Ya hace años que sigo las galas semanales de 'Gran Hermano' con relativa asiduidad y los cambios y movimientos que están provocando en esta edición son inéditos. No hay semana en la que no pase algo, más allá de lo generado por la dinámica básica del concurso. Salta a la vista que los responsables de programa y de Telecinco no quieren dormirse en los laureles porque este año, más que nunca, la competencia tira con honda.
Anoche, sin ir más lejos, hubo un buen montón de cambios que se encargaron de promocionar durante toda la semana a bombo y platillo. No hay lugar para la sorpresa como en otras ediciones pero los cambios son mucho más drásticos. Todas estas decisiones, claro está, van encaminadas a no dejar escapar a una audiencia que se resentiría ante el tedio. Al despedir la gala Mercedes Milá ya anunció que la semana que viene entrarán tres personas en la "Casa espía" a enseñarles a vivir con lo mínimo. Mientras lo decía, una cámara enfocaba una foto de un integrante de una tribu de no sé dónde. Tanta historia, además, les hace cometer errores absurdos. Anoche los concursantes que pasaron a la "Casa espía" tenían que quedarse desconcertados pero se encontraron el manual del programa y descubrieron todo el embrollo antes de tiempo. De principiantes.
Me da que en Telecinco saben que 'Gran Hermano' ya no es imbatible, anoche superó sólo por la mínima a 'Cuéntame', y no quieren que se le escape el éxito de uno de sus formatos más rentables. Lo más negativo de todo, desde mi punto de vista, es la gran cantidad de publicidad que emiten, aproximadamente unos cinco minutos cada quince, una barbaridad insoportable.
No quiero con todo esto decir que el formato está agotado y demás, sería absurdo viendo los resultados de audiencia de éste u de otros realities, pero sí que se nota que les está costando lo suyo hacer un programa que mantenga el interés más allá de la anécdota de la convivencia, que realmente de por sí ya no tiene peso si no fuera por todas las trampas y las vueltas de tuerca que la organización idea para mantener el concurso a pleno rendimiento.
Ellos hablan de "nueva era" y de cosas parecidas. Yo creo que lo que ha llegado es el fin de una hegemonía clara y la competencia agudiza el ingenio. La norma es que no hay normas y este principio sólo lo soporta 'Gran Hermano'. Pocos concursos podrían seguir adelante con esa carga de inconsistencia pero en 'Gran Hermano' esa realidad es la que certifica la validez de los resultados. La falta de normas es lo que está primando este año y los espectadores lo agradecen.
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