¿Qué le ha pasado al excelente narrador de películas como 'Pelle El Conquistador' o 'La Casa de los Espíritus'? ¿Cómo es que luego bajó el listón de forma alarmante en películas como 'Los Miserables', o firmando bodrios como 'Smilla, Misterio en la Nieve'? 'Sentencia de Muerte' no sólo demuestra que August está pasando por un enorme bache creativo, si no que además no elige bien los temas de sus películas. Y es que el que haya visto 'Yo Creo en Ti' de Henry Hathaway, 'Pena de Muerte' de Tim Robbins, 'Ejecución Inminente' de Clint Eastwood, o incluso 'Condenada' de Bruce Beresford, este nuevo film de August no le va a contar nada nuevo bajo el sol, cosa que no importaría demasiado, si el tratamiento no fuera tan anodino.
Frank Mantiene correspondencia con una mujer, Charlotte, que espera en el corredor de la muerte, acusada de matar a una niña. En los días anteriores a su ejecución, él la visitará para conocerla. Así, los dos se enamorarán, y él hará todo lo posible por intentar salvarla. ¿Cuántos habeis adivinado ya el final?
Pero independientemente de eso, la película podría haber sido mínimamente entretenida, y no lo es, a parte de estar realizada sin ninguna pasión, y con un carácter de telefilm que asusta. August no se arriesga en absoluto, y recorre los caminos más trillados, tanto en el lado del thriller totalmente convencional (ay, Haneke, te echamos de menos), como en su intento de denunciar algo tan atroz como la pena de muerte (eso pocas veces se ha logrado con tanta efetividad como en 'Impulso Criminal', donde el discurso de 10 minutos de Orson Welles debería ser enseñado en todas las escuelas del mundo). Y es en este segundo punto donde la película comete sus mayores errores. Porque cualquiera que se conzca un poco el sistema judicial americano, se dará cuenta de que esa mujer no puede estar encarcelada. Claro que esto sólo sucede al final, cuando se desvela la sorpresa de la película, que más que una trampa, supone un defecto de guión enorme. Paradójicamente, esa sorpresa es de lo mejor del film, por apartarse de la sucesión de topicazos a los que estamos asistiendo hasta ese momento.
Bueno, eso y la interpretación de Aidan Quinn, quien consigue explotar y desarrollar al máximo un personaje típico. A su lado, esa belleza llamada Connie Nielsen, quien está bastante desaprovechada en el papel principal. Por cierto, ellos dos protagonizan un momento atrevido, por original; una auténtica fantasía sexual, que más de uno habremos tenido, pero en otras circunstancias. La verdad es que es un momento que sorprende en una película de estas carcterísticas. Película, por otro lado, mala donde las haya, y que si nos la emiten en uno de esos espacios en los que las soporíferas televisiones privadas nos meten telefilms, hubiera colado perfectamente.
A parte del par de clásicos que he nombrado antes, recomiendo el visionado de 'Quiero Vivir' de Robert Wise, y donde una grandiosa Susan Hayward realiza una escalofriante interpretación que le valió un Oscar.