo, por mal que me hayan caído siempre las declaraciones de este señor, su trabajo ya da bastante de que hablar. Después de la polémica de La Pasión de Cristo, parece que va a cosechar otra igual con Apocalypto, así que ¿Qué importancia podían tener unas copichuelas en la vida de este hombre, de moralidad intachable?
Días más tarde se disculpó por lo ocurrido, y declaró sentirse avergonzado por insultar a los policías que lo detuvieron. Arrepentido estaba el pobre, así que ¿Para qué contribuir a manchar el buen nombre, de este buen samaritano?
Pero es que hoy, cuando he encontrado estas fotos previas a la intoxicación etílica, en las que aparece Mel Gibson en pleno jaroteo, ya no he podido resistirme más, y la maldad ha aflorado por mis venas. Os animo a verlas todas en Hollywood Rag, no tienen desperdicio.
Por cierto, nunca pensé que iba a darle la razón a este actor convertido en director, pero con eso que siempre defiende de que la imagen prima sobre la palabra (motivo para no subtitular su último film), no podía estar más en lo cierto.
